Del otium
en el siglo XVIII. Réplica a Fumaroli
De la
entrevista de Ignacio Vidal-Folch a Marc Fumaroli en “El País”
(02/11/13) digital traslado aquí esta parte.
“P.
¿Por qué detiene sus estudios sobre la República de las letras en el siglo XVIII?
R.
No paso al XIX porque los pilares, los principios sobre los que descansaba la
existencia de una república de letras europea que trascendía naciones,
religiones, diferentes opiniones, filosofías e incluso géneros literarios,
desaparecieron en el siglo XIX. En primer lugar, en el Antiguo Régimen el valor
central es el ocio. Es decir, desde la antigüedad, el otium, pero no
en el sentido de pereza, sino que el valor central de la vida era dedicar el
tiempo libre a consagrarse a las actividades más dignas del hombre libre. Ahora
bien, en el Antiguo Régimen la
Iglesia , la monarquía, distribuían pensiones, becas… el
número de personas que tenían medios de vivir para las cosas del espíritu era
muy numeroso, mucho. Y eso explica esa clase de ocio que se ha calificado
de República de Letras, y que efectivamente enriqueció el conocimiento y la
literatura, las artes, las letras. Mientras que en el mundo industrial,
moderno, el valor central es el trabajo. Es el beneficio, ganar, un mundo en
que artes y letras están cada vez más marginalizados, no son de la misma
necesidad que en un mundo centrado en el ocio. Este es un primer punto. El
segundo es que en el Antiguo Régimen estábamos todavía en la tradición
retórica, mientras que en el siglo XIX entramos en el romanticismo que condena
a la retórica, y en las vanguardias, que no sólo la condenan sino que la
quieren subvertir”. (El subrayado es mío)
Un breve comentario personal. Es muy bonito eso de que hasta el
siglo XVIII imperaba el otium y en la edad moderna el trabajo. Pero es
radicalmente falso. En la edad moderna y en nuestros días hay muchísima más
gente que en el siglo XVIII que se puede dedicar, y de hecho se dedica, al otium.
Es increíble que Fumaroli pueda decir que “en el Antiguo Régimen la Iglesia , la monarquía,
distribuían pensiones, becas… el número de personas que tenían medios de vivir
para las cosas del espíritu era muy numeroso”. En el siglo XVIII se podían
dedicar al arte, a las letras y a la retórica unos pocos. La inmensa mayoría
eran siervos, meros servidores de esos pocos que tenían tiempo para el otium
No hay comentarios:
Publicar un comentario