jueves, 10 de julio de 2014

Tras la losa de ETA. Introducción de un nuevo libro mio


Tras la losa de ETA. Introducción de un nuevo libro mio

10 de julio de julio de 2014

 
Hoy he enviado a mi editor la redacción definitiva de un nuevo libro mío que me ha tenido ocupado todo el tiempo. De ahí el silencio de este blog los últimos quince días.

El libro, salvo cambio de última hora que no preveo, lleva el título de “Tras la losa de ETA. Por una Euskadi justa y reconciliada”. Se publicará a finales de octubre.

Adjunto la introducción donde se puede leer, en la segunda parte, el contenido de los nueve capítulos del libro.


Introducción


Todo empezó siendo niño. Debía ser en los finales de los cuarenta o muy al comienzo de los cincuenta del siglo pasado. En algunas de las excursiones familiares a la Sierra de Urbasa, en Navarra, nos tumbábamos al suelo para, sujetándonos por los pies, asomarnos a un gran precipicio denominado Balcón de Pilatos. Debió ser en alguna de aquellas visitas al Balcón cuando mi padre me dijo que en la guerra se arrojaron al precipicio a personas a punta de bayoneta. En efecto este lugar es tristemente famoso porque las tropas sublevadas lo utilizaron para arrojar desde allí a muchos navarros, guipuzcoanos, riojanos etc., vivos o muertos[1]. Alguien, antes del despeñamiento, debió decir que, como cristiano que era, debía reconciliarse con sus ejecutores antes de morir, de tal suerte que dándole un último abrazo…mortal, consiguió que ambos cayeran al precipicio. Que hubo despeñamientos en el Balcón de Pilatos está atestiguado por la historia y por relatos de los propios lugareños. Pero nunca he sabido si el episodio que mi padre me contó es cierto. Tampoco lo he investigado pero, ha sido cierto para mi, tanto que tantos años después se me aparece como uno de los recuerdos que más han marcada mi infancia, mi juventud y mi vida entera. También mi visión del mundo político en Euskadi. Este libro es un ejemplo, obviamente complementado por otras vivencias, de la impronta de aquella experiencia fundante en mi particular cosmovisión. ¡Un nombre que, apelando a su cristianismo, abrace a otro hombre para que, ambos, caigan al precipicio!.  


En la mochila de mi vida llevo una guerra fraticida trasmitida por mi padre y, en adelante, un mundo dividido en dos, constantemente dividido en dos: nacionales frente a republicanos o rojos; cristianos frente a ateos o irreligiosos; franquistas frente a demócratas; falange frente a acción católica; peneuvistas frente a etarras; ETA quinta versus ETA sexta; demócratas frente a violentos que, a la ruptura del Pacto de Ajuria, deriva - dramática deriva-, a la fractura entre nacionalistas vascos versus constitucionalistas o nacionalistas españoles; España roja y azul o represaliados por los republicanos, o por el franquismo, con el fantasma de las dos Españas cuando, en tiempos de Zapatero, se comienza a hablar de la Memoria Histórica; víctimas y verdugos; victimas del terrorismo de ETA y victimas de los abusos y torturas policiales; reconciliación versus rememoración constante del dolor padecido; presos versus concordia o presos versus impunidad; olvido frente a memoria pero, ¿qué memoria?, ¿qué relato?.
 

He nacido el año 1942 de un padre carlista y muy religioso. Mi nombre responde a una promesa de mi padre, cuando un primo suyo, de nombre Javier, cayó muerto, fulminado por una bala, a su lado, en el frente. Frente Nacional, claro está. Mi padre no podía entender que los nacionalistas vascos se fueran con los que quemaban iglesias y mataban a curas y monjas. He pasado los primeros treinta años de mi vida bajo la bota del franquismo y los cuarenta siguientes bajo la de ETA (de los que diez años, dos meses y dos días, con protección, incluidos cuatro años y medio con escolta) y, en medio, algunos años, bajo Franco y bajo ETA. Pronto mi padre se hizo preguntas cuando supo lo que le sucedió al primo de su madre, el Obispo desterrado, Mateo Múgica Urrestarazu, y se enteró que los “nacionales” también mataron a curas, frailes y monjas. Aun recuerdo la visita que Mateo Múgica, ya ciego, realizó a nuestra casa a saludar a su prima que vivía con nosotros y con otro de sus hijos, en Gernika. A mi padre le quedó el horror de la guerra, de la fractura entre hermanos y el empeño de la reconciliación. Así al final de su vida su mejor amigo acabó siendo un republico, eso sí, tan religioso como él. Todo eso heredé. Y todo esto ha conformado gran parte de mi ecuación personal, mi cosmovisión vital en el monotema vasco, en la cuestión vasca, en nuestra particular “Cosa Nostra”
 

