miércoles, 15 de julio de 2015

Independientes "en" Europa, independencia "de" Europa


Independientes "en" Europa, independencia "de" Europa




El pasado mes de Abril publiqué en este mismo medio dos artículos, bajo los títulos de "¿Un mundo sin fronteras?", y "Por una ecología de las civilizaciones", comentando un excelente trabajo de Hervé Juvin "La gran separation. Pour une ecologie des civilisatión" en Gallimard 2013. Los he visto reproducidos, aquí y allá, en la Web, incluso en America latina, indicador del interés que han suscitado. No es para menos. Hervé Juvin Presidente del Eurogroup Institute, y miembro del Comité estratégico de Secure Finance, es una figura muy solicitada en los medios geopolíticos y financieros, pues mantiene un discurso fuerte y a contracorriente. Lo definí en uno de los artículos arriba mencionados como un disidente conservador del mundo actual. Hoy añadiría, tras la lectura de un nuevo libro suyo, publicado el 28 de mayo pasado, y que voy a comentar a continuación, que es también un defensor de la diversidad y un europeísta convencido. Verán porqué.




El nuevo libro se titula, claro que en francés: "El Muro del Oeste no ha caído" (Ed. Pierre-Guillaume de Roux. Paris 2015, 280 Páginas). Ya en el prólogo de su libro podemos leer su gran tesis: "estamos presos de un muro ideológico, mental y moral, que nos aleja de nosotros mismos más aún de lo que nos separa del mundo tal y como es. Hacer caer este Muro es una tarea tan importante como la que consistió en liberarse del nazismo primero, destruir el Muro de Berlín y el comunismo soviético después. Una nueva liberación requiere todos nuestros esfuerzos. Ya no es el Muro de Berlín el que debe caer sino el Muro del Atlántico, ese muro mental que nos esclaviza a las modas, a los sistemas y a las órdenes venidas de América. Ese muro que separa un continente, Eurasia, llamado a devenir muestra tierra común" (P.11)




"La independencia está al orden del día", dirá Juvin abriendo el último capítulo de su libro. Ningún otro tema es más perentorio, a su juicio: que sea el abandono o no del euro, la financiación de las deudas, - griega incluida, por supuesto-, la igualdad hombre-mujer, los problemas escolares y la transmisión del saber, las cuestiones identitarios (el tema de las migraciones), etc., etc., son cuestiones que no tendrán solución mientras Francia no haya reconquistado su independencia. Pero que no haya error con lo que entiende Juvin por independencia pues, añadirá a renglón seguido que "el asunto (l´affaire) no es solamente nacional. Es europeo, es mundial. Va en ello el lugar de Francia (España, Alemania, Euskadi, Serbia etc., etc., añado yo) en la Unión de Naciones europeas, y en el mundo." Y concluye señalando que "la Unión de Naciones de Europa ha sido el marco anunciado de nuestra independencia. Pero la Unión Europea no ha cumplido su promesa. La renuncia a reivindicar sus raíces cristianas, a decir qué es lo que es y lo que no es, a marcar sus fronteras afirmando su identidad, es una traición de lo que, entre los franceses, entre los alemanes, entre los italianos, así como entre los serbios o entre los rusos, se llama Europa" (pp. 263-264). Por lo tanto no se trata de independizarse "en" Europa sino de que Europa sea independiente. Independiente, ¿de quien?. De las dos grandes potencias mundiales: ahora, en primera instancia, de los EEUU pero, inmediatamente después, de China, de la todopoderosa China.




Hace un par de años el exministro Josep Piqué escribió un libro, pequeño aunque enjundioso en su simplicidad. Se titulaba "Cambio de era: Un mundo en movimiento: de Norte a Sur y de Oeste a Este" (Ediciones Planeta Deusto. 2013) "La tesis de este libro, escribía, es precisamente ésta: de manera a veces poco perceptible, nuestro mundo, en virtud de grandes transformaciones de fondo, algunas de ellas absolutamente vertiginosas, está entrando en una nueva era que, de forma muy simplificada, diríamos que se refleja en un claro desplazamiento del eje de gravedad del planeta desde el norte hacia el sur y desde Occidente a Oriente". Recuerdo haberle precedido en un ciclo de conferencia en Sitges y que comenzó la suya proyectándonos un mapamundi en cuyo centro podía verse el Océano Pacifico, con EEUU en el este, China en el oeste, quedando Eurasia en los bordes del mapa. Era impactante de verdad. Ahora este mapamundi se ve con más frecuencia pero en aquella ocasión, no era todavía habitual ver así la geopolítica del planeta.




Comprenderán ahora porqué Hervé Juvin titule su libro diciendo que el Muro del Oeste, el muro del oeste europeo donde está EEUU, el Océano Pacifico y China, no haya caído. Pero no solamente no ha caído sino que nos está hace dependientes de lo que está allende el Muro del Oeste. De ahí la necesidad de reaccionar. Juvin propone varias etapas. Escribiendo desde Francia y básicamente para los franceses escribe que "hay que comenzar por la afirmación sin concesiones de la soberanía del pueblo francés y por la reforma de Europa convertida en la Unión de pueblos soberanos". En realidad esta afirmación es falsa, pues los actuales estados (Francia, España, Alemania etc.,) han cedido parte de su soberanía (no a los EEUU o a China) sino a la Unión Europea. No puede ser de otra manera además, mientras siga llamándose Unión Europea y no algo así como Confederación de Estados libres de Europa. Dejemos el desliz como un ejemplo más chovinismo francés.




El segundo paso que propone Juvin me parece, sin embargo, clave. Sugiere la construcción, "lo más próxima posible de los territorios, de las regiones y de los pueblos, de una nueva legitimidad de la decisión pública que sea respetuosa de las identidades y de las singularidades colectivas" (p.264). Esto supone aliar tres principios: el de las mayorías (Chipre no puede tener el mismo peso que Inglaterra, por ejemplo), el de subsidiariedad y el del respeto al menor. Este y no otro es el camino hacia una Europa fuerte donde los diferentes ciudadanos nos sintamos reconocidos en nuestras plurales identidades de vascos y/o españoles, vascos y/o franceses, bávaros y/o alemanes, escoceses y/o británicos etc., etc., al mismos tiempo que europeos. Así, además, lograremos que, cuando caiga el Muro del Oeste, sigamos siendo europeos y que una Europa unida, en la fuerza de su diversidad, tenga algo que decir, como tal Europa, en el concierto de las naciones: ante el drama palestino, el nuevo Estado Islámico, la inexistencia de Derechos Humanos en Arabia Saudita y en Rusia, y un largo etcétera.




En fin, no se me escapa, que la Unión Europea, que exige que sus actuales estados le cedan parte de su soberanía (lo que ya es un hecho, aunque los euroescepticos se rebelen), debiera exigir que los estados hagan lo propio con las regiones históricas. Así, además, la idea de independencia "de" Europa, de los actuales estados o regiones históricas ya no tendría sentido alguno. Seríamos co-soberanos "en" una Europa independiente "de", básicamente, EEUU y China. Nos va en ello nuestro futuro. Como vascos.




(Texto publicado en Deia y en Noticias de Gipuzkoa el 11/07/15)

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