lunes, 31 de octubre de 2016

Hoy, católicos y luteranos hacia la comunión. 500 años después

Hoy, católicos y luteranos hacia la comunión. 500 años después


El Papa Francisco y el Obispo Munib Yunan, Presidente de la Federación Mundial Luterana firmaron una declaración conjunta al término de la oración conjunta que celebraron en la catedral luterana de Lund el día de hoy, el primer día de la visita del Papa Francisco a Suecia. Este es el enlace al texto completo: https://loiolaxxi.wordpress.com/2016/10/31/declaracion-conjunta-catolico-luterana-en-lund-suecia/

Escribiendo desde Euskadi quiero trasladar aquí este párrafo, en el que yo mismo he subrayado algunas frases

Pasar del conflicto a la comunión

“Aunque estamos agradecidos profundamente por los dones espirituales y teológicos recibidos a través de la Reforma, también reconocemos y lamentamos ante Cristo que Luteranos y Católicos hayamos dañado la unidad vivible de la Iglesia. Las diferencias teológicas estuvieron acompañadas por el prejuicio y por los conflictos, y la religión fue instrumentalizada con fines políticos. Nuestra fe común en Jesucristo y nuestro bautismo nos pide una conversión permanente, para que dejemos atrás los desacuerdos históricos y los conflictos que obstruyen el ministerio de la reconciliación. Aunque el pasado no puede ser cambiado, lo que se recuerda y cómo se recuerda, puede ser trasformado. Rezamos por la curación de nuestras heridas y de la memoria, que nublan nuestra visión recíproca. Rechazamos de manera enérgica todo odio y violencia, pasada y presente, especialmente la cometida en nombre de la religión. Hoy, escuchamos el mandamiento de Dios de dejar de lado cualquier conflicto. Reconocemos que somos liberados por gracia para caminar hacia la comunión, a la que Dios nos llama constantemente.

Si Ustedes piensan que al subrayar lo que he subrayado estoy pensando en nuestro reciente pasado, aciertan plenamente. Permítanme que vuelva a reproducir un par de ideas de la declaración conjunta:

-        “Aunque el pasado no puede ser cambiado, lo que se recuerda y cómo se recuerda, puede ser trasformado”.
-        Lograr “la curación de nuestras heridas y de la memoria, que nublan nuestra visión recíproca”.


Solamente la escucha del otro, y de su sufrimiento, más allá de ahondar en el propio, nos permitirá la reconciliación, o la convivencia plena. Si los que han practicado la violencia injusta, la reconocen y, más aún, piden perdón por ello a las víctimas y a toda la sociedad, además de encontrar la paz interior, resarcirán en gran parte su cuota de responsabilidad. Y, dejemos ya a la historia que juzgue las culpas.

miércoles, 19 de octubre de 2016

Linchamiento digital


Linchamiento digital

Eusko Ikaskuntza organizó recientemente un Congreso Internacional que tituló “Del ágora a la cyber-plaza”. Participé en una Mesa Redonda, con otras seis personas, para debatir sobre lo que denominaron como “lapidación digital”. Nos lo presentaban diciendo que es fácil encontrar en la actual era digital, “un aluvión de críticas, a menudo insultantes o con intención de humillar, que se desencadena a raíz de la publicación de algún comentario en medios o redes sociales” (…) “que puede tocar a cualquiera y lo puede aniquilar por expresarse en la red de manera poco prudente, insensata y sin gusto. (…) No podemos olvidar que la red es la gran plaza del mundo”. Y nos lanzaban una pregunta. “Como la ira/enojo de las personas se dirige a personas individuales, es muy difícil evitarla en la era digital pública, ¿qué consecuencias tiene esto para nosotros? Si existe esa “lapidación digital” que no reconoce al juez oficial, ¿qué papel ha de jugar el orden jurídico-social y la sociedad frente al señor de la justicia Online?”. He aquí, resumidamente, las reflexiones que leí en el Congreso.

