miércoles, 7 de mayo de 2014

"La arrogancia del perfecto" Sobre un editorial de la revista Fusión


La arrogancia del perfecto

(Comentario a un editorial de la revista Fusión)

Llevo tiempo recibiendo, gratuitamente, vía Internet, la revista Fusión El último numero que recibo tiene la fecha del 5 de mayo. No siempre leo la revista en su totalidad (no abarco a leer todo lo que me llega) pero habitualmente estoy de acuerdo con lo que publican y, en todo caso, agradezco que me lo hagan llegar. Hasta leer el  editorial del 5 de mayo que transcribo en su integridad al final de esta entrada en mi blog. Me ha dejado anonadado, cabreado, irritado y, sobre todo, triste, muy triste. ¿Quién ha firmado semejante disparate?.

Trascribo a continuación tres frases, que podrían ser más, del editorial de la revista Fusión y a continuación mi opinión. Lo completo con dos añadidos.

1ª Frase “Resulta también penoso contemplar a los líderes mundiales validar con su asistencia semejante orgía de fetichismo y besar la mano de aquellos que pertenecen al Estado más dictatorial de la historia de la humanidad, un Estado que no cumple ninguna normativa mundial, que se consideran por encima del bien y del mal, que encierra secretos que de ser conocidos por la opinión mundial muchos fervorosos creyentes se cortarían las venas”

Mi opinión: ¿De donde sacan que el Vaticano es el Estado más dictatorial de la historia de la humanidad?. ¿Cuáles son los secretos que encierra que “de ser conocidos por la opinión mundial muchos fervorosos creyentes se cortarían las venas”?. Uno, con 72 años, ha leído (y escrito) algo de la historia de la Iglesia, que tiene más de uno, dos y cien comportamientos que nos avergüenzan pero, de ahí a decir que es “el Estado mas dictatorial de la historia de la humanidad” ....

2ª Frase. “También estaban los que representaban a la masa drogada, adormecida, ciega y sorda a la realidad que se vivía y a su significado. Y también ellos eran del agrado de su "dios" (…). “Pero tampoco estaba Jesús. Y no estaba porque allí estaban los mismos que le habían crucificado y que volverían a hacerlo hoy en día, porque su mensaje de amor e igualdad les sigue estorbando”.

Mi opinión. ¿Con que autoridad ( y arrogancia) se atreven a insultar, llamándoles “masa drogada, adormecida, ciega y sorda a la realidad que se vivía y a su significado” a centenares de miles de personas, mucha gente sencilla, acusándoles encima., de ser “los mismos que le habían crucificado (a Jesús) y que volverían a hacerlo hoy en día, porque su mensaje de amor e igualdad les sigue estorbando”.  Más aún, ¿con que autoridad se atreven a decir donde hubiera estado Jesús ese día?

3ª Frase. “Todo lo que ayer brilló con luz mortecina en torno al montaje de "elevar" a los altares a dos Papas que, a años vista, no encontramos que hayan aportado ningún beneficio a la humanidad….”

Mi opinión: ¿no han sido capaces de encontrar nada positivo en los pontificados de Juan XXIII y Juan Pablo II?.

Dos añadidos.

1ª. La ceremonia (a mi juicio muy sobria) fue presidida por el Papa Francisco. ¿Por qué no le citan?. ¿Estaría él en primera fila de los que volverían a crucificar a Jesús?

2º. ¿Firmarían este editorial Federico Mayor Zaragoza y José Carlos García Fajardo?. Los señalo porque personalmente los conozco

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Texto del editorial de la revista Fusión del 5 de mayo de 2014

