martes, 26 de noviembre de 2013

¿Reconciliacion vs.Impunidad?. Conferencia en Zaragoza

 
 
Nota introductoria
Este texto coincide con el que envié al Centro Pignatelli días antes de mi intervención en el mismo. Será publicado en su día en el libro de Actas del Seminario por la Paz del Centro.

En mi intervención oral me serví también de un encuentro en Deusto Forum, el día 7 de noviembre, luego la víspera de mi intervención en Zaragoza, en el ámbito de la experiencia Glencree de encuentro entre víctimas de diferentes victimarios.

Con esto, y bastante más documentación, voy forjando un libro sobre "la cosa nostra" tal y como yo lo veo y vivido, del que el texto que aquí presente no es sino una parte del mismo.

Lo subo a mi blog con la esperanza de recibir algún comentario crítico que me ayude a mejorarlo. Gracias por adelantado.
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¿Es posible buscar la reconciliación para el futuro de una sociedad herida o favorece la impunidad?
 

 

(Para la sesión de los días 8-9 de Noviembre de 2013 "Vulneración de los derechos humanos: justicia o/y reconciliación" del Seminario Internacional 2013 "Los derechos humanos en tiempos de crisis", organizado por el Centro Pignatelli de Zaragora)
  
Guión del texto


Introducción 


I: Cuestiones previas a la cuestión de la reconciliación, pensando en la sociedad vasca

1. De la dificultad de aceptar el término reconciliación.

2. Pero, ¿tiene sentido hablar de reconciliación en Euskadi?

3. Reconciliarse, ¿Quién con quién?.

4. El imprescindible reconocimiento del daño causado

5. Las víctimas, la justicia y la sociedad ante el proceso de reconciliación

6. Sobre la impunidad




II. Unas reflexiones sobre las victimas


1. ¿Quienes son víctimas?
2. No hay simetría entre las violencias, menos aún equidistancia entre victimarios y víctimas.

3. ¿Se justifica la asimetría en las decisiones penitenciarias entre diferentes victimarios?
4. Ni el "totum revolutum" de las violencias, ni el olvido de las "otras" violencias.




III: Las condiciones de la reconciliación

1 ¿Contraviene la reconciliación a la justicia?

2 La reconciliación exige:

3 Transformar el sufrimiento en dolor

4. Reconciliación y verdad, justicia, perdón y diálogo




IV. Unas reflexiones sobre la cuestión del perdón
1. Pedir perdón
2.¿Perdonar?
3. La piedad y el rigor
4. Recordando a Mozart
5. Para purificar la Memoria
6. Los cristianos y el perdón


 
 


Introducción

En Euskal Herria vivimos más de 30 años diciendo con nuestro voto, en el silencio y anonimato de las urnas, (y cuando hizo falta también en mil y una manifestaciones) que HB y su mundo no nos representan y que su proyecto no es el mayoritario en nuestra sociedad. "ETA herria zurekin" (ETA el pueblo está contigo) nunca fue verdad. Eso es una impostura. No se puede comparar la situación de Euskal Herria con Palestina, o con estados norteafricanos y otros muchos. Es absolutamente necesario que las gentes de HB, hoy Sortu, internalicen esta realidad. Han querido, demasiado tiempo, imponernos su modelo de sociedad con la fuerza de las armas, del amedrentamiento, de la extorsión, y hoy es el día que, todavía, no han dicho con claridad, no a ETA.



Esta situación plantea una enorme dificultad para una reconciliación. Incluso para un diálogo sin exclusiones como, al fin, desde el estadio de Anoeta en noviembre de 2004 proclaman. Siempre he sostenido el diálogo no solamente con HB sino también con ETA. También he sostenido que la tesis de que se iba a hablar y negociar cuando dejen las armas, además de ser falso, pues todos los gobiernos han hablado con ETA, supone poner el carro antes de los bueyes pues el problema era precisamente que dejen de matar, que abandonen la violencia, la extorsión, el chantaje, la amenaza etc. Incluso ahora, cuando desde el 20 de Octubre de 2011 ETA anunciara que abandonaba la violencia, el PP sigue enrocado en la ausencia de diálogo. Pero una cosa es hablar, con ETA y su mundo, para acabar definitivamente con ETA y otra cosa es hablar pensando en la reconciliación. A menudo, cuando me han preguntado estos últimos años, - antes de la decisión de ETA de abandonar la lucha armada- en la posibilidad del diálogo con HB me he encontrado, incluso personalmente, con una dificultad insuperable: ¿Cómo me voy a sentar a hablar con una persona para quien, si mañana soy objeto de un atentado, lo más que va a decir es que lo lamenta, que lo siente pero que son las consecuencias inevitables de un conflicto inevitable?. Es fundamental para que haya posibilidad de reconciliación que las gentes de HB se den cuenta de esto: es psicológicamente imposible hablar de reconciliación con alguien para quien tú no eres (o no has sido) sino una ficha de un conflicto, eliminable si la resolución del conflicto lo exige.



He dicho las gentes de HB, pues de ellos depende en gran medida la posibilidad de la reconciliación. No solamente de ellos, ya lo diré mas adelante, pero sí, en gran medida de ellos, pues, lo repito, la singularidad del conflicto vasco no está tanto en ETA cuanto en el hecho de que haya un amplio colectivo de personas que, en niveles distintos, públicamente nunca han deslegitimado las acciones de ETA pese a que sabemos fehacientemente por mil y una encuestas que la mayoría de los votantes y simpatizantes de HB nunca la han aceptado. Pero como cantaba, creo que Maite Iridin, aunque la memoria puede hacerme un flaco favor, allá en los años sesenta y setenta, "eta poeta, eta poeta etxean geldituda atxeak itxita" (Los poetas se han quedado en casa agazapados, con las ventanas echadas). Eso han hecho las gentes de HB. Han salido a la calle cuando les han pedido que lo hicieran (y les pasaban lista para comprobar si estaban allí apoyando a "los suyos") pero se han encerrado en su casas cuando había que haber dicho NO a tantos asesinatos, a tantas extorsiones, a tanto miedo en el cuerpo de los amenazados y en el de sus familias, ante tanto terror, pues de ahí viene, con toda exactitud el término de terrorista: el que busca sus objetivos creando terror. Son contadas las personas de HB que, públicamente, dijeron NO a ETA, mientras ETA seguía actuando. Merecen nuestro reconocimiento pues no era cosa fácil. Recuerden a Yoyes.



Ciertamente hay gente que ha votado a HB y que ha dado pasos concretos para la reconciliación, aunque en privado. Voy a relatar un caso que me sucedió personalmente. En los tiempos que en viví amenazado y con un escolta a la espalda, un chaval puso un petardo explosivo de poca monta en la puerta de mi domicilio, en el sexto piso de un inmueble del centro de San Sebastián. Un día me abordó en la calle una persona que me dijo que su hijo era el causante de algunas amenazas y pintadas contra mí, y quien había colocado el explosivo en la puerta de mi casa y que venía a pedirme perdón. Que él era votante de HB pero que no estaba de acuerdo con lo que había hecho su hijo. Que daba ese paso sin haber consultado con su hijo pero que le remordía la conciencia cada vez que se cruzaba conmigo en la calle. Me preguntó también si aceptaría hablar con su hijo, caso de que este quisiera. No supe qué decirle de entrada pero, tras reflexión, accedí a ver a su hijo en una cafetería. El chaval no quiso, pero su padre y yo hablamos de vez en cuando. Su hijo sigue en la cárcel, sin delitos de sangre, pero por otras causas, más allá del petardo que puso en mi casa.



I: Cuestiones previas a la cuestión de la reconciliación, pensando en la sociedad vasca

1. De la dificultad de aceptar el término reconciliación.



Quisiera antes de nada señalar que no hago del término "reconciliación" una cuestión de principio. Otros optan por el término más suave de convivencia que, obviamente suscribo, pareciéndome insuficiente el de coexistencia. Ciertamente es mas pragmático que lo que yo postulo. Pero, aunque a veces lo mejor es enemigo de lo bueno pienso que, dada la fractura social en Euskadi, proyectándose hacia lo mejor se puede alcanzar lo razonablemente bueno. Por eso también defiendo el término reconciliación. Sin embargo, el documento "Plan de pan y convivencia. 2013-2016" presentado por la Secretaría de Paz y Convivencia del Gobierno vasco, en junio de 2013 en el Parlamento, lleva como significativo y definitorio subtitulo el de "un objetivo de encuentro social".

De hecho en la pagina 13 del documento nos muestra cómo han abandonado el concepto de "reconciliación" y en su lugar proponen el de "encuentro" o "reencuentro". Hace años, con ocasión de una conferencia que pronuncié en Oñati donde abogaba por la reconciliación, ya me encontré con reticencias por el término por parte de personas que llevan trabajando, y muy bien por cierto, por mejorar la convivencia en la sociedad vasca y me abogaban, precisamente por este termino de convivencia, en su lugar. Ahora compruebo que, oficialmente proponen el término de "encuentro". No es mi intención hacer aquí ni un mínimo debate sobre la oportunidad de uno u otro término pues, aun comprendiendo su importancia, la considero relativa. Pero si quiero transcribir cómo se razona desde la Secretaría de paz y convivencia del Gobierno vasco para aparcar el término "reconciliación" y, en su lugar, proponer el de "encuentro". Está al inicio del epígrafe 2.1 "Denominación y misión" y dice así:

"Necesitamos encontrar una palabra que nos una en esta tarea que tenemos por delante. No es fácil. Internacionalmente se utiliza con normalidad el concepto reconciliación. Sin embargo, aquí, es un término que da problemas, no es suficientemente pacífico. En la búsqueda de espacios de acuerdo, tomamos prestada una voz que pueda ayudarnos.

El 21 de febrero de 2013, Osvaldo Puccio, presidente de la Fundación Salvador Allende y ponente invitado en el acto en memoria de Fernando Buesa y Jorge Díez, habló de un concepto que a él le ha sido útil en su experiencia y que describe bien la finalidad última de la tarea que necesitamos enfrentar.
Según su exposición, todos los objetivos de paz, revisión crítica del pasado, convivencia, reconciliación… pueden quedar englobados dentro de la palabra reencuentro o encuentro. "Plan de paz y convivencia 2013-16, un objetivo de encuentro social". Por eso esta es la denominación de este Plan de Paz y Convivencia.



El concepto encuentro explica y refleja perfectamente el espíritu que lo impulsa. Describe su misión: construir una sociedad compartida. Pensemos en los próximos ocho o diez años. Nuestro principal cometido es crear condiciones para que en este país exista una plaza pública en que quepamos todos. Un espacio de encuentro democrático en el que el respeto y la discrepancia convivan con normalidad".



Hasta aquí en Plan de Paz y Convivencia del Gobierno vasco (2013-2016) que, por cierto no acaba de ser aceptado, a veces ni como propuesta, por algunas fuerzas políticas. Admito que "reconciliación" es más fuerte y exigente que "encuentro", como veremos en las próximas páginas pero vista la todavía situación de bloqueo del gobierno del PP en Madrid a todo diálogo, no digo con ETA sino incluso con miembros de la izquierda abertzale, no tengo reparo en reconocer que estamos lejos de la reconciliación. Incluso de la posibilidad de la reconciliación. Pero me parece un objetivo que cual utopia (no mera quimera) es un objetivo al que los vascos no debemos renunciar, y al que personalmente no renuncio.



De ahí mi acuerdo con el inicio del Prólogo del reciente libro de Juan Mari Uriarte que dice así: "Hablar de reconciliación en nuestro contexto actual resulta delicado y arriesgado. Es curioso observar que, mientras en otros países los expertos utilizan esta palabra con naturalidad y libertad, aquí es preciso adobar el concepto que ella encierra con una expresión más "eufemística": convivencia pacífica.