1.La red es la gran plaza del mundo, aunque unos la frecuenten más que otros. Yo tengo twitter con muy pocos seguidores, me inscribí en Facebook, pero nunca lo consulto, y mantengo un blog que tampoco lo consulta mucha gente. Es evidente que quien transcurre, habitualmente, por esa plaza, debe saber las reglas que rigen en la plaza, en la que hay victimarios redomados que pueden atacar, incluso a los que menos la frecuenten.

2. En mis lecturas constaté que aparece con frecuencia el caso de Justine Sacco, una referencia cruel y exacta de cómo las plataformas digitales se han convertido en un terreno óptimo para el linchamiento y la humillación. La protagonista del caso ejemplificador era directora de Comunicación de una compañía responsable de portales como Match.com, Meetic, Vimeo o Ask.com, y tuitera intensa de bajo impacto, con poca influencia. Sus 170 seguidores leyeron en diciembre de 2013 su inesperado último tuit: "Me voy a África. Espero no agarrarme sida. Es broma. ¡Soy blanca!". Lo publicó antes de subirse al avión, en Nueva York. Aterrizó en Sudáfrica, doce horas después, inconsciente de la repercusión que su tuit había despertado. Fue blanco de 100.000 tuits con amenazas, memes, insultos. La despidió Twitter y su horda de enjuiciadores. Castigarla fue una obligación moral y una actividad ociosa. Fue demonizada.
3. La demonización es consecuencia de victimarios que aguardan expectantes, en la sombra de las redes sociales, cualquier desliz. No discriminan usuarios. Encrudecen su atención en las personalidades públicas, o concurrentes en negocios, pero extienden su jurisprudencia hasta la más ignota y anónima cuenta. Guillermo Foucé, profesor de Psicología de la Complutense de Madrid habla incluso de "troles profesionales". Grupos de personas "que se pasan todo el día en Facebook o Twitter, y que constantemente juegan a eso". En ocasiones, afirma, incluso viven de ello. Es el caso de "personas contratadas por otras que quieren generar tendencia, crear una historia viral o perseguir a un determinado personaje. De hecho, los que están más profesionalizados manejan varios perfiles para retransmitir el objetivo que buscan". Me quedé de piedra al leerlo.

"Los troles son personas que tienden a publicar mensajes con la intención de provocar opiniones controvertidas, difamando a una persona determinada, con el objetivo final de suscitar una respuesta negativa, que cree conflicto", explica Pilar Vecina, directora de un Departamento de Neuropsicología en Madrid. Algunos señalan aquí al colectivo Anonymus, al menos en sus orígenes.

4. Personalmente soy muy sensible al anonimato. No creo haber escrito nunca un anónimo. Siempre firmo lo que escribo. Jamás contesto a un anónimo que se cuela en mi blog o en los comentarios a mis artículos de prensa. ¿Qué validez tiene una conversación en la que no sabes con quien estás hablando? El anonimato "revestido de identidades de fantasía, sumado a la distancia virtual entre el victimario y la víctima, refuerza la sensación de impunidad que creen tener los agresores en las redes. Hay mucha frustración y odio que se está canalizando a través de plataformas que, inicialmente, fueron concebidas para la conversación, no para los linchamientos virtuales". (Profesor Orihuela de la Universidad de Navarra)

5. ¿Qué justicia se ejerce en las redes sociales? Nadie evalúa la solidez de las pruebas; no hay abogado, ni juez, ni posibilidad de apelar o de presentar alegaciones. En los linchamientos no hay garantías procesales ni proporcionalidad de las penas, y los inocentes pueden resultar atropellados. Además, ¿cuándo se da por terminado el castigo? ¿Qué pena es suficiente? ¿Quién cuida los derechos del acusado?  Y quizá peor: ¿quién decide qué es un crimen, y qué no? ¿Quién controla a los controladores?

6. Preparando mi intervención, leí esta noticia: “El periodista y tertuliano Alfonso Rojo ha sido condenado a 20.000 Euros por insultar a Pablo Iglesias, después de que la Audiencia Provincial de Madrid considere probado que vulneró el derecho al honor del político. El periodista llamó “gilipollas”, “chorizo”, “mangante” y “estafador” a Pablo Iglesias en varias tertulias y en su cuenta de twitter”. (La Vanguardia 22/09/16). Luego es posible actuar contra la difamación y el insulto. Y me pregunto, ¿por qué si una persona, en un tuit insulta a otra gravemente, “vulnerando su derecho al honor”, la persona ofendida, pidiendo amparo, no puede actuar la Justicia?

7. Es obvio que la respuesta a la pregunta de Eusko Ikaskuntza, en parte se responde diciendo que hace falta una justicia (y una policía) especializada en los delitos informáticos específicos “de vulneración al derecho al honor de los ciudadanos”. Y aquí una pregunta de fondo: ¿qué hay que priorizar?, ¿el derecho a la libertad de expresión o el derecho al honor de los ciudadanos injustamente proscritos, muchas veces sin pruebas comprobables y sin posibilidad real de defensa? ¿Cómo defenderse de un linchamiento?

8. Pero esto es anterior a la era digital, aunque ahora aumentado. En el fondo estamos en una sociedad en la que, en nombre de la libertad de expresión, llevamos muchas décadas legitimando el que cada cual pueda decir lo que le venga en gana sin dar cuenta de porque dice lo que dice y, en el caso de que acuse a alguien de algo, no tenga que dar cuenta de los datos que posee para ello, ni de las fuentes en las que se apoya. Y en el anonimato. Así se ha creado y fortalecido la sociedad del insulto gratuito. El ágora ya no es un espacio para el debate sino para la difamación gratuita. El año 2006, la revista Time declaró personaje del año a los internautas. En la portada del 29 de agosto pasado se preguntaba por qué “estamos perdiendo Internet hacia la cultura del odio”. Y no solamente Internet, añado yo.


(Texto íntegramente publicado, el sábado 15 de Octubre, en DEIA y en Noticias de Gipuzkoa en formato papel, y en formato digital en DEIA).

martes, 18 de octubre de 2016

Vascos 2016: una sociedad sosegada

Vascos 2016: una sociedad sosegada


El último día del Curso de Verano de 2016 de la Universidad del País Vasco en San Sebastián sobre la perspectiva histórica de “La construcción de la paz”, intervino Juan José Solozabal, Catedrático de Derecho Constitucional en la Autónoma de Madrid con una conferencia sobre “René Cassin y los Derechos Humanos”. Solozabal, glosando su figura, lo presentó como un hombre moderado y pragmático y se preguntó si el pragmatismo, la moderación, el trabajar práctico, el hacer las cosas posibles, particularmente las difíciles, no sería una característica de los vascos. Desde mis propios estudios sociológicos me atrevo a subrayar algunos rasgos más, bastante comunes a gran parte de los vascos del siglo XXI.

La sociedad vasca tiene una fuerte moral relativista ante los comportamientos privados y más estricta ante los públicos. La postmodernidad socio-cultural ha echado raíces entre nosotros. Así en la aceptación del método asambleario en la toma de decisiones (aunque en clara capa caída desde el no-gobierno de EH Bildu), la sobrevaloración de lo público sobre lo privado, crítico al par que exigente con la Administración (aunque la iniciativa social sigue vigente), muy familista y abierto a todo modelo familiar, igualitarista en el trabajo, más tolerante y solidario con el diferente que la sociedad española y que la gran mayoría de la europea.

La sociedad vasca ha pasado, muy rápidamente, de una moral religiosa a una moral de la salvación por el cambio político (aunque durante poco tiempo y en sectores minoritarios en la sociedad) para dar paso, en la actualidad, a una moral centrada en el bienestar, con dos variantes no contrapuestas: la del disfrute máximo del momento presente (pero aliado al trabajo profesional) y el culto y cultivo del cuerpo teniendo como objetivo final llegar a la muerte (cuidadosamente ocultada) lo más tarde, esbeltos y sanos posibles. Hemos transitado de la religión del espíritu a la religión del cuerpo: iglesias vacías, gimnasios y restaurantes llenos. Sin olvidar los viajes: Como los catalanes.

La sociedad vasca siempre ha rechazado a ETA. También los jóvenes. Los datos no admiten duda alguna. Pero la sociedad vasca sigue siendo tan nacionalista hoy como hace 40 años, de un nacionalismo moderado, integrante y no excluyente de lo español a condición de que lo español no pretenda aplastar a lo vasco. Si así lo perciben se dicen independentistas. Como los catalanes. Según una Escala que presenté en 2004 en un Congreso Español de Sociología, en base a nueve indicadores, el 50% de los vascos se inclinaban claramente hacia el polo de la vasquidad, el 15% hacia el de la españolidad, poco más del 8 % hacia ambos por igual, y el resto, el 26 %, por ninguno de los dos, “pasaban” del tema. En la actualidad, este último 26%, apostaría que llega al 40%. Aunque no tengo el dato comprobado.

Personalmente me quedo con la idea de la pluralidad de la sociedad vasca. Vascos son, en los extremos, el cura Santa Cruz (cura guerrillero en la guerra carlista) y ETA. Pero René Cassin y la actual proliferación silenciosa de grupos por la reconciliación, también. En medio, la gran masa de vascos se siente hoy, desde que ETA abandonara la lucha armada, más sosegados, más tranquilos en su vida. Tanto que la Parte Vieja de San Sebastián, en apenas cinco años, ha dejado de ser escenario de afrontamientos entre violentos y policías y, de ser una ciudad peligrosa, atractivo turístico-gastronómico-cultural para muchos visitantes extranjeros, cuya profusión ya incomoda a los donostiarras. Pero nadie dirá que “contra ETA vivíamos mejor”.


Publicado en “El Periódico de Catalunya” el 25 de Septiembre de 2016


miércoles, 12 de octubre de 2016

Compartir para sobrevivir. Lluis Foix en La Vanguardia

Compartir para sobrevivir. Lluis Foix en La Vanguardia


Lluis Foix, que fuera director de “La Vanguardia” publica el día hoy un artículo en ese medio, titulado “Compartir para sobrevivir” del que traslado sus cuatro últimos párrafos. He subrayado una frase en cursiva, precisamente porque quien escribe es periodista y dirigió un gran periódico.

El levantamiento de muros y el retorno de la soberanía de los estados que pretenden desvincularse del proyecto común europeo es el peor augurio para preservar la convivencia y el progreso en Europa. Es un peligro para la paz en el continente, que acaba de vivir uno de los periodos más largos de libertad, prosperidad y paz de los últimos siglos.
La idea de no compartir bienes, servicios, reglas bancarias y cultura es el aspecto más negativo y peligroso de la deriva populista de una cierta Europa que tiene miedo al futuro y pretende cerrar la sociedad abierta y con­vertirla en espacios soberanos no contaminados por la libre circulación de ideas, personas y productos. El presidente Obama decía esta semana que un capitalismo conformado por unos pocos y sin participación de la gran mayoría es una amenaza para todos. El cre­cimiento económico no sólo debe ser sostenible sino compartido.
El lenguaje de la división se ha instalado en Occidente de forma radical y demagógica. Las élites amenazadas por los populismos de izquierda y derecha deberían recuperar la idea de compartir la riqueza y las oportunidades que ha representado el ascensor social en la Europa de la posguerra. Las mentes racionales existen, pero son una minoría y, además, no tienen acceso a los grandes medios que llegan a los ciudadanos con discursos que fomentan más las emociones y la propaganda que las posibilidades racionales para organizar mejor la convivencia y la protección de los intereses de todos.
De los cambios profundos por los que atravesamos saldrá una situación nueva, mejor en muchos aspectos, que será administrada por otras generaciones que no podrán olvidar que la convivencia se consigue con respeto al otro y con la idea de compartir en contra de la de poseer en desmesura ampliando las desigualdades.

sábado, 1 de octubre de 2016

El veredicto de Nuremberg, setenta años después


El veredicto de Nuremberg, setenta años después

Esta mañana al abrir, en mi ordenador, la prensa a la que estoy suscrito y a la que no que esté en digital, he encontrado este artículo, publicado por “La Vanguardia”, recordando la sentencia, pronunciada hoy hace 70 años, en el Juicio de Nuremberg y sus consecuencias para la justicia internacional y para la humanidad. Me ha tocado la fibra sensible en un texto bien construido, ecuánime (pues no olvida las barbaries de los vencedores), que, hoy, todavía pesa sobre la conciencia de todos nosotros. Incluso para los que aquel 1º de Octubre de 1946, apenas teníamos, como es mi caso, cuatro años.   

