lunes, 18 de noviembre de 2013

La reconciliación: Glencree, Deusto, Zaragoza


La reconciliación: Glencree, Deusto, Zaragoza


48 horas muy positivas por la paz (7- 9 de Noviembre en Deusto y en Zaragoza)

 “El Centro Glencree por la Paz y la Reconciliación se encuentra en un valle en las montañas de Wicklow, en las afueras de Dublín. Es la iniciativa de un grupo de personas con características individuales y adscripciones ideológicas diversas que han padecido la vulneración de derechos humanos. El grupo es plural y heterogéneo”. Con estas palabras se inicia el texto que servirá de base al Manifiesto (está en la web, basta escribir Manifiesto de Glencree) que se publicará y dará a conocer a la opinión pública española, fechado en Donostia-San Sebastián el 16 de junio de 2012. 

El Centro de Glencree, en medio de la nada, fue en su día un cuartel militar, después un hospital y en la actualidad un Centro que trabaja por la paz y la reconciliación allí donde ha habido conflictos armados que han generado víctimas de diferentes partes del conflicto. La experiencia ligada al conflicto vasco comenzó a mediados del año 2007 con un colectivo de diez víctimas, unas de ETA, otras de los Gal, Batallón Vasco  o de abusos de la Fuerzas de seguridad del Estado, a las que después se adhirieron otras quince más.

Como cuenta Galo Bilbao, profesor de Ética en la Universidad de Deusto “el motor de arranque que posibilita eliminar las vendas ideológicas que impiden ver al otro como víctima y reconocerlo como tal, es el ejercicio de narración del propio relato de victimación padecido y el consecuente proceso de victimación o construcción de la identidad de víctima, acompañado del correspondiente ejercicio de escucha del relato del resto de participantes. El contacto personalizado se muestra como un elemento importante para facilitar una puesta en cuestión de los estereotipos mutuos”[1].

Del breve Manifiesto de junio de 2012 que firmaron al término de la experiencia, traslado aquí algunos párrafos:

“Somos capaces de identificar algunos rasgos que nos caracterizan a todos. Somos personas afectadas, personalmente o a través de un familiar directo, por un hecho violento traumático e intencionado (asesinato, tortura, amenaza…) que causó un sufrimiento injusto y prolongado. Posteriormente hemos padecido la negación, el olvido o el abandono por parte del perpetrador y hemos recibido respaldo desigual de la sociedad y de las instituciones. Queremos hacer con nuestra realidad individual y con nuestra experiencia en común una contribución positiva en favor de la convivencia.

Hemos llegado a esta conciencia compartida escuchando al otro, dialogando y buscando el encuentro, más allá de divergencias ideológicas legítimas, que ni disfrazamos ni artificialmente acallamos.

El conocimiento directo de las diversas experiencias individuales nos permite proclamar que la violencia padecida por todos nosotros es injustificable y que por ello demanda el cumplimiento y la satisfacción de derechos (a la verdad, a la justicia, a la memoria, al reconocimiento y la reparación), para todos de manera equitativa.

Aspiramos, porque así lo hemos experimentado en esta iniciativa, a una convivencia pacífica, respetuosa y constructiva en el seno de una sociedad plural, libre y justa.

Para el logro de esta aspiración social son deseables y necesarios los gestos de reconocimiento del daño causado y la asunción de responsabilidad por parte de todos los perpetradores de la violencia injustamente padecida por tantas personas.

Una invitación a la sociedad

Queremos invitar a la sociedad en su conjunto, a sus asociaciones e instituciones, a los ciudadanos individualmente, a realizar su propia revisión autocrítica del pasado mediante un compromiso ineludible con la verdad y con la justicia. Sanar las heridas obliga a un proceso que no está exento de tensiones o conflictos. Nosotros los hemos vivido tal vez como nadie. Esperamos que esta experiencia compartida anime a otros y a otras a hacer sus propios procesos”. (Hasta aquí el Manifiesto de Glencree).

xxxxx

El 7 de Noviembre de 2013 asistí en Deusto Forum, de la Universidad de Deusto a la presentación de la experiencia Glencree a la comunidad universitaria así como al publico interesado. Saludé a amigos que trabajan estos temas en la universidad, gente asidua a Deusto Forum y algunas personalidades relevantes del País Vasco como el Presidente del Tribunal Superior de Justicia, el Fiscal General, el Subdelegado del Gobierno español en Bizkaia etc., indicador evidente del interés que la experiencia suscitaba entre la autoridades y entre el público. La sala Ellacuria con capacidad de 180 personas estaba prácticamente llena.

En Mesa expositora además del Presidente de Deusto Forum, el Catedrático de Penal Juan Ignacio Etxano y Galo Bilbao, uno de los tres dinamizadores de la experiencia Gleencree (dinamizadores que los intervinientes a la experiencia consideraron clave por su buen hacer) y dos de los participantes a la experiencia Glencree: Fernando Garrido hijo del gobernador militar de Guipúzcoa que ETA asesino en 1985 así como a junto a su mujer y a otro hijo, hermano de Fernando, y Asun Lasa, hermano Joxan, torturado y asesinado por la Guardia Civil, en lo que ha pasado a la historia como el caso Lasa y Zabala. De sus palabras (rellené seis paginas en mi cuaderno de notas) subraya aquí unas pocas, lo más literalmente que pude recoger.