Viví de cerca, en Lovaina, la división entre las dos ETAs. En Lovaina conocí y me relacioné con personas de ETA Quinta y de ETA Sexta, pero nunca acepté a ETA. Nunca. Pero he vivido fracturas sangrantes. No quiero seguir con mis vivencias personales de las que hablado y escrito en otro sitio[2]. Solamente quiero decir, al inicio de este libro, que desde la traumática experiencia vital de lo que, de boca de mi padre, supe que sucedió en el Balcón de Pilatos, cabe entender muchos de los posicionamientos y actuaciones que han marcado mi vida. Aquel episodio me ha perseguido toda la vida y hoy, casi tres años después del abandono de la lucha armada por ETA, la utopia de la reconciliación (o la convivencia pacifica, o la concordia) conforman uno de los centros vitales del ocaso de mi vida. En ese marco se inscribe este libro.

Este libro no es una tesis doctoral. Tampoco pretende ser un tratado científico de lo que ETA ha supuesto en la sociedad vasca, aunque he procurado cotejar, con rigor, todo lo que escribo. El lector encontrará muchas lagunas. Algunas son consecuencia de mi ignorancia. Otras de la selección de lo que he decidido retener a tenor del objetivo del libro. Así, por ejemplo, apenas hay referencias a las cuestiones políticas propiamente dichas: “la capacidad de decidir” o “el derecho de autodeterminación”, en estos tiempos tan en boga, así como la cuestión de la independencia de Euskadi o las relaciones que debiera mantener Euskadi con el Estado Español en una Europa en construcción. Tampoco hablo de la cuestión de los presos; de los planteamientos de los partidos políticos, los del País Vasco y los de ámbito español (aunque me detengo algo en Sortu por la mochila con la que nacen y los objetivos que propugnan para nuestra sociedad); de los medios comunicación social, tanto los editados en Euskadi como fuera de Euskadi etc., etc., Cuestiones sobre las que he escrito a lo largo de mi vida. No pocas reflexiones he trasladado a mi blog, bajo la etiqueta de “la cuestión vasca”[3]. Pero este libro se pretende pre político y post político, aunque no apolítico.

Tampoco pretendo con este libro, menos aún, una suerte de memorias de mis vivencias con la vida política. Eso no interesa a nadie. Ni siquiera a mi mismo. Pero ya dijo Milan Kundera, no recuerdo donde ni cuando, que siempre uno acaba escribiendo de si mismo y de lo que ha sido su vida. Solamente añadiré que en lo que escribo hay un intento constante de construir un texto haciendo realidad lo que tantas veces he explicado a mis alumnos sobre la objetividad en ciencias sociales: ponerse como norma “la objetivación de la subjetividad”. Es por ello, también, que añado para el lector que no me conozca, que en mi ecuación política me defino como un nacionalista moderado, y de convicción. Moderado porque yo soy radical de otras cosas, como el respeto absoluto a los derechos humanos, particularmente de los más necesitados, y a la resolución de conflictos por las vías de la deliberación. Nacionalista de convicción, pues no de cuna. No nací, como ya he dicho, en familia nacionalista sino carlista. Entiendo el nacionalismo como el ámbito  en el que la condición social y política de mi persona puede desarrollarse en su quehacer cotidiano. Obviamente hay una componente emocional, de sentimiento de pertenencia, de identidad en todo esto. Me detengo en este punto en el último capítulo del libro. Valga decir aquí que jamás he aceptado el nacionalismo etnicista del “yo” y “los otros”. Mi “yo vasco” se hace con los “otros”, vascos y no vascos. Esto además de una opción vital es, pura y simplemente, una constatación fáctica. Pero me revuelvo cuando no respetan mi identidad vasca e impiden que la lengua, la cultura, la idiosincracia de Euskadi se expresen en libertad. Cuando veo como actúa en Madrid, el PP y muchas veces, también, en PSOE, me digo que soy independentista. Pero cuando veo lo que hacen y propugnan los miembros de Batasuna, en todas las marcas que ha tenido, mi sentimiento independentista queda reducido a cenizas. No sé que pasará más adelante…pues, yo ya no estaré. La siguiente generación decidirá lo que quiera hacer y que yo añada aquí lo que quisiera que hiciera, es irrelevante y pretencioso. Hasta estúpido.