Este es el (excelente) artículo de Santiago Tarin, tal y como lo publica hoy “La Vanguardia”
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70 años del veredicto del juicio de Nuremberg, el inicio del derecho internacional moderno

SANTIAGO TARÍNBarcelona. La Vanguardia 01/10/16 
El 1 de octubre de 1946, la prensa española celebraba que Francisco Franco cumplía diez años como jefe del Estado, y una gran foto del dictador ocupaba las portadas. Pero ese día ocurrió un hecho trascendente, que se anunciaba en las páginas interiores: el Tribunal de Nuremberg dio a conocer la condena de los juicios que llevaron al banquillo a los principales jerarcas nazis capturados tras la II Guerra Mundial; un veredicto que sentó las bases del derecho internacional que se ha desarrollado posteriormente.
Hace setenta años, el tribunal dictó doce penas de muerte, tres cadenas perpetuas, dos de veinte años de reclusión, una de quince y otra de diez. Un acusado fue declarado incapaz de soportar el proceso y tres fueron absueltos. Pero cara a la historia lo más relevante no era el veredicto, sino que Nuremberg es el principio de una nueva era del derecho. José Ricardo de Prada lo explica así: “Hay algunos precedentes, pero es el comienzo, donde hay una toma de postura. Nuremberg lo pone en negro sobre blanco y da inicio al derecho internacional”. De Prada sabe de qué habla: es magistrado de la Audiencia Nacional; especialista en derecho internacional y de los derechos humanos; ha sido juez internacional en la Sala de Apelaciones de Crímenes de Guerra de Bosnia y ahora participa del llamado mecanismo residual para Tribunales Internacionales Ad Hoc, que se encarga, por ejemplo, de la apelación de Radovan Karadzic.
El 1 de octubre de 1946, España era un país en ruinas al sur de un continente devastado por una contienda que alcanzó unas proporciones inimaginables, no sólo por las bajas en combate, sino por las atrocidades cometidas contra la población civil. La saña alcanzó límites desconocidos hasta entonces, de los que no se tuvo conciencia hasta años después, como ocurrió con el Holocausto. Las potencias vencedoras decidieron juzgar a los responsables de la barbarie. A los que se pudo. Hitler y Himmler se habían suicidado, pero aún así quedó un ramillete de nazis a los que pedir responsabilidades, como Hermann Göring o Rudolf Hess.
En realidad, Nuremberg es un conjunto de trece procesos, pero este es el más relevante. En primer lugar, porque fue donde se encausó a los máximos dirigentes nazis en manos de los aliados. Luego, porque fue el único para el que se conformó un tribunal internacional, compuesto por jueces de las potencias vencedoras, mientras que los otros fueron nacionales.
El juicio arrancó el 20 de noviembre de 1945 y se prolongó durante 218 días; declararon 236 testigos, se vieron imágenes de los campos de concentración y se exhibieron pruebas espantosas, como la cabeza de un prisionero asesinado reconvertida en pisapapeles. A lo largo de las jornadas, los acusados permanecieron impasibles cuando no jocosos ante las evidencias que desfilaban por la sala. Uno de los pocos que mostraron arrepentimiento fue Baldur von Schirac, exlíder de las juventudes hitlerianas. Su nieto, Ferdinand von Schirac, es hoy un reputado abogado y escritor.
La historia es conocida. Dos de los procesados se suicidaron para esquivar el cadalso, Göring y Robert Ley (jefe de organización del partido nazi). El resto de los condenados a muerte fueron ahorcados el 16 de octubre; sus cuerpos, incinerados y sus cenizas, esparcidas en un río. Pero lo trascendente de Nuremberg no es eso, sino su herencia. Según De Prada, “son los instrumentos a los que da lugar, como los convenios internacionales sobre Genocidio de 1949 o el de Ginebra de 1959; los tribunales de las guerras de la antigua Yugoslavia o Ruanda, que son para situaciones concretas y ocurridas durante las contiendas. Y finalmente, la Corte Penal Internacional del año 2000”.
Europa no se convirtió en un parque temático de los derechos humanos tras la II Guerra Mundial. La lectura de obras como Postguerra, de Tony Judt (Santillana, 2006), o Continente salvaje, de Keith Lowe (Galaxia Gutenberg; 2012), describen perfectamente lo ocurrido, especialmente en el Este, con deportaciones masivas de población y crímenes colectivos por motivo de raza, nacionalidad o creencias políticas. O lo que hizo Stalin. Y en las guerras que se desarrollaron en los Balcanes entre 1991 y 1999 volvimos a contemplar imágenes de campos de concentración que nos devolvían al nazismo y supimos de matanzas que evocaban el pasado reciente.
Pero con Nuremberg se sentaron las bases de un derecho internacional moderno, con las cuales, por ejemplo, ha sido posible perseguir a Pinochet o a Videla. Es cierto que la Corte Penal Internacional aún es una mesa a la que le faltan patas, pero ahora por lo menos, gracias a este proceso, hay un lugar donde dejar los papeles. Tras Nuremberg se ha desarrollado una doctrina mundial y conceptos como genocidio o crímenes contra la humanidad han llegado a los códigos penales para quedarse.
Nuremberg fue el punto de partida de una nueva era del derecho, y un recurso para recordar que hasta la inhumanidad inherente a la guerra tiene una frontera que no puede cruzarse.