Asun Lasa. Estaba muy emocionada. Hablaba con voz baja. A veces no se entendía bien. Retuve esto. “Necesita estar con otras víctimas”. Pasamos miedo sin saber cómo reaccionar. Fue duro encontrarnos en el aeropuerto. Gracias a los dinamizadores la cosa se suavizó mucho. Ya en la casa me tocó hablar de las últimas. “Escuchaba y sentía mucho dolor. Todos teníamos dolor. Todos teníamos lagrimas”. -. Es importante que los jóvenes sepan que esto existe. “¿Qué puedo hacer para que esto no vuelva a repetirse?”. “Entiendo a la gente que odia por lo que le han hecho y que lo digan, pero la más beneficiaria de esta experiencia (de Glencreen) soy yo misma”. Insiste mucho en buscar espacios de escucha. Y esta idea que creo haber recogido literalmente: “Yo no soy responsable de lo que siento pero sí de lo que hago con lo que siento”.

El viaje de vuelta a Donosti lo hice con Asun Lasa. Una mujer con la sonrisa en los labios, poco habladora, no saca a la conversación el tema de la historia de su hermano y su familia salvo que tú preguntes algo. Se le nota el dolor y su ideología pero, en contra de lo que se piensa, ha logrado controlar ambas sin negarlas, ni ocultarlas. Es una mujer que vive con su triste experiencia, omitiendo sus opciones políticas. Cuando ya llegamos a su localidad y nos despedíamos (yo continuaba viaje a Donosti) le dije algo así como: “En estos casos se dice que me alegro de haberte conocido (era en efecto la primera vez que nos vimos). Pero hoy no puedo decirlo, pues si tú no hubieras pasado por donde has pasado, muy probablemente no nos hubiéramos conocido”. Su respuesta fue antológica: “Sí, lo que paso fue muy duro. Pero gracias a la experiencia Glencree lo he superado y he conocido a gente que de otra forma no hubiera conocido. Ha sido un placer charlar contigo”. Con un beso nos despedimos, yo con el corazón encogido.  

Fernando Garrigo, que después he sabido que es un montañero experimentado (nos dijo que pensaba subir al emblemático Txindoki el día siguiente) tiene las ideas muy claras. “La experiencia Glencree es positiva en todo. A veces traumático y duro pero, al final, muy positivo. “Nada de política, nada de ideología. No era el sitio de reivindicar eso”. Las reuniones en Dublin (Glencree está a una hora de Dublin) fueron la base de todo. Ver el dolor de los del “otro lado”…Se te rompe algo. Tienes una sensación desesperada. Nueva. “Fuimos como conejillos de indias, una gotita de agua que puede ayudar a la gente a pensar”. Es necesario que esta experiencia se conozca fuera de Euskadi. “Recomiendo el documental de ETB que se pasó el día pasado”.

Del turno de preguntas anoté estas ideas: “muchas personas están deseosas de que haya experiencias de este tipo. La gente está menos enfrentada de lo que dan a entender los medios de comunicación” (Asun Lasa). “Estas noticias tendrían que salir más en los medios de comunicación. Cuando sacamos el manifiesto apenas tuvo eco” (Fernando Garrido). Después supe, por una fuente segura que no cito por ser esa fuente un periodista y acomodarme a su ética de no dar cuenta de sus fuentes, que un importante medio de comunicación en Madrid cuyo director lleva viviendo (y haciendo vivir a su periódico) sacando a la luz publica toda la escoria de la sociedad (y en especial la de los políticos), que prohibió a sus periodistas que fueran a cubrir la presentación de Glencree en Madrid. Algún día, alguien, hará una historia, con mayúsculas, del nefasto papel de muchos de los medios de comunicación, particularmente los afincados en Madrid, en todo lo relacionado con el terrorismo etarra. No solamente les ha dado multitud de páginas, a cual más escabrosa (lo que obviamente no era difícil, dadas las salvajadas cometidas por el terrorismo etarra) sino que ha ayudado a su perdurabilidad. ¡Cuanta propaganda gratis!, ¡cuanto afianzamiento de los elementos más extremistas del mundo etarra con los exabruptos e insultos- cuanto más soeces y dañinos mejor- les dedicaban esos medios!, ¡Cuanto han contribuido al desmembramiento emocional de España, aliándose así a los objetivos de los etarras!. [2]

En el turno de preguntas alguien preguntó que por qué tenemos que reconocer algo a los terroristas?. Contestaron desde la Mesa que hay dos opciones: aplastar a todo aquel que haya hecho algo grave (asesinatos, torturas hasta la muerte, etc.) o tratar de convivir sin olvidar.