Podría alguno pensar que la reticencia ante la palabra "reconciliación" se debe a que evoca resonancias religiosas que se querrían desterrar. A mi entender no es ésta la causa principal. Es el contenido evocado por esta palabra el que suscita en muchos ciudadanos una reacción negativa todavía muy apasionada. Las heridas del pasado reciente están aún en carne viva. Las posiciones ante este pasado, muy distantes y candentes. Las víctimas muy numerosas. ¿Será todavía prematuro abordar el tema de la reconciliación? ¿Será necesario que se den unos pasos previos para posibilitar su recepción?



Este libro nace con la convicción de que es preciso hablar ya ahora, con serena sensibilidad y con la máxima objetividad posible, de la reconciliación. Es muy saludable introducir en ese mundo pasional, no exento de nobleza pero reacio a la normalización de las relaciones interpersonales y sociales, un mensaje ungido de razón y de fe cristiana que, aunque provoque de entrada una resistencia muy explicable, vaya abriendo camino y preparando una reconciliación saludable para las personas y necesaria para la cohesión social".


2. Pero, ¿tiene sentido hablar de reconciliación en Euskadi?


La primera cuestión es la de preguntarse qué sentido tiene hablar de reconciliación cuando no venimos de una guerra, como la de la guerra civil española con dos bandos enfrentados, sino de una situación distinta: un grupo armado que, después de una amnistía, - la de 1977 que liberó de la prisión a todos los etarras detenidos - decide que para lograr sus objetivos está legitimado al uso de la violencia y es secundado, con niveles distintos, por una parte importante, aunque minoritaria, de la sociedad. Luego no hay necesidad de tal reconciliación. Basta con que dejen de matar, amedrentar, etc.


Curiosamente quienes sostienen este discurso, todavía ayer hablaban de la sociedad vasca dividida en dos, de quienes podían andar por las calles sin miedo e indiferentes a la otra mitad que vivía atemorizada por el miedo. Esto nunca ha sido cierto pero que haya habido gente que así lo haya percibido es ya indicador de que había fractura social y de que la reconciliación es necesaria. Hay un texto que, con pesar y aunque ya tiene sus años, traigo aquí pues refleja bien ese punto de vista. Dice así: "El proyecto nacionalista de liquidación de la memoria quiere aniquilar los avances conseguidos por los movimientos cívicos y por los partidos que ponían las víctimas, para dejar establecido que fuera del nacionalismo no hay salvación; es decir, lo que planteaba ETA cuando era una organización que marcaba la agenda con sus asesinatos. No es casual el intento del PNV y de EA por apoyar a los criminales y ningunear a las víctimas; es lo que han hecho siempre, con la ventaja para ellos de que ahora la burda maniobra puede notarse menos, porque no hay asesinatos".

Mucho más recientemente tras la lectura del excelente libro de Ana Rosa Gómez Moral "Un gesto que hizo sonar el silencio" anotaba en mi blog cómo Ana Rosa escribe, ya avanzado el texto (al leer en Kindle no puedo poner la página) que "la firma del Pacto de Lizarra había dividido profundamente a los partidos políticos en dos bloques, cuya frontera de separación ya no era, como en tiempos del Pacto de Ajuria Enea, la de democráticos y violentos, sino la de nacionalistas vascos y no nacionalistas o nacionalistas españoles. Esa división se plasmó materialmente en la manifestación de repulsa por el asesinato de Fernando Buesa y Jorge Díez. En la cabecera, iban el Lehendakari de entonces, Juan José Ibarretxe, y todos los representantes de partidos nacionalistas vascos y, por detrás, las familias de las víctimas, acompañadas por los representantes del resto de partidos. Cada bloque tenía su pancarta y sus consignas, muchas de ellas de calado político. Por lo menos para quienes integrábamos Gesto por la Paz, resultó, sin lugar a dudas, la manifestación más triste en contra de un acto terrorista que se puede recordar en el País Vasco".

Ese es uno de los puntos de coincidencia con Ana Rosa (no el más importante y primigenio que es el acuerdo de base con la filosofía y la praxis de Gesto) y que, además coincide, como ella misma señala, con el declive de aceptación social de Gesto. Escribe Ana Rosa "A partir de entonces y hasta su final, se inició el largo desolato de Gesto por la Paz. Más que en sus orígenes, esa fue la verdadera travesía en solitario de su historia. El filtro de los acontecimientos fue reduciendo la adhesión activa a su mensaje hasta quedar en manos de muy pocos que, no obstante, seguimos sosteniéndolo hasta el final, porque creíamos seriamente en su inconmensurable valor para el devenir de nuestra sociedad".

La historia de Gesto, en efecto coincide en sus momentos álgidos, en el "alegro" como escribe Ana Rosa" durante la vigencia de Pacto de Ajuria Enea y sus momentos de "adagio" con el fin del pacto de Ajuria Enea. Entonces la fractura del País Vasco se desplaza del de "demócratas frente a violentos" al de "nacionalistas vascos frente a no nacionalistas o nacionalistas españoles". Así sucede con el advenimiento del Pacto de Lizarra (propugnando una solución dejando a un lado a los no nacionalistas, como señalé en un artículo crítico en El Correo a los tres o cuatro días de presentado el Pacto) y con los movimientos ¡Basta Ya!, ¡Foro de la libertad!, ¡El Foro de Ermua! etc., alguno de los cuales pretendieron mi adhesión a lo que me negué arguyendo que no aceptaba que nacionalismo equivalía a terrorismo, aunque siempre estuve en contra del terrorismo. Siempre. Aun guardo el intercambio de correos con un alto representante de ¡Basta ya!, insistiéndome para que me hiciera miembro de su organismo y firmara su manifiesto fundacional.
En ese mundo no había, ni hay, espacio para la reconciliación. Basta recordar algunas de las reacciones a la sentencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos de Estrasburgo contraria a la "Doctrina Parot", del 21 de Octubre de 2013. No quiero causar daño a las víctimas del terrorismo pero tampoco debo callar y señalar que algunas de sus reacciones no dejan paso a una reconciliación. Me limito a un solo ejemplo, y no de los más duros, de los muchos que se podrían aducir. Así Ángeles Pedraza, presidenta de la AVT, que cerró el acto tras la manifestación de Madrid el 27 de Octubre de 2013, contra la "sentencia Parot", - y eso algunos comentaristas juzgaron suave su discurso - afirmó que las víctimas «no están dispuestas a pasar página», y que «el clamor popular pidiendo justicia llegue a Estrasburgo». Y añadió: "Tenemos derecho a ganar, a proclamarnos vencedores de la lucha de la democracia española contra el terror. El final de ETA debe ser un final con vencedores y vencidos".

Al margen del tema de la reconciliación, en diferentes medios, tras el fallo del TEDH, he declarado que hace tiempo que ETA ha sido derrotada militarmente pero que, políticamente, sus postulados siguen, desgraciadamente, vigentes y con mucha fuerza. En el País Vasco, principal pero no exclusivamente. Pero añado ahora, que también puedan ganar la batalla jurídica. Lo que sería terrorífico. Y la sentencia del TEDH, digan lo que digan, para ellos no es sino una primera victoria. No es la victoria del derecho. Es la victoria de la izquierda abertzale sobre la administración del derecho en España. Y puede no ser la más sangrante para la Administración de la justicia en España estas ultimas décadas..
3. Reconciliarse, ¿Quién con quién?.



Pero, ¿quién se tiene que reconciliar con quien?. Aquí no están tan claras las cosas como cuando se trata de los católicos y los protestantes, o los nacionales y los republicanos en la guerra civil española. ¿Dónde está la fractura en nuestra sociedad hoy?.¿En los nacionalistas- todos juntos, los del PNV y SORTU básicamente, con los restos de EA, Aralar, Nafarroa Bai, etc., versus los constitucionalistas, también todos, PP y PSOE y mirando al otro lado al llegar a IU, bajo la base de nacionalistas contra constitucionalistas?. O la fractura estará entre los demócratas frente a los violentos, entre el mundo del MLNV y todos los demás?. O más simplemente, ¿entre los victimarios y las víctimas?. Pero, limitándonos a las víctimas de ETA, ¿ estamos de acuerdo, en determinar quienes son esas víctimas?. ¿Solamente las que ETA asesinó así como los que han tenido que salir del País Vasco, sin olvidar a los que han estado pagando a ETA para seguir viviendo, cuando no para no cerrar sus empresas y no enviar al paro a sus trabajadores?. ¿Y los que ETA intentó asesinar y no lo consiguió?. Por ejemplo, nadie duda que mi colega en Deusto José Ramón Recalde es una víctima del terrorismo pero, ¿están todos de acuerdo en considerar víctima del terrorismo a Juan Mari Atutxa, uno de los hombres mas amenazados por ETA y que vivió innumerables años con escolta?. La memoria y la reserva del olvido pueden ser muy selectivas. Las líneas de demarcación son sinuosas. Es claro que, en un episodio concreto con la muerte de una persona, el terrorista con nombre y apellido es el victimario y la persona asesinada es la víctima. Aquí no hay reconciliación posible sino entre los familiares y allegados de la víctima y el victimario. Pero, socialmente considerada la reconciliación, la fractura es más compleja, lo que no quiere decir, sin embargo que no sea bien real.



Si además de las víctimas de ETA nos adentramos en otras víctimas injustas de intencionalidad política habidos en el País vasco estos últimos 50 años (los GAL, el Batallón Vasco español, los malos tratos y torturas policiales, por ejemplo) observamos que el campo de las victimas se ensancha considerablemente. Se ensancha y se complejiza. Un ejemplo evidente nos lo muestra la experiencia del Informe-base de vulneraciones de derechos humanos en el caso vasco (1960-2013), presentado el viernes 14 de Junio de 2013, que fue muy criticado por prácticamente todo el mundo excepto el nacionalismo moderado, pese a ser redactado por cuatro personas de reconocida competencia y diferente orientación ideológica. La reacción a ese documento nos indica que el camino a recorrer es todavía largo en Euskadi. Necesitaremos un largo trabajo de discernimiento y de escucha de voces diferentes, no siempre a los mismos y, sobre todo, no solamente a los que ya sé de antemano que piensan como yo. Pues así hacerlo supone fomentar y blindar el capillismo, el mosaico de fracturas en la sociedad. Es, además, el camino seguro para la no reconciliación y para la perpetuación de las fracturas sociales.

4. El imprescindible reconocimiento del daño causado



Difícilmente podrá haber reconciliación sin reconocimiento del daño ocasionado. No hay que olvidar que la histórica foto de Kohl y Miterrand de pie, el año 1984, cogidos de la mano en Verdun ante el campo de batalla franco-alemán de la primera guerra mundial, setenta años después de su inicio, estuvo, así todo, precedida por la imagen de Billy Brandt hincado de rodillas pidiendo perdón por el holocausto nazi y mucho antes por los gestos y palabras de Adenauer. Un vasco no podrá olvidar que el Presidente de la República Federal de Alemania, Roman Herzog, dirigió una carta a los testigos supervivientes del bombardeo de Gernika, leída públicamente por el Embajador alemán en España, el 27 de Abril de 1997, sesenta años y un día después del bombardeo. No recuerdo gesto similar por parte de un alto representante del ejecutivo español.



Volviendo a las víctimas de ETA hay que señalar con fuerza que son sus victimarios quienes tienen que dar el primer paso. Los victimarios, ETA y el mundo del MLNV, deben reconocer el daño causado. Es insoslayable. Sin ese paso no hay reconciliación posible. Y no sirve que arguyan que otros victimarios nunca lo hicieron. El mal de unos no justifica el mal de otros. Incluso les une el daño causado y, al final, los equipara.



Cuando hablé de estos temas en Oñati el año 2006, en la conferencia arriba mencionada dije que "me ha costado mucho tiempo entender que nunca dirán que no a ETA y lo entiendo y, si bien intelectualmente lo entiendo, anímicamente me resulta insoportable. Pero, al menos, sigo esperando que algún día reconozcan el inmenso daño que han causado y, sobretodo, que nunca, nunca, aceptarán una vuelta a la violencia para la obtención de sus objetivos políticos, ni miraran a otro lado si ETA, o una fracción de ETA, vuelve a la lucha armada. Pero eso deben decirlo y repetirlo una y mas veces, sin esperar al recorrido y resultado del "proceso de paz" pues haría del todo punto creíble su apuesta por la vía del diálogo "para la resolución del conflicto", por utilizar su propia terminología. Con la actual conciencia ciudadana, la suya incluida si me lo permiten, ese es el precio político que ahora deben pagar.

De hecho, en el denominado Foro Social, promovido por Lokarri en marzo de 2013 podemos leer en el 5º punto lo siguiente: "Recomendamos que el proceso de reintegración se realice por medio de cauces legales, aceptando que el mismo, siendo integral, se debe desarrollar de forma individualizada, escalonada, y en tiempo prudencial. Este proceso requiere por parte de los presos mostrar su compromiso con el nuevo escenario de paz y renunciar a vías violentas. Además, en su caso, debe haber por su parte un reconocimiento del daño causado como consecuencia de su actuación". (El subrayado es nuestro. El texto integro, componentes y organización del Foro Social se publicó en la prensa y se puede consultar en la web de Lokarri). El diario "El País" titulaba (15/07/13) que "ETA admite como punto de partida las sugerencias del Foro Social" subtitulando que "la organización terrorista anuncia que enviará a este interlocutor sus propias aportaciones", envío que, salvo error por nuestra parte, aun no se ha producido.
Sin embargo, en la Declaración de ETA de 20 de Octubre de 2011, donde declaraba que "ha decidido el cese definitivo de su actividad armada" se podía leer este párrafo que transcribo en su integralidad: "La lucha de largos años ha creado esta oportunidad. No ha sido un camino fácil. La crudeza de la lucha se ha llevado a muchas compañeras y compañeros para siempre. Otros están sufriendo la cárcel o el exilio. Para ellos y ellas nuestro reconocimiento y más sentido homenaje". Como se ve ninguna referencia a las víctimas que su actividad armada produjo, ni asomo de reconocimiento al daño causado. Bien al contrario loor por sus compañeros muertos en la lucha o que están sufriendo cárcel o exilio.

En el diario Gara, con motivo del comunicado de ETA al año de haber anunciado que renunciaba a la violencia armada vemos resumida por el diario, su declaración al tema que nos ocupa, bajo el epígrafe "Verdad, exiliados y víctimas". Retengo aquí solamente el punto donde se centra en las víctimas provocadas por la confrontación. ETA asume que «es una consecuencia que hay que desarrollar inevitablemente en el proceso de paz. Como se debe trabajar desde espacios plurales y como reclama iniciativas plurales, consideramos que estas superan esta agenda. En cualquier caso, ETA está dispuesta a incluir este tema en la agenda, a fin de reconocer la verdad y la responsabilidad de cada uno".
En definitiva, lo que hay que decir, salvo ignorancia o error por mi parte, es que ETA nunca ha reconocido el daño causado por sus acciones terroristas aunque ha dado pie a pensar que un día podría hacerlo.



El 7 de febrero de 2006 pronuncié una larga conferencia en el Foro Gogoa de Iruña, bajo este título. "Después de ETA: reflexiones de un sociólogo". Leí el texto pues sabía que me movía en arenas movedizas y que en el público había bastantes personas próximas a la izquierda abertzale. Así al término de la conferencia, en el turno de preguntas recibí bastantes críticas señalándome que no había hablado nada de torturas y vejaciones a los presos de ETA. Respondí que del tono entero de mi texto se comprendía mi rechazo a la tortura, máxime cuando al final del mismo sostenía el escrupuloso respeto, siempre y en todas las circunstancias, de los derechos inviolables de la persona humana. En Euskadi es muy habitual que si pones el acento en un punto serás criticado por imparcial. Si lo pones en dos o más (Victimas del terrorismo de ETA y las "otras" víctimas, como eufemísticamente se les denomino una temporada) te acusaran de equidistante. Ya lo tengo asumido.



De las tortura también he hablado y escrito, mas de una y dos veces. Aunque no creo que deba desmontar el armazón de mi texto, quiero decir algo sobre el tema. No lo tengo difícil pues, como acabo de decir, he escrito varias veces sobre la tortura. Me voy a servir de unas líneas del texto de mi intervención en el II Seminario Fernando Buesa, en el marco de los Cursos de Verano de la UPV/EHU, en Donostia San Sebastián el día 2 de septiembre de 2003, texto que no creo que ha sido publicado por la Fundación Buesa.



La lucha contra el terrorismo, puede tener y, de hecho tiene, prácticas del todo punto condenables. Me refiero a la conculcación de derechos humanos en general y a la práctica de la tortura y malos tratos en particular. Lo voy a decir con las palabras de Irene Khan, secretaria general de Amnistía Internacional, con motivo de la presentación, el 28 de mayo de 2003, del Informe del mismo año de A.I. "La «guerra contra el terror», lejos de hacer del mundo un lugar más seguro, lo ha hecho más peligroso porque se ha restringido el ejercicio de los derechos humanos, socavando al tiempo el imperio del derecho internacional y blindando a los gobiernos contra todo escrutinio. Ha acentuado las divisiones entre pueblos de diferente credo y origen, sembrando las semillas que generarán más conflictos. Y la abrumadora consecuencia de todo ello es el miedo, miedo de verdad, tanto entre los acomodados como entre los pobres".



Irene Khan no pensaba en Euskadi al decir esas palabras, obviamente. Pero yo estoy en Euskadi y en Euskadi las denuncias de detenidos de haber sido objeto de malos tratos en dependencias policiales, tanto de la Guardia Civil como de la Policía Nacional y de la Ertzaintza no pueden liquidarse diciendo que responden a "consignas de la organización", por muy ciertas que sean esas consignas. Hay demasiados testimonios, algunos acreditados también por Amnistía Internacional cuando no con sentencias firmes condenatorias que impiden obviarlas, a poca conciencia ética y humana a la que se pretenda. Tampoco aquí cabe mirar a otro lado. Toda persona, incluso un terrorista de la peor especie, y de esos, desgraciadamente, nuestra tierra ha dado más de un ejemplar en las últimas décadas, sigue siendo una persona humana y, como tal, sujeto de derechos inalienables. Creo que, como sucedió durante la transición, la sociedad pública, más aún la publicada, parte de la sociedad ha decidido, en gran medida, mirar a otro lado en este punto. Personalmente tengo la certeza moral de que los malos tratos y la tortura son una realidad en nuestra sociedad. El testimonio escrito del jesuita Txema Auzmendi, por poner una cara a esa realidad, director de Herri Irratia/Radio Popular en la ciudad de San Sebastián, detenido con motivo del cierre de Egunkaria, es sobrecogedor y yo le creo.



Hace años en la citada ponencia en el Instituto Internacional de Sociología Jurídica de Oñate, hablando de estas cosas, traje a colación un artículo de prensa del historiador Anthony Beevor que bajo el significativo título de "España debe levantar el manto de silencio" decía cosas como estas:



"Después de que Franco muriese en 1975, el mundo entero admiró el paso de España a una monarquía constitucional y a la democracia. Pero el proceso requirió que se llegase a lo que después se llamaría el pacto de olvido. Ningún general o torturador fue sometido a juicio. Ninguna comisión de la verdad analizó el pasado de España. (…..) Hoy, el pacto de olvido debe romperse, aunque sólo sea para que todos los españoles puedan comprender cómo sucedió la tragedia.".



Anthony Beevor termina su artículo con estas palabras: "Lo que España necesita ahora es un pacto de recuerdo, no de olvido, pero debe enfocar la memoria de un modo completamente distinto: uno que evite los fantasmas propagandísticos del pasado que se alimentan a sí mismos; uno que reconozca libremente las peligrosas consecuencias de negarse a transigir. Los españoles tienen muchas y grandes virtudes, especialmente la generosidad, la imaginación, el sentido del humor, el valor, el orgullo y la determinación. Pero no suelen distinguirse por intentar comprender el punto de vista del adversario. Es un vicio infravalorado. La tragedia de la Guerra Civil es sin duda el recordatorio más fuerte del peligro de despreciarlo".



Hago mías sus palabras. Comprenderán que haya dicho repetidamente en diversos foros y artículos de prensa que la gestión de las víctimas en la transición política española no sea precisamente un modelo a seguir. Y no me sirve que me digan que el final de ETA no es equiparable al final del franquismo. Nunca hay dos situaciones totalmente equiparables. Ahora no hay dos bandos enfrentados, ciertamente, pero hay algo perfectamente trasladable: la necesidad de entender el punto de vista del adversario, lo que no quiere decir aceptarlo, por supuesto. Pero, ¿han aceptado alguna vez los "nacionales" el punto de vista de los "republicanos" y viceversa?. Es difícil ponerse en el lugar del otro, abrirse a la razón, más aún a "su" razón, a "su" vida, "sus" pasiones, que se nos aparecen como una "sin" razón total. Pero la compasión, nace de esa posibilidad de entrar en las pasiones del otro. Así mismo, la compasión (padecer "con") es el mayor antídoto del odio, cuna matriz del fanatismo con el cual nada es posible.




Yo también creo, con Beevor que ese es un "vicio infravalorado" y a los que, voluntaria y conscientemente hemos intentado superar ese "vicio" se nos ha tachado, como poco, de equidistantes, tibios, o confusos. Y, no faltaran quienes, tras leer estas líneas, me volverán a acusar de lo mismo.



No hay un relato único de este medio siglo de violencia terrorista. Hay diferentes relatos que deben ser pronunciados y escuchados. El pensador Tzvetan Todorov escribe que "los individuos y los grupos tienen el derecho de saber, y por tanto de conocer y dar a conocer su propia historia; no corresponde al poder central (del Estado) prohibírselo o permitírselo. Por ello la ley Gayssot que sanciona las elucubraciones negacionistas (del holocausto) no es bienvenida, incluso si responde a buenas intenciones: no corresponde a la ley contar la Historia: le basta con castigar la difamación o la incitación al odio racial" (yo eliminaría el epíteto racial, me basta el sustantivo).



Ciertamente no todos los relatos merecen el mismo juicio ético, el de los asesinos y el de los asesinados, el de los torturadores y el de los torturados, el del victimario y el de la víctima, el del que prioriza el valor de su patria (sea esta la que sea) sobre el de la persona concreta. Pero solamente la escucha de los diferentes relatos permitirá que el juicio ético sea más ecuánime.




En la estela de Jordi Ibáñez sostengo que hay ir poniendo los cimientos para una memoria compartida. No una memoria única pero tampoco una memoria selectiva, luego fragmentada. Siguiendo el símil de Ibáñez "la memoria no se comparte como se comparte el pan pero sí como se comparte una mesa". Lo explica así: "cada uno aporta su trozo de vida, y la suma final, una suma en la que nunca lo individual queda subsumido en lo colectivo, da esa idea de memoria compartida" . En mesas separadas eso es imposible. En una misma mesa, aún cada uno con su historia particular, al menos escucha la historia del otro y puede compartir su memoria y, en su caso, su sufrimiento.



Claro que, líneas más adelante escribirá Ibáñez, que para llegar ahí es preciso reconocer a todos los muertos, "también a los de los otros como víctimas", recordando unas palabras del President Pasqual Maragall en el Fossar de la Pedrera en Montjuïc, en Octubre de 2004, cuando afirmó que "algún día" los nombres de las víctimas de los "paseíllos republicanos incontrolados", que también yacen olvidados en este lugar, deberían ser recordados como actualmente lo son los de los fusilados por el franquismo. Los que tenemos bastantes años sabemos, porque lo hemos vivido, que durante los largos años del franquismo la memoria solamente recordaba a los "caídos por Dios y por España". Pero recientemente escucho voces (y no quiero citar nombres) donde se reivindica, única o mayoritariamente, la memoría de las víctimas del franquismo (y no niego la necesidad de hacerlo cuando, de muchos, aun no sabemos ni donde están enterrados) arguyendo, precisamente, que durante el franquismo las "suyas" ya recibieron su reconocimiento.



Como ya he escrito, estimo que Euskadi necesita, ya, revisar su historia, levantar el velo de los silencios sobre todas las victimas. Necesitamos conocer la verdad. Toda la verdad. Euskadi necesita un enorme ejercicio de verdad y humildad. Necesitamos no uno sino ciento y un estudios donde desempolvar tanta miseria, tanto olvido, tanto odio, tanto fanatismo. Necesitamos escuchar más relatos, muchos relatos de tanta gente que ha sufrido tanto. Necesitamos avanzar en organismos, de diferente sensibilidad política, que busquen la verdad y la reconciliación. Si el término reconciliación les causa problema, por utópico o porque apela en exceso a las motivaciones últimas de las personas, lo que comprendo, utilicen el de convivencia o el de concordia – ya lo dicho más arriba- pero no lo rebajen al de coexistencia pacífica.



Sostengo una reconciliación (o convivencia, o concordia) basada en los valores básicos del respeto a los derechos humanos de todas las personas y al reconocimiento del daño causado por parte de todos los victimarios a sus víctimas. Solamente así podemos mirar el futuro de Euskadi en la pluralidad de relatos, una Euskadi que no se desangre simbólicamente en la acumulación usurera de los solos relatos de los "míos". Entretanto, pues ETA aún sigue ahí, sostengamos la labor de la policía en la detención de sus miembros cuyo lugar natural en un Estado de Derecho es la cárcel, si un juicio justo así lo falla.



Pero tampoco olvidemos, pues estamos en un Estado de derecho, que los presos y detenidos, hayan hecho lo que hayan hecho, siguen siendo personas humanas y la privación de libertad es eso, privación de libertad y nada más. Todo mal trato o tortura debe ser proscrito y perseguido judicialmente. Quiero añadir que, todavía, las caravanas de familiares de presos a lugares lejanos y, a veces, la forma como están organizadas sus visitas, además de inhumanas, no son precisamente medidas que favorezcan la concordia y futura pacificación de Euskadi. Además nadie, salvo los propios afectados hablan de ello. En particular los medios de comunicación tan sensibles – y se agradece- ante los inmigrantes que nos llegan en pateras, no dicen palabra alguna ante este hecho. La justicia más allá de ejemplar o restauradora ha de ser simplemente justa. La justicia podrá parecer excesiva cuando el daño causado ha sido tan prolongado y, en el caso de algunas víctimas de ETA, tanto tiempo silenciado. Pero la justicia no debe ser excepcional y "a la carta", según el momento y circunstancias políticas concretas. De nuevo la historia nos puede ayudar a ver claro. Creo que no necesito poner ejemplos.

El azar ha hecho que estos últimos tiempos haya releído las cartas a un amigo alemán de Albert Camús. Voy a traer aquí un párrafo de su cuarta y última carta. Dice así: "Al mismo tiempo que juzgaré atroz vuestra conducta, me acordaré de que vosotros y nosotros partimos de la misma soledad, que vosotros y nosotros, vivimos con toda Europa en la misma tragedia de la inteligencia. Y, a pesar de vosotros mismos, yo os seguiré manteniendo la denominación de hombre. Para ser fieles a nuestra fe (en los ideales de justicia) nos hemos esforzado en respetar en vosotros lo que vosotros no habéis respetado en los demás. (…). Al final de este combate, en el seno de esta ciudad (Paris) que presenta el rostro del infierno, por encima de todas las torturas infligidas a los nuestros, a pesar de nuestros muertos desfigurados y de nuestras aldeas de huérfanos, yo puedo deciros que, en el momento mismo en el que vamos a destruiros sin piedad, no nos embarga el odio hacia vosotros. Y si mañana, como tantos otros, fuéramos a morir, seguiríamos sin odio"



Podría citar testimonios de víctimas, perseguidos, acosados y torturados en Euskadi del mismo tenor. Pero aun no tenemos la distancia suficiente para separar el testimonio del nombre de la persona que lo emita. Aquí también ahorraré nombres. Pero tengo la esperanza de que estos testimonios iluminarán el futuro en paz y convivencia que todos queremos para Euskadi.


5. Las víctimas, la justicia y la sociedad ante el proceso de reconciliación



Las víctimas también pueden ayudan en esta labor. Es muy difícil pero no imposible. Me viene a la memoria a Manuel Fraga Iribarne presentando en sociedad, por así decirlo, a Santiago Carrillo. Sé que abordo un terreno en el que las sensibilidades están en carne viva. Créanme que no me cuesta entenderlo. Tanto que me voy a servir de dos ejemplos, voluntariamente alejados de nuestra situación, y sin significación política alguna pero sí en el corazón del daño causado en las víctimas. Quiero con esos casos reflejar mi forma de ver las cosas. Lo escribí en Bake Hitzak, órgano de "Gesto por la Paz" movimiento que si bien tuvo el reconocimiento por su esfuerzo a la Concordia en los Premios Príncipe de Asturias, fue después olvidado, cuando no denostado, indicador de un clima que, hay que decirlo sin ambages, poco hace por la reconciliación ¡Qué cosas no se escribieron contra Gesto por la Paz!. Afortunadamente cuando escribo estas líneas esas voces ya se han callado. ¿Avergonzadas?. Lo dudo.



Reflexionaba en Bake Hitzak sobre la relación entre las víctimas y el cumplimiento integro de las penas y me serví entonces de dos situaciones reales: un hombre que pasó 41 años en la cárcel y la de dos jóvenes que al cabo de ocho años salieron reinsertados. En ambos casos se trata de penados que han cometido crímenes particularmente crueles en la figura de niños. Lucien Léger, de 68 años, estuvo 41 años detenido en Francia por el asesinato de un chaval de 11 años. Entre los años 1985 y 1997, la Comisión de Aplicación de penas, en nueve ocasiones, se había pronunciado por su libertad provisional. Siempre denegada. Entre otras razones se argumentaba que la familia de la víctima había jurado, en repetidas ocasiones, que mataría a Léger si salía de la cárcel. La Justicia decía también que a medida que pasaba más tiempo en la cárcel las posibilidades de reinserción se hacían menores. ¡Triste confesión!. Pero una mujer panadera llevaba 12 años diciendo que le acogería en su casa y el detenido ya tenía trabajo comprometido con la Cruz Roja. Al fin, el 3 de Octubre de 2005, salió de la cárcel.



El segundo ejemplo sucedió en Inglaterra. En Junio de 2001 nos enteramos que dos criminales, con 18 años de edad, provistos de nuevas identidades, son puestos en libertad, tras haber apaleado a muerte 8 años antes a un niño de 2 años de edad, drama que sucedió en Liverpool y llenó las primeras páginas de la prensa occidental, como se recordará. La decisión de la justicia británica plantea, en toda su crudeza, las relaciones entre los asesinos y sus víctimas. Las victimas, los padres del pequeño James, se dicen desolados, piensan que "el crimen es rentable" y que al menos, Jon y Robert, sus asesinos, tenían que haber pasado los 15 años en la cárcel a los que fueron condenados. La justicia británica juzgó que los dos criminales ya estaban en condiciones de ser reinsertados en la sociedad, que su permanencia en la cárcel no solamente no era necesaria, cumplida su finalidad primera de lograr su reinsertabilidad, sino que podría ser perjudicial, máxime si lo hacían, cumplidos ya los 18 años, en una cárcel para adultos.


Escribí unas líneas hace muchos años sobre este segundo episodio en El Periódico de Catalunya y concluí afirmando que "la justicia británica nos ha hecho un gran servicio. Las víctimas deben ser reconocidas y ayudadas, moral y económicamente si fuera preciso, pero no debe hacerse justicia desde el exclusivo punto de vista de las víctimas. En muchos casos nunca se sentirían suficientemente recompensadas. Y se entiende. Para unos padres no hay pena suficiente para "compensar" el asesinato de un niño de dos años, su propio hijo, torturado a muerte. Pero el asesino, o el torturador, sigue siendo una persona humana y con capacidad de regeneración. Que la justicia británica lo haya logrado en el caso de Jon y Robert, los asesinos de James, es un gran éxito que les honra. Que haya tenido el coraje de liberarlos honra al género humano". Terminaba mi reflexión diciendo que "desde mi casa en San Sebastián lo contemplo con envidia y me pregunto cuando podré escribir algo similar de los miembros de ETA. Claro que para ello, estos tienen que empezar por querer insertarse en nuestra sociedad sin pretender imponernos, a base de bombazos y asesinatos, la suya". Todavía tendrían que pasar diez largos años antes de que ETA aparcara las armas.



Habrán entendido ustedes que mi posición, en los dos casos que presento, es la de la justicia británica mientras aborrezco la de la francesa. Como se podía leer en Le Monde años antes de excarcelación (18/02/2000): "¿Cómo es posible que se haya permitido que un preso pase 36 años en la cárcel?. ¿No ha pagado ya por su crimen?. Manteniéndole en la cárcel no se han creado la condiciones para una reinserción imposible?. Pero, ¿importa eso, a los padres de las victimas?".



Comprendo a los padres de los niños francés e ingles. Pero no todos han reaccionado así en la vida. Hace años leí que un cura valenciano, Eugenio Laguarda, sobrevivió después de ser torturado y recibir un tiro en la cabeza el año 1936. Concluida la guerra civil los milicianos que le torturaron y dispararon fueron condenados a muerte, pero gracias a una carta que Laguarda dirigió al juez, se les perdonó la vida.



6. Sobre la impunidad
La denominada "doctrina Parot" se basa en un dictamen del Tribunal Supremo de febrero de 2006, - que avaló el Tribunal Constitucional en marzo de 2012, cuando ratificó su aplicación en 28 de los 31 recursos presentados por presos de ETA - por el que la ejecución de la totalidad de la condena comienza con las penas más graves y los beneficios se aplican individualmente para cada una de ellas, y no sobre el máximo legal de 30 años de permanencia en prisión. De este modo, una vez cumplida la pena más grave, se debe cumplir la siguiente, y así sucesivamente hasta el límite legal, lo que alarga la estancia en la cárcel.

En julio de 2012, después de que Inés Del Río recurriera su caso ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH), este tribunal concluyó que su aplicación fue "irregular" y que las autoridades españolas debían ponerla en libertad lo antes posible. El Gobierno español, a su vez, recurrió la sentencia de julio de 2012 del TEDH que, sin embargo, su Gran Sala, compuesta por 17 magistrados de otros tantos países, la ratificó el 21 de Octubre de 2013. Aunque solamente aborda el caso de Inés del Río, sus conclusiones van a tener efectos prácticos a todos los presos a quienes se les hubiera aplicado la mima "doctrina Parot". El TEDH entre otras razones había argumentado que "con Inés del Río se había producido una aplicación retroactiva y, por tanto, errónea de la nueva interpretación jurídica del cálculo de las redenciones de condena".

Joaquín Giménez, Magistrado de la Sala de lo Penal del Tribunal Supremo, que ejerció con anterioridad de magistrado en San Sebastian y como Presidente de la Audiencia en Bilbao, en una entrevista en El Diario Vasco (22/10/13), cuando se produce el fallo del TEDH, responde a un pregunta diciendo que "El Tribunal Europeo de Derechos Humanos viene a recoger la tesis fundamental de los tres compañeros de la Sala Segunda que hicimos el voto particular (contra la sentencia que avaló mayoritariamente la Doctrina Parot) porque nos parecía de justicia hacerlo. Uno de los principios del Derecho Penal es que las interpretaciones de la leyes, sobre todo cuando hay un giro de 180 grados, como en este caso, tienen que tener una proyección de futuro, nunca retroactiva; máxime cuando va contra el reo".

Los representantes del Gobierno español habían afirmado que el fin de la "doctrina Parot" conllevaría la puesta en libertad, antes de cumplir 30 años de prisión gracias a los beneficios penitenciarios, de 54 terroristas de ETA, siete del GRAPO, uno del GAL y 14 presos comunes, uno de ellos condenado por 74 violaciones.

¿Cual es la pena justa?. O si se prefiere, ¿cuantos años debe pasar en prisión un terrorista que haya asesinado?. Es una pregunta a la que no tengo respuesta más allá de decir que la pena debe ser proporcionada al daño cometido y que nunca hay que olvidar que, según la Constitución española (articulo 25-2), "las penas privativas de libertad y las medidas de seguridad estarán orientadas hacia la reeducación y reinserción social y no podrán consistir en trabajos forzados".

Creo que hay un acuerdo generalizado en decir que, desde el 1978 que se aprobó la Constitución, el Código Penal es cada vez más estricto, treinta años de cárcel como máximo en la actualidad, y ya se habla de 40 años y de prisión indefinida revisable. También creo poder decir hay un acuerdo generalizado en pensar que la reeducación y reinserción social de los presos no ocupa, ni mucho menos, en la actualidad, un interés evidente en la sociedad, y en la administración española. Menos aún en los medios de comunicación social, notarios de los meandros sociales de quienes viven.

No he realizado un cómputo de los años de cárcel que han cumplido los presos. Pero hay muchas diferencias, incluso con la misma ley penal. No voy a detenerme aquí en este punto. Solamente diré que, salvo error por mi parte, el preso etarra que más años pasó en prisión fue José María Sagarduy Moja, 'Gatza', que salio de prisión de Jaén (12/05/13) tras 31 años en prisión. Desde que se revocó la ley Parot al día de hoy (2 de noviembre de 2013), han salido de la cárcel, salvo error por mi parte, dos personas, en cumplimiento de la sentencia del TEDH: Inés del Rio y Juan Manuel Piriz López. La primera salió de cárcel tras haber cumplido 26 años de cárcel y tres meses. Sin la doctrina Parot, lo hubiera hecho 3 años y nueve meses después. Según la sentencia del TEDH ha estado ocho años de más en la cárcel. Estaba condenada, entre otras causas, por 24 asesinatos.

No he realizado un cómputo de los años de cárcel que han cumplido los presos. Pero hay muchas diferencias, incluso con la misma ley penal. No voy a detenerme aquí en este punto. Solamente diré que, salvo error por mi parte, el preso etarra que más años pasó en prisión fue José María Sagarduy Moja, 'Gatza', que salio de prisión de Jaén (12/05/13) tras 31 años en prisión. Desde que se revocó la ley Parot al día de hoy (2 de noviembre de 2013), han salido de la cárcel, salvo error por mi parte, dos personas, en cumplimiento de la sentencia del TEDH: Inés del Rio y Juan Manuel Piriz López. La primera salió de cárcel tras haber cumplido 26 años de cárcel y tres meses. Sin la doctrina Parot, lo hubiera hecho 3 años y nueve meses después. Según la sentencia del TEDH ha estado ocho años de más en la cárcel. Estaba condenada, entre otras razones por 24 asesinatos.

Las reacciones que suscitó la sentencia del TEDH avergonzarán a muchos cuando las lean más adelante con la mente calmada. No voy a trasladar aquí ninguna de entre las más sangrantes e hirientes proferidas por algunas Asociaciones de Víctimas del Terrorismo de ETA. Son los últimos a los que me dirigiría. Pero lo que se puede leer alguna editorial de prensa es imperdonable. Y voy a citar la que me es más próxima en mi vida pues en ella escribo desde hace treinta años y últimamente con una periodicidad semanal, "El Diario Vasco" del grupo Vocento. (Pero no intenten leerlo, salvo que paguen… si consiguen entrar a su web de pago). Dice así: "Puede resultar incomprensible y hasta hiriente que reclusos condenados a cientos de años de cárcel por haber convertido la vida de algunos de sus conciudadanos en mero objeto de la inquina totalitaria, se vean legitimados para reclamar que se les aplique la Ley con las máximas garantías para sus derechos como humanos. Como es abominable que la izquierda abertzale muestre con algarabía su satisfacción ante una sentencia que cuando menos debiera invitar a sus supuestos beneficiarios a la moderación. O criticable que el Gobierno Vasco reciba con entusiasmo algo que obliga a todas las instituciones a tener muy en cuenta los desgarros que provoca en las víctimas. Pero la democracia no comenzó a corregir hasta 1995 el lacerante absurdo de que un asesinato merezca los mismos años de cárcel que veintitantas muertes". (Editorial de "El Diario Vasco" del 22/20/13)

Cabría matizar las cuatro afirmaciones pero, por su repetición en otros medios, me limito a la última: "hasta 1995 el lacerante absurdo de que un asesinato merezca los mismos años de cárcel que veintitantas muertes". No es verdad ni antes ni después de 1995 que las sentencias hayan sido las mismas para un asesinato que para veintitantos, pero si puede suceder, tras la aplicación en España de la "Doctrina Parot", en las excarcelaciones. Lo que no es el caso en las habidas hasta el momento en absoluto. Para no perdernos me limito a señalar que Inés del Río condenada por 24 asesinatos, en virtud de la aplicación en España de la doctrina Parot, hubiera salido de la cárcel tras haber cumplido una sentencia de treinta años. La misma sentencia que hubiera cumplido Juan Manuel Piriz López, condenado a principios de los ochenta por el asesinato de un ex militante de la organización ETA (Solaun), entre otros delitos, a 61 años de cárcel. Salio de prisión tras haber cumplido 29 años de cárcel. Con la sentencia del TEDH ha salido un año antes. Repito: Inés del Río condenada por 24 asesinatos a treinta años de prisión por aplicación de la doctrina Parot, salio de la cárcel, gracias a la revocación de la doctrina Parot con 26 años y tres meses. Juan Manuel Piriz, con un solo asesinato (uno solo ya es demasiado), también condenado a treinta años de cárcel, de hecho salio tras pasar 29 en la cárcel, gracias a la revocación de la doctrina Parot.

¿Cual es la sentencia justa?. ¿Dónde comienza la impunidad?. ¿Cabe hablar de impunidad tras haber pasado treinta años de su vida en la cárcel?.
II. Unas reflexiones sobre las victimas



1. ¿Quienes son víctimas?



No ha habido acuerdo en la Comunidad Autónoma Vasca sobre quienes deben considerarse victimas. A veces se limitaba a las víctimas del terrorismo, a veces se añadía a las provocadas por los GAL o el Batallón Vasco Español o la Triple A. También a las que padecieron torturas policiales. Sin olvidar a los familiares de presos, muertos en accidente de carretera cuando iban a visitarlos a las cárceles. Para el Obispo Juan María Uriarte "todos aquellos de cualquier signo que en esta confrontación han padecido una agresión injusta (subraya el A.) que vulnera gravemente sus derechos humanos intangibles requerirían, a mi juicio, el apelativo y el reconocimiento de victima". Pero hay que distinguir unas víctimas de otras.



Según el victimario. Así las victimas ocasionadas por ETA requieren una destacada valoración propia y específica. También las provocadas por el llamado contraterrorismo "pues la violencia fue consumada por fuerzas paraestatales, para policiales o para militares vinculadas en un grado u otro al mismo Estado". De los que yo distinguiría las victimas provocadas por los malos tratos y torturas policiales, algunas con consecuencia de muerte.



Según la gravedad de la violencia padecida. Algunos murieron consecuencia de la violencia padecida. Otros padecieron secuelas físicas, psíquicas, económicas etc., de diversa entidad.



Hay victimas inocentes y otras que no lo son pues hay victimas que también han sido injustamente agresoras.



Es obvio, pero me parece preciso anotarlo, que un policía en el ejercicio de su labor represora, por ejemplo deteniendo a un comando de ETA, con consecuencia de la muerte de un etarra, no es un agresor, no es, en absoluto, un victimario como a veces pretende el mundo etarra. Estamos ante un policía que cumple con su deber, incluso arriesgando su vida. Otra cosa que le aplique, malos tratos o torture al detenido en comisaría, haya o no consecuencia de muerte. Aquí se convierte en victimario, con la gravedad añadida de que es un funcionario de un Estado de Derecho. En alguna ocasión he escrito que la policía debe ser contundente en la calle, (a la hora de detener a un terrorista) y exquisita en comisaría. Desgraciadamente durante demasiados años fue exactamente al revés: "exquisita" en la calle y aplicando malos tratos, cuando no torturas en comisaría.




2. No hay simetría entre las violencias, menos aún equidistancia, entre victimarios y víctimas.



Personalmente sostengo que el terrorismo de ETA tiene su propia especificidad e, independientemente de las actuaciones antiterroristas y de las torturas (con frecuencia más que esporádica), el totalitarismo de ETA y sus actos terroristas (sin olvidar a quienes las jalearon, justificaron o miraron a otro lado) exigen una condena en sí misma considerada, sin necesidad de mirar (aun sin olvidar), ni comparar con otras manifestaciones de violencia. No estamos en una situación de simetría (dos colectivos o dos comunidades que se enfrentan) sino en lo que, a falta de término mejor, denominaría como una situación de violencia asimétrica: un colectivo que, en una situación de democracia, decide hacer uso de la violencia terrorista al objeto de alcanzar unos objetivos políticos. Fue la decisión de ETA en abril de 1977 en las conversaciones de Txiberta. Y después de la amnistía de junio del mismo año, cuando ya no queda ningún preso de ETA en las cárceles, decidió volver al asesinato.



Es esta una cuestión a la que he dedicado mucho espacio. La violencia de ETA no se justifica, en absoluto, por la existencia de una supuesta injusticia política y social hacia el pueblo vasco. La violencia de ETA es consecuencia de una decisión propia de ETA de ejercer el terror con la pretensión de obtener sus objetivos. De ahí que hablemos de violencia terrorista. Y debe ser condenada en si misma, independientemente de lo que hicieran los demás, sin comparaciones, equiparaciones, equidistancias o simetrías. Cada palo debe aguantar su vela.



3. ¿Se justifica la asimetría en las decisiones penitenciarias entre diferentes victimarios?



Dicho lo anterior, ¿se justificaría en consecuencia una asimetría en las sentencias judiciales, luego en el cumplimiento de las penas, esto es, en la política penitenciaria, ante delitos similares?. La respuesta obviamente es negativa pero es imposible no reconocer que en la práctica así ha sido. En el caso de los crímenes de ETA ha habido una acentuación creciente de sus penas. Lo afirmó claramente en un seminario de Deusto, Josep Tamarit Sumalla en su ponencia, que puede leerse en la publicación del Seminario, al afirmar que "en relación con los delitos de terrorismo, tal como se ha denunciado desde diversos sectores jurídicos, dentro del Código penal se ha ido creando un subsistema represivo respecto a estos delitos. El régimen de excepcionalidad punitiva alcanzó su máxima expresión a través de la Ley Orgánica 7/2003, mediante la cual la idea de "cumplimiento efectivo de las penas" se radicalizó hasta dar paso a lo que se ha denominado "cumplimiento íntegro", lo cual ha supuesto situar a los condenados por delitos de terrorismo prácticamente fuera del sistema penológico y penitenciario que, a partir de lo establecido en el artículo 25-2 de la Constitución Española, está fundamentado en la finalidad de favorecer, o al menos hacer posible, la reinserción social del delincuente. La Ley Orgánica 5/2010 ha consolidado este modelo de excepcionalidad represiva en la regulación del periodo de seguridad (artículo 36 del Código Penal) y con la muy discutible introducción de la imprescriptibilidad de los delitos de terrorismo en que se haya causado la muerte de una persona (artículo 131-4 del Código Penal)". Hasta aquí el profesor Tamarit.
Por el contrario las sentencias y, sobretodo, el cumplimiento de las penas, en el caso de los abusos policiales, incluso con consecuencia de muerte, han sido mucho más livianas. Baste recordar, por su notoriedad, el caso del General Rodríguez Galindo, condenado a 71 años de prisión por el secuestro y asesinato de Lasa y Zabala y que el Tribunal Supremo elevó a 75 años. Pero antes de cumplir cuatro años en prisión, por problemas de salud, el Ministerio del Interior, decidió excarcelarlo.

4. Ni el "totum revolutum" de las violencias, ni el olvido de las "otras" violencias.



Todo lo anterior me lleva a rechazar tanto la pretendida (por Batasuna) simetría de las diferentes manifestaciones en Euskadi de la violencia de signo político, con consecuencia de muerte, como la práctica de la asimetría en las condenas y en sus cumplimientos penitenciales según quienes sean los victimarios.



También quiero añadir que, si rechazable es la equiparación entre victimas y victimarios también lo es la disimetría en el juicio penal y penitenciario de los victimarios, entre unos y otros victimarios. Ya es grave, aunque humanamente comprensible, que cada cual se sienta más próximo de "sus" victimas, como para que el Estado de Derecho distinga unos u otros victimarios con delitos y comportamientos penitenciarios similares.



He confesar una evidente incomodidad al escribir estas últimas líneas. Parecería que con estas simetrías, equiparaciones y comparaciones, que obviamente rechazo pero a las que debo hacer referencia, al final, la violencia de ETA, los más 800 asesinatos de ETA, el amedrentamiento de tantas personas (pienso en los han vivido el terror etarra en las localidades pequeñas, así como en empresarios, policías, jueces, periodistas etc.) y toda su consecuencia de victimas, quedaran como subsumidas bajo el magma indiferenciado de la "violencia que hemos padecido en el País Vasco (y no solo en el País Vasco, claro está), estos últimos cincuenta años" por quedarme esas fechas. Es obvio que no. Ya he escrito más arriba que la violencia de ETA tiene su singularidad propia, no explicable, menos aún justificable en otras violencias. Pero hay que decir también que la violencia terrorista de ETA no es la única violencia ilegítima que ha padecido el País Vasco en estos años.



Si queremos ir mas allá de llorar "nuestras" victimas y fustigar "sus" victimarios, (debiéramos hacer el esfuerzo personal de entender que todos y todas son nuestras víctimas y que todas y todos los victimarios son de nuestra condición humana), adoptar un Derecho Penal justo (no me atrevo a entrar, por incompetencia personal manifiesta, en el huerto de la justicia restauradora o en el de la transicional) y pretendemos superar la mera coexistencia pacífica (de eso ya sabemos algo los que vivimos el franquismo) al objeto de avanzar hacia la convivencia y la reconciliación social, habremos de tener en cuenta la complejidad del tema…y aprender algo de los que ya han transitado por situaciones similares, aún sabiendo que nunca hay dos iguales. Tema complejo sí, y que escapa a los límites de estas líneas. Baste apuntar el riesgo que conlleva evacuarlo con miradas parciales, en el doble sentido del término "parcial" en castellano. Ahora quiero avanzar con unas reflexiones sobre la reconciliación y el perdón, sin olvidar la que realiza Mozart al término de su "Clemenza de Tito".




III: Las condiciones de la reconciliación


1 ¿Contraviene la reconciliación a la justicia?

Para algunos la reconciliación contraviene a la justicia pues:



  • la consideran innecesaria. Grupos sociales enfrentados no tendrían por qué reconciliarse. La reconciliación es cosa de personas individuales. Se trata de algo privado e intersubjetivo. Más una exigencia cristiana que un requerimiento social.

  • la reconciliación es imposible, pues exige ir a la raíz del conflicto y llegar a una interpretación compartida de su origen, lo que la historia muestra que parece inviable, al menos a corto y medio plazo cuando aun las cicatrices son visibles.

  • La reconciliación puede parecer una infidelidad a los deudos de las víctimas del conflicto con el riesgo añadido de que se pierdan en el olvido.

  • La reconciliación es un sinsentido en el caso vasco donde nunca ha habido dos bandos sino uno que ha agredido y el otro que se ha defendido. Lo único que cabe es que los agresores pidan perdón y, en su caso, los agredidos pueden, o no, perdonarles. (JE)

  • Además algunas víctimas siente la reconciliación como una imposición humillante. Muchas víctimas experimentan una poderosa resistencia a perdonar. También muchos victimarios a pedir perdón.

  • Sin olvidar a los que reconciliación equivale impunidad.





2 La reconciliación exige:


  • En todo Estado de Derecho, con una Administración de la Justicia, mínimamente justa, la reconciliación pre-supone saldar las cuentas con la justicia.

  • Aceptar la totalidad de los hechos violentos. No limitarse a subrayar los que "los nuestros", "los míos" han padecido. También los que "los otros" han sufrido. Sin la enumeración pormenorizada (aunque siempre abierta a la precisión) de las violencias habidas (y mas concretamente las conculcaciones de los DDHH y su aceptación como tal conculcación) es imposible dar el paso siguiente de la valoración ética de los diferentes sufrimientos padecidos. No saldríamos del reducto de los míos.

  • No solamente reconocer el daño causado (eso es lo mínimo exigible para comenzar a hablar) sino la afirmación de que nunca más se volverá a utilizar la violencia terrorista o la injusta violencia antiterrorista. La reconciliación exige una promesa de futuro. No se puede asesinar ni torturar en nombre de una idea.

  • Debajo de la afirmación anterior está el principio de que los DDHH de las personas, de cada persona en su individualidad, son inviolables. Es la primacía de la persona humana por encima de cualquier otra causa o motivación. Si no se acepta este principio básico no solamente no es posible la reconciliación. Tampoco es posible la resolución pacífica de los conflictos mediante diálogos deliberativos, respetuosos de todos, especialmente de los más vulnerables o los más débiles.

  • "Reconciliarse supone previamente descubrir nuestra condición común de personas". La reconciliación exige, como condición "sine qua non", la superación de la dialéctica "nosotros" y los "otros".

  • La reconciliación exige reconocer, reparar y ayudar a las víctimas.





3 Transformar el sufrimiento en dolor


Según Schreiter "en el sufrimiento la victima no encuentra sentido para seguir viva y activa. Está bloqueada, paralizada por la intensidad de su tragedia". El sufrimiento se convierte para Schreiter en dolor "cuando la víctima, dentro de su aflicción, reencuentra motivos para vivir, amar, trabajar, mirar al futuro y servir. La vida recobra sentido. Los hijos, la profesión, el servicio cívico o eclesial, la ayuda a otras víctimas o a la entrega a la causa de la reconciliación la motivan para vivir y para amar"



Esta elaboración del duelo, señala Uriarte, debe hacerse con tacto. Para no caer en el "cenáculo de la amargura" cuando a la víctima se le reafirma en el bloqueo del sufrimiento con un recuerdo constante, desmesurado y, ¡ay!, demasiadas veces teñido de odio hacia el victimario. Es un camino que conduce con alta probabilidad a que la victima se convierta en cárcel de sí misma. Es lo que sucede cuando se pasa de la condición de víctima al estatus de víctima como he tenido ocasión de escribir reiteradamente.



El "ministerio de la escucha": la víctima necesita contar una y otra vez las atrocidades que ha vivido y contárselas a alguien que sepa escuchar con atención, cercanía pero sin retroalimentar el rencor y el sufrimiento. Como dice Uriarte "la sanación comienza con la curación de la memoria".



Al agresor, además de ajustarle las cuentas con la justicia, también hay que sanarle. Tiene que ser autocrítico con su comportamiento, reconocer el mal que ha causado, decidir no volver a hacerlo. Es sabido que, en determinadas circunstancias, el encuentro entre victimarios y víctimas ha producido efectos benéficos para ambos.



"Ningún programa de reconciliación puede llevarse a cabo con éxito si los líderes encargados de realizarla no son personas reconciliadas. La reconciliación en Sudáfrica hubiera sido imposible si no hubiera sido promovida y liderada por una persona reconciliada como Nelson Mandela.




4. Reconciliación y verdad, justicia, perdón y diálogo


Uriarte nos recuerda que la verdad, esto es, "un riguroso relato del pasado es necesario para la reconciliación: el acuerdo de los expertos en esta punto es total". Más aún: "Arrojar la luz sobre la verdad no es solo una condición sino parte integrante del proceso de reconciliación".



Superar el resentimiento y trabajar en el suficiente desapasionamiento en la necesaria búsqueda de la verdad. "Tal búsqueda no está exenta del riesgo de convertirse en una arma arrojadiza que impide la reconciliación, por lo que resulta necesario que la memoria que recuerda e investiga haya depuesto su carga de rencor y resentimiento y se haya abierto a escuchar la verdad de todos" (Uriarte). Escuchar la verdad de todos es una de las exigencias más difíciles de cumplir en esta era post-ETA, quiero decir en esta era en la que ETA ha declarado que no iba a atentar ya mas. Particularmente no pocas de las victimas de ETA entienden que así hacerlo supondría subsumir la violencia de ETA entre las demás violencias hasta anularla. Es un tema clave al que hay que volver, pues vivimos en el resentimiento.


La Fundación Joxe Mari Kortaren Bidetik (Por el camino de Joxe Mari Korta) se constituyó con el objeto de difundir los valores e ideas que tanto defendió durante su vida, Joxe Marti Korta, hasta que fue asesinado por ETA el 8 de agosto de 2001. Todos los años, ese 8 de agosto, algunos amigos de la fundación nos reunimos justo donde fue asesinado, en la entrada de su empresa. El año 2013 la fundación difundió en un comunicado, un "Decálogo sobre Convivencia y Reconciliación" del que transcribo el punto 8. Dice así: La convivencia pacífica no puede construirse si no es sobre el diálogo y el respeto. Hay que hablar con todos los que quieren construir esa paz, aunque resulte doloroso. El verdadero diálogo hoy exige dos condiciones: a) superar el silencio del miedo y recuperar el silencio del respeto; sin esto último no es posible el respeto y consideración a las víctimas; y b) utilizar las palabras con honestidad y precisión, procurando, en la medida de lo posible, dar entrada a aquellas que nos puedan acercar. Hay que evitar las palabras que sólo buscan ofender y, en consecuencia, sólo dificultan la convivencia". No hace falta decir que suscribo plenamente la declaración. La demanda del "silencio del respeto", evocado en el Decálogo, ha presidido y originado algunos silencios del presente texto.


IV. Unas reflexiones sobre la cuestión del perdón



Abordaré esquemáticamente tres cuestiones: pedir perdón, el acto de perdonar y el dilema entre la piedad y el rigor, sin olvidar la necesidad de saldar las deudas.




1. Pedir perdón


El General Paul Aussaresses, fue responsable del servicio de información durante la guerra de Argelia entre los años 1955 y 1957. El año 2001, luego 44 después de la finalización de la guerra, publicó el libro "Servicios especiales: Argelia 1955-1957", en el que reivindica las torturas practicadas bajo sus órdenes, sin remordimiento alguno. Escribió: "todo lo que hice era conforme a la deontología de todo militar en condiciones de guerra", lo que levantó airadas reacciones en Francia. Pero el general Aussaresses, entonces con 83 años de edad, se mantuvo en sus trece: "un juicio no me da miedo. Volvería a decir lo mismo que he escrito en mi libro", declaró.



Valerio Morucci es uno de los cuatro terroristas de las Brigadas Rojas que secuestró en 1978 a Aldo Moro. Tras asesinar a Moro (probablemente su jefe Mario Moretti fue el ejecutor material), llamó a la familia de Moro para decirle donde se encontraba su cadáver que él mismo condujo en una furgoneta. Condenado a cadena perpetua "se disoció" públicamente de las Brigadas Rojas y salió de la cárcel quince años después. Entrevistado por Le Monde (28/11/11) tomándose un café en una terraza de Paris, reconoce que "fueron vencidos", que "ejecutando a Moro nos ahogamos en la sangre", pero "sin pesar ni remordimiento" afirma que "la lucha armada tenía un sentido en aquellos tiempos".




Me refiero, a continuación, a uno de esos libros que cabe describir como escalofriante e imprescindible. Entender el horror desde dentro. Es el relato de Hoess, comandante del campo de exterminio de Auschwitz del que traigo aquí estos fragmentos: "Cuando durante el verano de 1941 (los historiadores piensan que probablemente Hoess se confunde y se trata de 1942) Himmler me ordenó personalmente preparar en Auschwitz una instalación destinada a la exterminación en masa, y me encargó, a mi mismo, de esta operación, yo no podía hacerme la menor idea de la envergadura de semejante empresa y del efecto que tendría.



Había ciertamente en esta orden algo de monstruoso que sobrepasaba de lejos las medidas precedentes. Pero los argumentos que me presentó me hicieron aparecer sus instrucciones como perfectamente justificadas. Yo no tenía que reflexionar; yo tenía que ejecutar la consigna. Mi horizonte no era suficientemente vasto para permitir que formara un juicio personal sobre la necesidad de exterminar todos los judíos.



Desde el momento que el mismo Führer se había decidido a una solución final del problema judío, un miembro "chevroné" del partido nacional-socialista no tenia cuestiones que plantearse máxime si era un oficial de de las SS. Führer ordena, nosotros te seguimos, significaba para nosotros muchos más que una simple formula, que un eslogan. Para nosotros esas palabras tenían valor de compromiso solemne" (Pág. 177)….. "En las conversaciones entre oficiales, cundo eran francas y directas, me planteaban la misma cuestión: "¿es verdaderamente necesario eliminar centenares de miles de mujeres y de niños?". En el secreto del corazón je me lo planteaba también, constantemente. Pero para consolarles y tranquilizarles no tenía más que una respuesta posible: invocar las ordenes del Fuhrer. Estaba obligado a decir que la exterminación de los judíos era necesaria afín de liberar, de una vez por todas, Alemania y nuestra posteridad de nuestros mas encarnecidos enemigos" (Pág 187-188)



"Como en el pasado, me mantengo fiel a la filosofía del partido nacional-socialista. Cuando, desde hace 25 años se ha adoptado una idea, a la que uno se adhiere cuerpo y alma, no se renuncia porque aquellos que debieron realizarla, los dirigentes del Estado nacional-socialista, hayan cometido errores y actos criminales que han levantado contra ellos el mundo entero y hundido en la miseria, por decenas de años, el porvenir del pueblo alemán. Por mi parte, soy incapaz de tal renuncia". (Pág. 216)



Hasta aquí Hoess.


He aquí tres ejemplos, uno de un responsable de torturas y torturador, otro de un terrorista con delitos de sangre y el tercero del comandante de Auschwitz quienes, años después, los dos primeros muchos años después, ya que Hoess fue ahorcado el año 1947, justifican sus acciones en razón de una causa superior y no piden perdón. Incluso podrían reconocer el daño causado y pedir perdón pero, en el fondo de sí mismos, piensan que hicieron lo que tenían que hacer y legitiman sus acciones y su relato.


Iñaki García Arrizabalaga (hijo del delegado de Telefónica en Gipuzkoa, asesinado en 1980) piensa que para la izquierda abertzale pedir perdón "es una humillación, cuando yo creo que es todo lo contrario, es un signo revolucionario" (El Diario Vasco 24/12/11), el mismo Iñaki que en otra entrevista (El País 25/09/11) decía, refiriéndose a encuentros que se están llevando a cabo en Nanclares, que "era la primera vez que un terrorista me pedía perdón" y que "ojala hubiera más presos de ETA que transitaran por este mismo camino".


En efecto son pocos los terroristas, torturadores u otros cercanos a ellos, que pidan perdón. Pero, ¿aceptarían las víctimas esa petición de perdón?. ¿La concederían?.



2. ¿Perdonar?


Presento aquí tres reflexiones de diferentes víctimas sobre si entienden que deben perdonar. Dos tras la segunda guerra mundial. La tercera, una víctima de ETA.


Vladimir Yankélévitch (1903-1985), filósofo, músico y musicólogo, Catedrático de Filosofía Moral en la Sorbona entre 1951 y 1979, escribió un texto el año 1971, titulado "¿Perdonar?" retomando unas reflexiones suyas con motivo de la polémica en Francia, el año 1965, "relativas a las prescripción de los crímenes hitlerianos". Prácticamente al final de su texto escribe "…no hay reparaciones para lo irreparable. Nosotros no queremos vuestro dinero. Vuestros marcos nos horrorizan y más aún la intención muy alemana de ofrecérnoslos. No, las vacaciones no son todo; el turismo tampoco, ni los buenos viajes, ni los festivales, aunque sean austriacos (probablemente Yankélévicht, piensa en los festivales de Salzburg). (….) Y como no se puede ser amigo de todos hemos optado por incordiar a los amateurs de hermanamientos franco-alemanes, en vez de herir a los supervivientes del infierno".



Albert Camus en "Cartas a un amigo alemán" (un amigo real en su vida), concretamente en la 4ª Carta, escrita en Julio de 1944, escribe "Al mismo tiempo que juzgaré atroz vuestra conducta, me acordaré de que vosotros (los nazis, precisa Camus) y nosotros (los europeos libres, de nuevo Camus) partimos de la misma soledad, que vosotros y nosotros, vivimos con toda Europa en la misma tragedia de la inteligencia. Y, a pesar de vosotros mismos, yo os seguiré manteniendo la denominación de hombre. Para ser fieles a nuestra fe (en los ideales de justicia) nos hemos esforzado en respetar en vosotros lo que vosotros no habéis respetado en los demás. (…). Al final de este combate, en el seno de esta ciudad (Paris) que presenta el rostro del infierno, por encima de todas las torturas infligidas a los nuestros, a pesar de nuestros muertos desfigurados y de nuestras aldeas de huérfanos, yo puedo deciros que, en el momento mismo en el que vamos a destruiros sin piedad, no nos embarga el odio hacia vosotros. Y si mañana, como tantos otros, fuéramos a morir, seguiríamos sin odio". No puedo leer estas líneas de Camus sin estremecerme
El 21 de octubre de 2011, al día siguiente del anuncio de ETA del cese definitivo de su actividad armada, participé en un programa de TV3 en Barcelona. Estaba en el plató Eulalia Lluch, una de las hijas de Ernest Lluch, asesinado por ETA. En su intervención animó a la sociedad vasca para hablar y dialogar sin deseos de venganza sobre el futuro abierto, insistió en desear lo mejor para todos y que quería transmitir toda su energía positiva para recorrer el camino pendiente. Quería ayudar, no presionar ni dirigir hacia ninguna parte. Nos impactó a todos.

"Ninguna palabra de más, ninguna manifestación de odio, ninguna descalificación innecesaria, nada de que nadie se pudriera en ninguna cárcel. Dijo en algún momento, y lo apuntó con la máxima humildad y prudencia, que, desde su punto de vista, lo que ahora parecía abonarse y apoyarse por casi todos -o cuanto menos por muchos- era lo que su padre defendió con tenacidad y coraje, y con mucha incomprensión. No le faltaba razón". (Texto que leí y anoté en relación a la intervención de Eulalia pero he perdido la referencia de quien y donde lo manifestó).
No hay acuerdo entre los victimarios en pedir perdón, ni lo hay entre las victimas en concederlo. En efecto, constatamos que ni las victimas ni los victimarios conforman universos uniformes. Por un lado, los miembros de ETA, los presos de ETA, no piensan ni actúan de la misma manera cuando se refieren a sus víctimas. Algunos, muy pocos, han pedido perdón. Otros lamentan lo sucedido, reconocen el daño causado. Muchos miran a otro lado y piensen que hicieron lo que tenían que hacer.

Las victimas tampoco piensan todas de la misma manera. Algunas piden el cumplimiento integro de las penas, incluso que "se pudran en las cárceles". Otras no quieren saber nada de la petición de perdón de sus victimarios. Sin que falten las que perdonan y quieren que se abra otra vida para todos. ¿Se puede conciliar el mal causado con la justicia y la reconciliación?. Rotundamente sí. Las experiencias que hemos visto relatadas en el ya citado libro "Los ojos del otro" lo muestran. Algunos más hemos ofrecido en este texto y podríamos ofrecer bastantes más.


3. La piedad y el rigor
El colectivo "Egin Dezagun Bidea", convocante de la gran manifestación en Bilbao del domingo 8 de enero de 2012 en apoyo a los presos de ETA, realizó al día siguiente unas reflexiones al respecto. Del resumen de Europa Press, extraigo lo siguiente: "Asimismo, han recordado a las formaciones, agentes e instituciones que afirman que los derechos de los presos deben ser respetados, pero no estuvieron en la manifestación, que es el momento "de pasar de las palabras a los hechos" y "convertir de forma práctica los discursos mostrando respeto a movilizaciones tan gigantescas". Dos ideas me irritaron.

En primer lugar, es cierto que hay que mostrar "respeto a movilizaciones tan gigantescas" pero, me permito recordar, la manifestación, también en Bilbao, el 12 de julio de 1997, donde una multitud exigimos a ETA la liberación de Miguel Ángel Blanco y a las dos horas, con desprecio absoluto a su vida y a la voluntad de los ciudadanos vascos, lo asesinó fríamente en un monte de Gipuzkoa. La izquierda abertzale ni participó en aquella manifestación ni condenó el asesinato. Y no basta decir que eran otros tiempos. Los Derechos Humanos de las personas son vigentes en todo tiempo, lugar y circunstancias. También para "sus" presos, sin duda alguna pero es intolerable que solamente, como colectivo, piensen en ellos.

Pero, y en segundo lugar, la izquierda abertzale no es quién para exigir, a los que nunca han hecho excepciones en los Derechos Humanos, "pasar de las palabras a los hechos". Para ello hace falta un pedigrí que los de la izquierda abertzale no tienen en absoluto. No solamente no asistieron a las muchas manifestaciones en las que la sociedad vasca pidió el fin de ETA es que, incluso, en algunas de esas manifestaciones se colocaron en frente, llegando a proferir gritos de "ETA mátalos". Pienso por ejemplo en las que, semana tras semana, ciudadanos vascos pedíamos la liberación de Aldaya o de Iglesias Zamora.

Porque quiero mirar al futuro no puedo olvidar el pasado y, ahora, de la izquierda abertzale espero, de entrada, humildad. El perdón que ahora piden para "sus" presos hay que ganárselo. Amelia Valcárcel al final de su libro "La memoria y el perdón", refiriéndose al perdón colectivo (no al individual, quiero subrayarlo), escribe que "podemos perdonar con condiciones, las propias del perdón: la confesión, el arrepentimiento y la disposición a reparar lo hecho". Es lo que debe hacer, como colectivo, la izquierda abertzale.

Escribí, en abril de 2012, de Bake Hitzak, de Gesto por la Paz, que "la izquierda abertzale debe pedir perdón a la sociedad vasca en su conjunto y, más en particular, a las víctimas que ETA ha generado, por el inmenso daño que ha causado ella –, la izquierda abertzale, no solamente ETA - en estos años pasados. También pediría, sea al Gobierno, sea a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, que también pidieran perdón por los agentes que, en uso indebido de la violencia - torturas y malos tratos- protagonizaron". Añado, parafraseando a Amelia Valcárcel, que las deudas hay que pagarlas, aunque puedan ser condonadas. Eso sí, con condiciones.




4. Recordando a Mozart


Vladimir Yankelevitch, internamente desgarrado, en el prologo de su libro "Lo imprescriptible" de 1971, ya mencionado, escribe: "entre el absoluto de la ley del amor y el absoluto de la libertad del mal, hay un desgarro que no puede ser enteramente resuelto. No pretendemos reconciliar la irracionalidad del mal con el amor todopoderoso. El perdón es fuerte como el mal, pero el mal es fuerte como el perdón".



A los vascos, a la sociedad vasca, (por favor, sin pedir a las víctimas que lo sean dos veces), corresponde la decisión de saber qué prioriza: si perpetúa el pasado del mal o, sin olvidarlo, se adentra en el presente y futuro del perdón. Mozart, en su última ópera, pone en boca del emperador Tito, tras perdonar a su mejor amigo y a su futura esposa que intentaron asesinarle, estas palabras: "si el mundo quiere acusarme de algún error, que me acuse de piedad, no de rigor". Habrán adivinado que esa es mi posición.
5. Para purificar la Memoria


El año 2000 la Comisión Teológica Internacional redactó un documento que llevaba por título "Memoria y Reconciliación. La Iglesia y las culpas del pasado". Aunque ya por el titulo se aprecia cual es el objeto y objetivos del texto, sin embargo hay reflexiones en el mismo que creemos de un gran interés, no solamente para una lectura cristiana de los hechos del pasado. Concretamente las reflexiones que tiene que ver con la necesidad de purificar la Memoria y los principios que, a juicio de la Comisión, habría que mantener. Los traslado, literalmente, en sus partes esenciales
"Purificar la memoria significa eliminar de la conciencia personal y común todas las formas de resentimiento y de violencia que la herencia del pasado haya dejado, sobre la base de un juicio histórico-teológico nuevo y riguroso, que funda un posterior comportamiento moral renovado. Esto sucede cada vez que se llega a atribuir a los hechos históricos pasados una cualidad diversa, que comporta una incidencia nueva y diversa sobre el presente con vistas al crecimiento de la reconciliación en la verdad, en la justicia y en la caridad entre los seres humanos…(…)

La combinación de juicio histórico y juicio teológico en el proceso interpretativo del pasado queda unida aquí a las repercusiones éticas que puede tener en el presente, y que implican algunos principios, correspondientes en el plano moral a la fundación hermenéutica de la relación entre juicio histórico y juicio teológico. Estos principios son:

a) El principio de conciencia

La conciencia, tanto como juicio moral cuanto como imperativo moral, constituye la valoración última de un acto en relación con su bondad o maldad ante Dios. En efecto, tan sólo Dios conoce el valor moral de cada acto humano, aun cuando la Iglesia, como Jesús, pueda y deba clasificar, juzgar y en ocasiones condenar algunos tipos de comportamiento (cf. Mt 18,15-18).

b) El principio de historicidad

Precisamente en cuanto cada acto humano pertenece a quien lo hace, cada conciencia individual y cada sociedad elige y actúa en el interior de un determinado horizonte de tiempo y espacio. Para comprender de verdad los actos humanos y los dinamismos a ellos unidos, deberemos entrar, por tanto, en el mundo propio de quienes los han realizado; solamente así podremos llegar a conocer sus motivaciones y sus principios morales. Y esto se afirma sin perjuicio de la solidaridad que vincula a los miembros de una específica comunidad en el discurrir del tiempo.

c) El principio de cambio de «paradigma»

Mientras que antes de la llegada del Iluminismo existía una especie de ósmosis entre Iglesia y Estado, entre fe y cultura, moralidad y ley, a partir del siglo XVIII esta relación ha quedado notablemente modificada. El resultado es una transición de una sociedad sacral a una sociedad pluralista o, como ha sucedido en algunos casos, a una sociedad secular; los modelos de pensamiento y de acción, los llamados paradigmas de acción y de valoración, van cambiando. Semejante transición tiene un impacto directo sobre los juicios morales, aun cuando este influjo no justifica en modo alguno una idea relativista de los principios morales o de la naturaleza de la misma moralidad.

El proceso entero de la purificación de la memoria, en cuanto exige la correcta combinación de valoración histórica y de mirada teológica, ha de ser vivido por parte de los hijos de la Iglesia no sólo con el rigor que tiene en cuenta de modo preciso los criterios y los principios indicados, sino también con una continua invocación de la asistencia del Espíritu Santo, para no caer en el resentimiento o en la autoflagelación y llegar más bien a la confesión del Dios cuya «misericordia va de generación en generación» (Lc 1,50), que quiere la vida y no la muerte, el perdón y no la condena, el amor y no el temor. En este punto se debe poner igualmente en evidencia el carácter de ejemplaridad que la honesta admisión de las culpas pasadas puede ejercer sobre las mentalidades en la Iglesia y en la sociedad civil, reclamando un compromiso renovado de obediencia a la Verdad y de respeto consiguiente hacia la dignidad y los derechos de los otros, especialmente de los más débiles. En tal sentido, las numerosas peticiones de perdón formuladas por Juan Pablo II constituyen un ejemplo que pone en evidencia un bien y estimula a su imitación, reclamando de los individuos y de los pueblos un examen de conciencia honesto y fructuoso, que abra caminos de reconciliación.

A la luz de estas clarificaciones en el plano ético se pueden ahora profundizar algunos ejemplos, entre los cuales se encuentran los mencionados en la Tertio millennio adveniente 69, en los que el comportamiento de los hijos de la Iglesia parece haber estado en contradicción con el Evangelio de Jesucristo de un modo significativo".

Quiero añadir, aún de forma excesivamente breve, unas líneas sobre la reconciliación desde la óptica cristiana del perdón.




6. Los cristianos y el perdón


Escribe Paul Ricoeur, en las últimas páginas de su libro sobre el olvido y el perdón. ¿Puede hablarse de un olvido feliz que no sea amnesia, cuando se trata de olvido de aflicción, de olvido del daño recibido, como puede hablarse de un memorial feliz, de un recuerdo, sostenido y vivificado de la buena historia pasada?. Ricoeur introduce aquí el concepto de perdón y con él termina su trabajo, citando la expresión bíblica del Cantar de los Cantares: "el amor es tan fuerte como la muerte" y concluye diciendo que entonces,"el olvido de reserva puede ser tan fuerte como el olvido por ocultamiento".



Sí, el perdón nos introduce en otra dimensión. Creo que los cristianos vascos tenemos una tarea primordial: más allá de la justicia (insoslayable, por supuesto) sentar las bases de la reconciliación entre victimas y los victimarios. Sería bueno que leyéramos y meditásemos, despacio, a Mateo 5/ 21-46 o Lucas 6/27-36. Encontraremos frases incómodas como esta: "si yendo a presentar tu ofrenda al altar, te acuerdas allí de que tu hermano tiene algo contra ti, deja tu ofrenda allí, ante el altar y ve primero a reconciliarte con tu hermano; vuelve entonces y presenta tu ofrenda" (Mt. 5-23-24). O esta otra en Lc. 6/ 32-33, "si queréis a los que os quieren, ¡vaya generosidad!. También los descreídos quieren a quien los quiere. Y si hacéis el bien a quien os hace el bien, ¡vaya generosidad!. También los descreídos lo hacen". Y a estas alturas de mi vida ya no me basta con oír que la política se mueve en otros parámetros.



No me vale, porque vale la pena recordar el cierre del alegato de Nelson Mandela ante la Suprema Corte de su país el año 1964. "Durante toda mi vida me he dedicado a esta lucha del pueblo africano. He peleado contra la dominación blanca, y he peleado contra la dominación negra. He buscado el ideal de una sociedad libre y democrática, en la que todas las personas vivan juntas en armonía e igualdad de oportunidades. Es un ideal que espero poder vivir para ver realizado. Pero si es necesario, es un ideal por el cual estoy preparado para morir". Le esperaban 27 años de cárcel antes de lograr la abolición del apartheid.



Quiero añadir dos testimonios antes de ir cerrando estas páginas. Javier Rojo, en su día presidente del Senado, dice a Natividad Rodriguez, esposa de Fernando Buesa, poco después de que su marido hubiera sido asesinado por ETA: "Nati, no sabes el odio que tengo, el rencor que tengo, la rabia y el odio que tengo dentro de mi contra estos por lo que nos han hecho". Se comprende, pero le responde Natividad "Javier te estás equivocando, el odio no te perjudica mas que a ti, no te conduce a ninguna solución, y hará que te equivoques en tus decisiones, tenemos que trabajar para que no haya más muertos, que sería lo que Fernando hubiera querido y, sobretodo, que no hagamos lo que ellos quieren que hagamos, que es violentar y romper a una sociedad".



El otro testimonio lo traslado de una noticia que archivé. Está tomado de "El Diario Vasco". Dice así. "Pat Magee mató al padre de Jo Berry cuando en 1984 colocó una bomba durante la conferencia del partido conservador británico en un hotel de Brighton. Magee fue condenado a cadena perpetua en 1986 y liberado en 1999 gracias a los acuerdos de paz en Irlanda del Norte. Mientras tanto, Berry había iniciado un largo viaje para comprender por qué murió su padre. Ambos se vieron por primera vez en 2000 y pusieron en marcha la organización «Construyendo puentes para la paz». Están en San Sebastián, donde participarán hoy en una jornada sobre no violencia activa que se celebra en el Palacio de Miramar organizada por "Bidea Helburu".

Voy a terminar leyendo el párrafo (con unos añadidos) con el que cerré mi aportación a la Ponencia de Víctimas del Terrorismo en el Parlamento Vasco el 27 de Noviembre de 2.003 y que utilicé también cuando me concedieron el Premio Eusko Ikaskuntza-Caja Laboral de Humanidades, Cultura, Artes y Ciencias Sociales el año 2009.



"El terrorismo lo contamina todo. El corazón y la razón. Hay dos tentaciones no sé cual peor. Una es la de no querer saber nada de nada. Otra querer saber solamente lo que conforta las convicciones y posiciones personales. Pero no se me haga decir lo que no digo. Víctimas y verdugos no son lo mismo, evidentemente. La sociedad no puede dispensar el mismo trato a los que son víctimas de terrorismo que a los terroristas. Los primeros tienen derecho al reconocimiento y apoyo social en todos los órdenes. Los segundos, una vez detenidos, deben saldar sus deudas, en la forma que decida la justicia. Pero todos son personas humanas, víctimas y terroristas. La única respuesta correcta está en el imperio del estado de derecho y en el escrupuloso respeto, siempre y en todas las circunstancias, de los derechos inviolables de la persona humana. Conviene recordar con la historiadora Lynn Hunt que "los DDHH precisan de tres cualidades entrelazadas. Los derechos deben ser naturales (inherentes a los seres humanos), iguales (los mismos para todos) y universales (válidos en todas partes)"



Cuando asesinaron a Ellacuría y compañeros, el año 1989, en la UCA de El Salvador, José María Tojeira era el provincial de la Compañía de Jesús y le tocó recoger los cadáveres y gestionar el triste acontecimiento frente al gobierno de extrema derecha. De 1997 a 2010 fue sucesor de Ellacuría como rector de la UCA. Tojeira tuvo una intervención histórica en el Centro Pignatelli en febrero de 1996 donde explicó la expresión "Verdad, justicia, perdón", ya histórica, y que dio título a su aportación al libro "Los derechos humanos, camino hacia la paz" (1997). En esa publicación conocí la expresión "Verdad, justicia, perdón" y la utilicé en un texto mío: "El Rector de la UCA de El Salvador, tras el asesinato de Ellacuria, de otros jesuitas y trabajadores de la universidad, hace 25 años, propuso la Verdad, la Justicia y el Perdón, como el camino para la reconciliación. Un grupo de expertos del Consejo Mundial de las Iglesias, en Ginebra en febrero del año 2009, hicieron suya la propuesta a la que me adhiero, pensando en la reconciliación en Euskadi, aunque yo añado el reconocimiento por parte de los victimarios del daño causado a sus víctimas. Sin excepciones". Nunca pude imaginar que un día iba a tener el honor de compartir Mesa con José María Tojeira.



Termino como estoy concluyendo desde hace años conferencias de este calado: "Sin más dilaciones tengamos ya el coraje intelectual para buscar siempre la verdad, admitir que la verdad encontrada será a todas luces incompleta y que requiere la confrontación con la verdad que otros, especialmente si están en posiciones distintas a las propias, hayan podido encontrar. Y siempre un poco de humanidad, mucha humanidad".



Donostia San Sebastián 3 de Noviembre de 2013

Javier Elzo

Catedrático Emérito de Sociología de la Universidad de Deusto







 



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