La coda de la 4ª de Bruckner por “Celi”


La coda de la 4ª de Bruckner por “Celi”

Hastiado de ver los últimos meandros de las disputas por el poder del PSOE, y por razones, causas o motivos que se me escapan, he sentido la “necesidad” de escuchar el final de la 4ª de Bruckner por Celibidache.  En ese pozo sin fondo que es YOUTUBE he encontrado una versión suya de 1969, sin que se indique cual era la orquesta. Este es el enlace:


Sobrecogido cada vez que escucho este final, he buscado, y encontrado, otra coda de la misma 4ª, por Celi. Esta vez el año 1989, ya con su última orquesta de Munich. Este es el enlace



Inmensas versiones. Nadie salvo “Celi” es capaz de mantener esos “tempi” sin que se nos hagan insufribles. Bien al contrario, nos sumergimos en esa música pidiendo que no se acabe, que siga, lentamente, “langsam”, en un crescendo que Celi (y Bruckner) lo dejan abierto en el acorde final. ¿Abierto a qué?

Ciertamente la Filarmónica de Munich suena mejor que la de la versión de 1969. Pero la concepción de “Celi” es la misma.

Escuché a Barenboim con su  Staatskapelle de Berlin, el pasado 2 o 3 de Octubre, no recuerdo, esa misma sinfonía en la Philharmonie de Paris. A mi juicio, y gusto, Barenboim (y todavía Haitink) son la mejor garantía de un buen Bruckner.  Pero “Celi” en la 4ª (y 8ª) es insuperable. Barenboim, en Paris dirigió el día siguiente la 5ª. No aplaudimos, rugimos. ¡Qué concierto! Aplausos interminables. A mi lado una señora, sospecho que aun de más edad que la mía, gritaba, ¡bravo!, ¡bravo!, hasta que un gallo la hizo callarse…  


Pero en la 5ª, lo que hizo Eugen Jochum con esta sinfonía dirigiendo el extraordinario Concertgebouw de Amsterdam, en la Abadía de Ottobeuren los días 30 y 31 de mayo de 1964 (en Philips, no se lo pierdan si no lo han descatalogado) creo que no se superará nunca.