En la cena posterior a la sesión - como es habitual en Deusto Fórum- coincidió que tuviera enfrente a Asun Lasa y Fernando Garrido que visibilizaban cómo, sin renunciar a sus opciones políticas personales, le habían antepuesto el dolor y el sufrimiento de las víctimas. El haber escuchado el relato del ´otro lado´, en expresión de Garrido, les había ayudado a su sanación del dolor superando el riesgo de la perpetuación del sufrimiento, y de caer una segunda victimación insuperable.

Al día siguiente cogí el Alvia de la mañana para Zaragoza, impactado por la experiencia Glencree a cuya presentación había asistido la víspera en Deusto. Durante el actual año 2103, el Centro Pignatelli de Zaragoza lleva organizando su habitual Seminario Internacional sobre la paz, bajo el título “Los derechos humanos en tiempos de crisis”. Lo cerramos el 8 y 9 de noviembre de 2013 José María Tojeira, Superior de los jesuitas en “El Salvador” cuando, el poder militar, asesinó  a Ellacuria, sus compañeros y dos acompañantes, y yo mismo. Era el octavo fin de semana del Seminario anual y nos habían pedido que reflexionáramos sobre “Vulneración de los derechos humanos: justicia o/y reconciliación”, Tojeira en “El Salvador” y yo en Euskadi. El viernes a la tarde una conferencia pública y, el sábado un largo encuentro cerrado, de casi cuatro horas, con una treintena de personas asiduos al Seminario anual. A este seminario cerrado asisten miembros de organizaciones pro-derechos humanos, cristianos de base, ex militares y militares en activo (alguno en Donosti), profesores, penalistas, filósofos, pedagogos, casi por mitades hombres y mujeres. Entre estas una mujer extraordinaria que investiga el papel de las madres, viudas e hijas en los procesos de paz. Otra que nos puso los pelos de punta con la persecución de la comunidad Baha´i en Irán.


En Zaragoza tenían ya mi texto enviado unos días antes, pero yo no era capaz de sustraerme a la experiencia vivida en Bilbao la tarde - noche anterior. E hice referencia a ella en mi exposición, no sin temor ante la acogida que podía tener. Pero ésta fue magnifica. En la asistencia se encontraba un militar ya retirado (no sé si coronel o general) que nos dijo que había coincidido diez años con el asesinado Gobernador militar de Gipuzkoa en la Academia militar de Zaragoza, y que asintió a mi exposición con dolor y calor. Lo mismo que otro militar, hoy en plaza en San Sebastián, un miembro de la Inteligencia española que había trabajado, entre los lugares, en los Balcanes y que sostenía que el contencioso vasco era incomparablemente menor que lo que él había vivido en sus misiones. Y oyéndole a Tojeira hablar de los miles y miles de muertes en El Salvador, sentía hasta vergüenza de hablar de la ¨cosa nostra” vasca. Sentí una profunda sensación de que la convivencia era posible en Euskadi. Incluso la reconciliación si la experiencia de Glencree, los encuentros de victimarios y victimas  son más conocidos, valorados  y aireados que las malas noticias.




[1] Galo Bilbao Alberdi, “Glencree: una valiosa aportación a la convivencia”, Bakehitzak (Palabras de paz en euskera) revista de Gesto por la paz, nº 86, pp. 37-41. Galo Orio fue uno de los miembros del equipo dinamizador de la experiencia “Glencree” que fue propuesta, impulsada y financiada por la Oficina de la atención a las víctimas del terrorismo, del Gobierno cuya directora era Maixabel Lasa. En ese ejemplar de Bakehitzak aparece la lista de las 25 personas que participaron en la experiencia y que firmaron a su finalización el Manifiesto. En la lista encontramos concejales de PSE, victimas de innumerables amenazas, familiares de asesinados por ETA (la mayoría), familiares de asesinados por el Batallón Vasco Español, familiares de muertos bajo la tortura de la Guardia Civil 
[2] Mientras redacto estas líneas, entre mis lecturas está el fascinante (aunque a veces premioso) libro de Christopher Clark “Les somnambules. Été 1914: comment l´Europe a marché vers la guerre”. Ed. Flamarion. Paris 2013. En las páginas 231-245 el autor reflexiona, con infinidad de referencias de la época, sobre el papel de muchos medios de comunicación en la creación de un estado de opinión favorable al enfrentamiento armado. Más aun, en las decisiones de los políticos, en algunos casos son presos de los medios de comunicación, en otros manipulados esos medios (corrompidos financieramente) por los gabinetes de prensa de los diferentes departamentos de los gobiernos. Me es imposible leer estas páginas referidas a la colusión entre prensa y política (con consecuencias en la opinión pública) en los años inmediatamente anteriores a la explosión de la primera guerra mundial, sin pensar en la actitud de la prensa madrileña actual con el tema de ETA y el terrorismo. Que cabría extender a otros temas donde, según el color político, se resaltan unos u otros casos de corrupción: Que hace un siglo pasase lo mismo no me tranquiliza en absoluto. Y compruebo que Internet, las redes sociales etc., no han cambiado gran cosa esos hábitos. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario