Verdades como puños los que nos depara esta entrevista en boca de Nobel Bielorrusa. Para leer, releer y reflexionar. (JE)
Svetlana Alexiévich: “Las ideas importan menos
ahora”
La autora bielorrusa,
cronista del declive de la Unión Soviética, reflexiona sobre el futuro de la
nueva Rusia y la naturaleza del amor y la vejez
Opina Svetlana Alexiévich
que la banalidad enmascara la vida real con mayor frecuencia de la deseada. Y
la avalancha actual de información no ha mejorado las cosas. Por eso, para
acercarse lo más posible a la verdad, la escritora bielorrusa de 68 años construye
su relato desde hace décadas a partir de los testimonios de personas anónimas.
Ganadora del último Nobel de Literatura, su obra está considerada como clave
para entender la nueva Rusia con libros comoEl fin del ‘Homo sovieticus’ (Acantilado)
o Voces de Chernóbil (Debate). En una visita a
Madrid charla sobre el valor de las ideas, el amor y la vejez.
Pregunta. ¿Cómo ve Rusia en un
futuro cercano?
Respuesta. Es imposible
predecirlo. No sabemos qué se está cociendo en la caldera rusa. Puede que salga
algo parecido al fascismo o puede haber un estancamiento. A menudo no se tiene
en cuenta el factor paciencia. En Rusia la gente lleva tantos años sufriendo,
tiene tanto aguante, que podemos estar así años. Pero estamos reviviendo la
filosofía de una fortaleza asediada, rodeada de enemigos, de histeria
militarista de tiempos pasados. Todos los días nos enseñan en televisión las
adquisiciones de material militar: un nuevo buque de guerra, un nuevo avión, un
nuevo tanque… Hay una propaganda muy agresiva en contra de EE UU, de Europa, de
Ucrania. Hay una espiomanía que resurge. Es una
locura. Se persigue a los homosexuales, y la Iglesia ortodoxa se ha vuelto más
agresiva y no para de prohibir obras de teatro, libros… Ni la propaganda
soviética era tan descarada como la de ahora.
P. Los rusos son más
libres que antes, al menos desde el punto de vista material, según insiste el
Gobierno de Putin. Usted habla de esa libertad como una cierta forma de
espejismo.
R. Es que es muy relativa. Por ejemplo, se sabe que el 7% de la
población acapara la riqueza del país. La gran mayoría vive con lo mínimo. ¿De
qué libertad podemos hablar, por otro lado, con casos como el de Mijaíl
Jodorkovski, que de la noche a la mañana pasó de ser millonario a preso?
Después de 10 años en la cárcel, todavía no saben qué delitos imputarle.
P. Ha dicho que las ideas comunistas van a volver a Rusia. ¿Qué
significa eso?
R. Muchos jóvenes rusos leen a Trotski, Marx y Engels. Ven a Stalin como
una figura a imitar y se abren museos en su recuerdo. Está de moda. Detrás de
esto subyace el hecho de que hay mucha gente que se siente derrotada e idealiza
el pasado. Quieren que se mantenga la libertad de poder viajar por el mundo y
que las tiendas estén llenas de productos. Pero, al mismo tiempo, quieren que haya
un socialismo igualitario.
P. Todos los intentos de comunismo han fracasado.
R. Es cierto. China, Camboya…, en todos hubo derramamiento de sangre.
Creo que es porque fueron muy prematuros.
P. Entonces, ¿cree que es posible intentar acercarse a un socialismo
utópico si la sociedad está preparada?
R. Lo creo. Pero sería un socialismo más cercano al que ya disfrutan
sociedades próximas como Francia, Alemania y Suecia. Creo que será un
desarrollo paulatino, cuando se perfeccione la idea de una sociedad civil.
Estoy convencida de que el futuro en Rusia pasa por la idea socialista, pero no
podemos saber exactamente cuándo llegará.
P. ¿Qué hay que olvidar para salir adelante?
R. En Rusia se echa en falta una reflexión sobre el estalinismo, como
sucedió en Alemania con el fascismo. Esto solo lo han hecho un pequeño grupo de
intelectuales rusos. Mira lo que ha sucedido en Perm, una ciudad del norte del
país. Existía allí un museo a las víctimas de las represiones estalinistas.
Cuando Putin llegó al poder, echaron a la dirección del museo y pusieron a
otras personas. Ahora es un museo en memoria de los trabajadores del gulag. Ya
no es un museo de los que estuvieron encarcelados, sino de los carceleros. Otro
ejemplo: han aprobado una ley que autoriza la persecución penal de personas que
cuestionen la victoria de la Unión Soviética en la II Guerra Mundial.
Estoy convencida de que las mujeres que hablaron conmigo para el libro La guerra tiene rostro de mujer se habrían negado
a hacerlo ahora.
“Vivimos de 20 a 30 años más
que antes y todavía no existe una filosofía que dé sentido a ese nuevo tiempo”
P. Usted suele referirse a los tiempos turbulentos que atravesamos no
solo en Rusia, sino en todo el mundo, por el terrorismo, las guerras, el
problema de la inmigración, la economía y los desastres ecológicos. ¿Qué papel
deberían tener los intelectuales?
R. Desgraciadamente las ideas juegan ahora un papel menos importante en
nuestras sociedades. Lo que se impone es la parte material, y lo lamento mucho.
Necesitamos personalidades capaces de ofrecer al mundo una nueva visión,
sistema, filosofía, valores que el mundo sigue necesitando. Vivimos una época
llena de información, donde todo va más rápido, pero la información no tiene
nada que ver con el misterio de la vida humana. Solo ofrece una mirada
superficial. La vida es mucho más compleja. O las redes sociales, por cierto,
en las que casi todo son banalidades. Lo que a mí me interesa, e intento hacer
con mi literatura documental, es hablar del espíritu de los sentimientos del
ser humano. Y estos giran, en mi opinión, en torno al amor y la muerte.
P. Ahora escribe dos libros, uno sobre el amor y otro sobre el
envejecimiento.
R. Sí. He acabado con los libros sobre las personas que vivían con
grandes ideas. Ahora me interesa el ser metafísico, el ser humano en su vida
privada.
P. ¿Qué se ha encontrado?
R. Historias de hombres y mujeres que intentan ser felices y explican
por qué no logran serlo. Está siendo muy complicado, porque a la gente le
cuesta hablar más de sus sentimientos que de los hechos. En Rusia, las personas
no consideran que su vida tenga interés. Aún estamos aprendiendo a construir la
privacidad. El amor y la muerte son dos grandes misterios de la vida. Por
ejemplo, respecto al envejecimiento, resulta que gozamos de 20 a 30 años más de
esperanza de vida que antes y todavía no existe una filosofía que dé soporte a
este extra, a este nuevo tiempo. Faltan ideas que cubran este nuevo periodo.
P. Han pasado 30 años de Chernóbil. ¿Qué significa aquella catástrofe
ahora?
R. La gente sigue enfermándose y muriendo. Y lo peor: no hemos aprendido
nada de aquello.