El objetivo de este libro parte del dolor y del daño que, básicamente, el terrorismo de ETA ha ocasionado en la sociedad vasca. El dolor que “la cuestión vasca” ha producido no es imputable, exclusivamente, a ETA. Cierto. Pero no acepto, como creo queda claro a lo largo de este libro, que la violencia y el terror de ETA puedan enmascararse, subsumirse, difuminarse, ocultarse, etc., etc., bajo la idea de “la situación de violencia que hemos vivido en el País Vasco” o expresiones similares. La violencia de ETA tiene su singularidad propia. Y más allá de estadísticas de muertos, heridos, extorsionados, secuestrados, perseguidos, torturados, etc., para mi hay un hecho diferencial en el terrorismo de ETA:  que se haya arrogado la representación del pueblo vasco. Y haya asesinado, aterrorizado secuestrado etc., en nuestro nombre sin que nunca jamás le hayamos dado tal delegación. ETA, como digo en el interior de este libro, ha escrito la página más negra de la historia del País Vasco. Además pretendiendo liberarnos. Al “Gora Euskadi askatuta” (Viva el País Vasco libre) le he solido poner una coletilla: “libre de ETA”.


Pero este libro está pensado en el futuro. Cómo abordar la situación que se ha generado tras tantos años de dolor, desde la existencia de ETA particularmente, en los últimos cuarenta años. Aun sin olvidar la guerra civil pues todavía hay muchos que no saben ni donde están enterrados sus padres o abuelos, apenas tocaré este punto más que como recordatorio. Mi punto focal, mi mayor preocupación en la reflexión, es cómo abordar la memoria justa, la memoria obligada de lo sucedido, para no caer ni el olvido ni en la repetitiva rememoración paralizante del dolor padecido.


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El libro tiene nueve capítulos, aunque cabe diferenciar tres partes en el mismo por los diferentes acentos que los constituyen. Las tres partes están entrelazadas entre sí, pero cabe, también, leerlas independientemente.

La primera parte, compuesta por los dos primeros capítulos donde en el primero, como un preludio de un oratorio o de una opera, se anuncian los temas de la composición y, en el segundo, la historia, la triste historia, de la trama. En el primero de los dos capítulos expreso, de forma resumida, la quintaesencia del libro para que el lector que desee adentrarse en el mismo desde la primera página, lo haga directamente. Expreso cuatro actitudes que creo dominan en los albores de la era post-ETA: en el conjunto de la sociedad vasca, entre las victimas, en el mundo de los herederos de ETA y allegados, y en los que trabajan por la pacificación. El segundo capítulo aborda seis escenas de dolor. Es como el marco desde donde escribo lo que sigue. Las escenas retenidas no son, necesariamente, las más duras que se han padecido. La selección responde al hecho de que he trabajado en ellas, sea porque me lo solicitaron en su día, sea porque recibí, personalmente, sus testimonios.

La segunda parte, está conformada por los capítulos 3º al 6º. Intenta presentar, de forma breve, pero pensamos que suficiente, en qué consiste ETA y cómo la sociedad vasca se ha posicionado ante ella. El capítulo 3º, insiste en el concepto clave de lo que MVLN (Movimiento Vasco de Liberación Nacional) quiere decir, aunque a muchos les levante sarpullidos el acrónimo, y cómo se ha transitado del MVLN inicial al Sortu actual. El capítulo 4º, además de remarcar la pluralidad de la sociedad vasca, busca mostrar cual ha sido la actitud de la sociedad vasca hacia ETA, con algunas cifras desde que tenemos estudios al respecto. El capítulo 5º es similar al cuarto pero centrado en la juventud vasca, en la actitud de la juventud vasca hacia ETA y cómo ETA ha logrado captar jóvenes para su causa. En fin, el capítulo 6º y ultimo de este bloque, se pregunta cómo ETA se ha justificado a si misma a lo largos de estos años y ofrezco una hipótesis de interpretación del peso de ETA en la sociedad vasca a partir de mediados de los años sesenta del siglo pasado. Esta parte de mi libro está pensada básicamente en lectores que, sea no residan en el País Vasco, sea deseen profundizar un tanto en lo que es ETA y su mundo, y su relación con la sociedad vasca.