La repulsión de la santidad


Escrito por Fusión 29 Abril 2014

 
“Hemos asistido a un acto más de la perversión de la esencia del auténtico cristianismo, o sea, de la figura, palabras, vida y muerte de Jesús-Cristo.
Hemos asistido a un festival de dopaje global, de ese dopaje que convierte a las neuronas en instrumentos involuntarios para transformar el libre pensamiento en fanatismo, incapaz de discernir el bien del mal, lo auténtico del montaje hábilmente dirigido para ocultar bajo la euforia fetichista una realidad sangrante, decrépita, agonizante y pervertida de los que se denominan representantes de Dios.
Además, las prisas por llenar las vitrinas del Vaticano con mas iconos santificados reflejan claramente la necesidad de reconvertir una situación que agoniza en un alarde de falsa espiritualidad y de masificación de fieles convencidos todavía, y eso si que es un milagro, de que todo ello tiene que ver con el verdadero Dios, o sea, ese al que Jesús llama cariñosamente AB-BA.
Y no hablemos del sentido absurdo y trasnochado, en pleno siglo XXI, del concepto santidad. ¿Qué es un santo? ¿Para qué sirve?...¿A quién favorece?. Desde luego a los necesitados del mundo no.
Vivimos tiempos impresionantes donde los tentáculos de la maldad, encarnados en los poderes que gobiernan y manejan los hilos en el planeta, manifiestan con más saña que nunca su desprecio por la humanidad, por los necesitados, por los preferidos de Jesús.
Vivimos tiempos donde las palabras justicia, respeto, fraternidad, derechos humanos, libertad, etc. están siendo pisoteadas y reducidas a escombros por los poderosos, unificados todos ellos por una enfermiza obsesión por el poder.
Y en todo ello, el Vaticano y sus inquilinos navegan plácidamente entre su retórica light y el mantenimiento de su parcela de poder, todo ello a cambio de vender su alma al diablo, o lo que es lo mismo, al "dios" que adoran y obedecen.
¿Para qué sirven sus "santos" a los perseguidos por una justicia corrompida, por unos políticos comprados, por unos empresarios que engordan sus arcas condenando a los ciudadanos al hambre y a la humillación?
¿Es de auténticos cristianos tanto derroche en unos actos que nadie sabe para qué sirven cuando la pobreza, la miseria, se está convirtiendo en la mayor enfermedad planetaria?
Resulta también penoso contemplar a los líderes mundiales validar con su asistencia semejante orgía de fetichismo y besar la mano de aquellos que pertenecen al Estado más dictatorial de la historia de la humanidad, un Estado que no cumple ninguna normativa mundial, que se consideran por encima del bien y del mal, que encierra secretos que de ser conocidos por la opinión mundial muchos fervorosos creyentes se cortarían las venas.
En la pomposa ceremonia de tan magno día de "santificación", no estaban los pobres del mundo, ni los que sufren por las injusticias, ni los enfermos que carecen de medicinas, ni los que dejan sus vidas y sus ilusiones en las fronteras huyendo de la crueldad y de la muerte de sus gobiernos.
Estaban, eso sí, los poderosos del mundo, felices por que su "dios" estaba contento con el espectáculo, le agradaba lo que allí se hacía, porque al fin y al cabo tenía que ver con sus planes para la humanidad.
También estaban los que representaban a la masa drogada, adormecida, ciega y sorda a la realidad que se vivía y a su significado. Y también ellos eran del agrado de su "dios".
Pero tampoco estaba Jesús. Y no estaba porque allí estaban los mismos que le habían crucificado y que volverían a hacerlo hoy en día, porque su mensaje de amor e igualdad les sigue estorbando.
Y los que creen ver verdad y espiritualidad en actos como ese, deberían preguntarse quién y por qué mató a Jesús, porque Jesús, entre otras cosas, vino a negar al "dios" que ayer fue honrado en el Vaticano y a afirmar a Su Padre, al verdadero Creador del Hombre, al Dios del Amor y de la Justicia Universal, la que ahora está siendo abolida en nuestro país, como un paso más para desmontar todos los derechos y libertades de los vivos y de los muertos.
Todo lo que ayer brilló con luz mortecina en torno al montaje de "elevar" a los altares a dos Papas que, a años vista, no encontramos que hayan aportado ningún beneficio a la humanidad, es para los que asistimos día a día a lo que está ocurriendo en la realidad cotidiana, con la degradación de todo aquello que tenga que ver con el sentido profundo de los derechos humanos, un plan urdido para intentar recuperar credibilidad y, sobre todo, para tapar toda la inmundicia, toda la mentira, y la caída en picado del mayor montaje de la historia de la humanidad, como es la Iglesia.
Ello
s saben que su tiempo se acaba, y al igual que los faraones eran enterrados con sus familias y servidores cercanos, ellos pretenden prorrogar su oscura existencia rodeados de incondicionales que no tienen valor para quitarse la venda de los ojos y para hacerse una sencilla pregunta... ¿Qué pensaría Jesús de todo este show? ¿Volvería a entrar en el templo y expulsarlos a todos a latigazos?
Aunque tal vez más difícil que hacerse la pregunta sería aceptar la respuesta.
Seguro que muchos de los poderosos que ayer besaban la mano de los "dioses" y se emocionaban ante la emotividad del momento son los que menos valor tienen para mirar de frente la realidad.
Pero la realidad ya es otra. Los últimos serán los primeros. Los tiempos están abiertos.
Quien tenga ojos que vea”.

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