lunes, 11 de enero de 2016

La gran mayoría de las personas son gente honrada


La gran mayoría de las personas son gente honrada

11/01/15

 

Esta mañana he vivido un sucedido con final feliz. Me dirigía a mi sesión de pleitesía al cuerpo mediante una gimnasia rehabilitadora de mi avejentado y maltrecho cuerpo. Como estamos en enero he salido a la calle con una prenda de abrigo. En el bus me lo he quitado para librarme de la calefacción. Ya en la calle, con el chaquetón en la mano, me he dirigido a la “sala de torturas”. En el camino mi billetera cae al suelo sin que yo me percate. Llevaba algo más de doscientos euros y, sobretodo, mis tarjetas de banco, de movilidad y la de identidad. Una señora lo recogió, se puso en contacto conmigo y después de la sesión de gimnasia, recuperé intacto mi billetero en su domicilio. La señora me pedía que comprobara que nada faltaba, lo que obviamente no hice, pues una persona así no se queda con lo que no es suyo.

 

La he comentado que yo creo que la gran mayoría de las personas son honradas. Es una idea que mantengo desde siempre. Añado que aquí que si un marciano aterrizara a la tierra y quisiera saber cómo es la especie humana consultando los medios de comunicación recibiría una información radicalmente falsa.  Es sabido que los medios privilegian lo malo sobre bueno, lo esperpéntico sobre lo habitual, lo desviado sobre lo centrado.

 

Gracias señora. Usted, hoy, además de devolverme mi billetero, me ha confirmado que la bondad está más presente que la maldad en la vida cotidiana. A pesar de los profetas de calamidades. Digan lo que digan los medios de comunicación.

1 comentario:

  1. Decía el fino Antonio Machado que nada era verdad ni mentira; que todo dependía del color del cristal con el que se mirara. Esta bella frase es una exageración, desde luego; porque, aunque las verdades son complejas, difíciles de entender y discernir incluso, a veces, y las mentiras son muy sutiles, se enredan entre medio verdades; aparentan ser lo contrario de lo que en realidad son; y el sentimiento de pertenencia al Grupo -qué difícil es ser individuo universal- que hayamos elegido, que nos elije también él, complica y empaña aún más las cosas; la verdad y su negación existen de una manera que trasciende la relatividad intrincada de las cosas y los hechos.

    Por mi parte, de una manera triste para mi persona; experimento por desgracia la sensación contraria a la de bondad; me siento muy solo, abandonado y sin recursos. Gozaba de una ayuda económica en concepto de RGI, que me han quitado porque se me olvidó durante dos días renovar mi demanda de empleo trimestral. No hubo fraude por mi parte; sólo olvido involuntario; despiste. Es la segunda vez que se me olvida. El castigo son varios meses de suspensión de la ayuda. El mes que viene, a más tardar tendré que recurrir a Caritas o a ayudas parroquiales para poder comer; no tengo nada; ni patrimonio; ni fondos ni nada que vender. Y a los 62 años, sin tener derecho a pensión, por no haber cotizado en suficiencia; estando solo aquí, sin familiares, sin conocidos casi; no tengo prácticamente posibilidad de hallar trabajo; no tengo diplomas; no conozco a empresas privadas que me ofertaran inserción laboral. El dicho aquél de que a perro flaco todo son pulgas, se aplica a mi persona y además tengo miedo a una vejez pobre y luego mala. Tengo la sensación de que la cartera que le devolvieron a usted, a mí me la están quitando; que el cristal por el que miro se ha ennegrecido y que aún así he sido valiente de poder decirlo a pesar de la vergüenza que me embarga de exhibir mi fracaso vital y ese dolor; la otra cara de la existencia buena; que
    también existe. No he querido incomodar; sólo decirlo.

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