La tercera parte, junto al capítulo segundo (los relatos de dolor) constituye el meollo de lo que me ha movido a escribir este libro. El capítulo 7º se centra en las victimas, particularmente en las victimas del terrorismo etarra. En este capítulo propongo un par de tipologías de víctimas y presento, brevemente, dos trabajos realizados por encargo del Gobierno Vasco y de COVITE para cuantificar las victimas en el contencioso vasco desde los años 60 del siglo pasado hasta nuestros días. El capítulo 8º está centrado, todo él, en la cuestión de la reconciliación, convivencia, concordia o como se quiera denominar aunque yo haya optado, sin hacer de ello un “casus belli”, por el término de reconciliación. Me pregunto, y respondo afirmativamente, si tiene sentido hablar de reconciliación, cuando algunos sostienen que en Euskadi no ha habido confrontación. También qué condiciones se exigen para la reconciliación, ofrezco algunos ejemplos de reconciliación y reflexiono sobre la cuestión del perdón.

En fin, el último capítulo mira al futuro. Pero lo hace desde el presente. Por un lado, indagando la lectura del pasado, la memoria que vayamos adoptando; si una memoria que impida que afloren determinados hechos; si una memoria que los manipule o bien la memoria debida, el deber de memoria basado en la justicia para así construir no un único relato de lo sucedido, (relato imposible, baste mirar la multiplicidad de relatos, de la guerra civil 70 años después de finalizada) pero si unos relatos que podamos compartir. Habrán ya adivinado los estudiosos la deuda que contraigo con Paul Ricoeur en este capítulo, que tendrá su punto central, el “climax de mi trabajo”, en las consecuencias para el futuro de la convivencia de los vascos en el concierto de las naciones según la posición que adoptemos los vascos entre la identidad “idem” (lo dado, lo existente por cuna o desplazamiento) y la identidad “ipse”, (la identidad construida conscientemente por el sujeto) y , sobretodo, la interrelación que establezcamos entre ambas identidades. Cierro el capítulo y el libro, mostrando que la reconciliación, o la convivencia, la concordia, etc., es posible en Euskadi. Frente al escepticismo de muchos y el rechazo de algunos, presento realidades que se afanan, en estos momentos en Euskadi (algunos llevan muchos años en este empeño), en avanzar hacia una Euskadi justa y reconciliada.

Quiero dedicar este libro a estas mujeres y hombres que se afanan en la labor de reconciliación, muchas y muchos de una forma callada, sin salir en los medios, otros defendiendo, en esos mismos medios, la razón de ser de su empeño. Muchas veces reciben en respuesta el silencio, la incomprensión cuando no el rechazo explícito. Como, si con ETA o contra ETA, viviéramos mejor. Como, si con mirar a otro lado, la realidad del dolor y del daño producido o padecido, se difuminara, desapareciera.

Las personas y colectivos que trabajan por la concordia entre los vascos, como auténticos hacedores de paz, reflejan, en su labor, la propia pluralidad de la sociedad vasca. Muchos han vivido la losa de ETA en trincheras distintas. Pero hoy les une, desde su particular historia, el rechazo a toda violencia injusta, la convicción firme de que otra Euskadi es posible sin que, necesariamente, impere, durante décadas y décadas entre nosotros, el silencio de la vergüenza. Les une la búsqueda de la justicia de la verdad, para una sociedad donde prime la humanidad sobre el odio y el resentimiento perpetuos. Sí, a esas personas, con reconocimiento y agradecimiento, van dedicadas estas páginas.

En Donostia - San Sebastián 10 de julio de 2014

Javier Elzo




[1] Ver por ejemplo, un texto reciente de José Luis Ansorena, “Memorias de Urbasa” edita la Curia Provincial de Capuchinos, Pamplona 2004.
[2] He escrito algunas paginas sobre mi propia andadura en estas cuestiones en “Notas por la reconciliación de los vascos” RIEV (Revista Internacional de Estudios Vascos), 55, 2. Paginas 395 - 416, Julio-Diciembre 2010.
 
[3] . Esta es la dirección: http://javierelzo.blogspot.com. Pero basta entrar en Google y escribir Javier Elzo blog.

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