domingo, 27 de octubre de 2013

La difícil relación entre victimarios y víctimas


La difícil relación entre victimarios y víctimas

27 de Octubre, antes de las manifestaciones contra la sentencia del TEDH tumbando la doctrina Parot 
 

Proemio
 
Paul Ricoeur en su imprescindible libro “La Memoire, l´histoire, l´oublie”, especialmente en las páginas 82-112 (Coll. Points. Seuil. Paris 2000) se refiere, entre otras cosas a la relación entre victimarios y víctimas, que él denomina verdugos y víctimas, y habla del papel de las victimas en la justicia. Traigo, de exordio, a la presentación de algunos ejemplos, donde voluntariamente no incluyo a victimas y victimarios de ETA. La cercanía a la situación vasca y el hecho de que escriba estas líneas tras la sentencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos tumbando la “doctrina Parot” y en la misma mañana del mismo día en el que está anunciada una gran manifestación en Madrid organizada por algunas de las Asociaciones de Víctimas del terrorismo (que supongo será multitudinaria) me hacen pensar que mis palabras (y las de Ricoeur y las de Todorov) no pueden ser leídas, si es que son leídas por las personas asistentes a esta manifestación y en general a los que sostiene los puntos de vista de esas asociaciones de victimas del terrorismo, con el suficiente distanciamiento para deliberar mis palabras y emitir un juicio ponderado.

1. Pensando con Ricoeur y alguna referencia de Todorov

Los verdugos y sus víctimas no son equiparables de tal suerte que en la rememoración de sus historias unos (las víctimas) tienen derecho a la conmemoración, otros (los verdugos) a la ignominia en tanto no reconozcan el daño causado. Aunque todos, verdugos y víctimas, corren el riesgo de manipular la memoria pretendiendo que sea la única fuente de la historia.

En este punto, siguiendo a Ricoeur quien, a su vez, se basa en unas reflexiones de Tzvetan Todorov (En “Les abus de memoire”, Paris Arléa, 1995), apunta a la necesidad de llamar la atención sobre lo que denominan (piensan en Francia, básicamente) en el “frenesí de conmemoraciones con su cortejo de ritos y mitos”. Avanza Paul Ricoeur en este punto, tras recordar la pretensión contemporánea de instalarse en la postura de la víctima, en el estatus de víctima y de citar las palabras de Todorov que escribe que “haber sido víctima concede el derecho de quejarse, de protestar y de reclamar” (página 56 de “Abus de memoire”) avanza (Ricoeur, repito, que “esta postura engendra un privilegio exorbitante y coloca al resto en posición de deudor de deudas (débiteur de creances)”. Algo de esto ya ha pasado entre nosotros con algunas víctimas (que no todas, ni mucho menos) planteamiento que ya señale, hace varios años en algunas conferencias en Gesto por la Paz cuando afirmaba que había el riesgo de pasar de “condición a estatus” de víctima del terrorismo. Recuérdese también aquella expresión de un ex ministro del PP, Jaime Mayor Oreja, cuando afirmó que “las víctimas siempre tienen razón”.

Quiero añadir sin embargo, que Ricoeur insiste con más fuerza, y con toda razón a nuestro juicio, en un segundo punto. Vuelve a citar a Todorov, pensando en la cuestión del “deber de memoria” (que a fin de cuentas conlleva una demanda de justicia), cuando escribe que “el trabajo de historiador, como todo trabajo sobre el pasado, nunca consiste exclusivamente en establecer los hechos pasados sino en seleccionar entre ellos los más destacados y los más significativos, y a relacionarlos entre si a continuación; ahora bien, este trabajo de selección y de combinación está necesariamente orientado por la búsqueda, no de la verdad sino del bien” (Todorov en “Abus de memoire”, pag 50).

Ricoeur, aun manteniendo sus reservas en la alternativa que propone Todorov entre verdad y bien, resalta con él, en la importancia del valor ejemplar de los recuerdos traumáticos haciendo así de la memoria del pasado un proyecto para el futuro. Entonces la rememoración del pasado, del pasado traumático, deber tener un valor ético ejemplar para el futuro: es el deber de memoria. Es lo que lleva a Ricoeur al tercer nivel de sus reflexiones sobre los abusos de la memoria al abordar el nivel ético-político, lo que denomina la memoria obligada, cuestión en la que aquí no puedo entrar, por razón de espacio, aunque sea una cuestión capital, diría más “la” cuestión capital. En el tema de las víctimas.

2. Algunos ejemplos de la difícil relación entre victimarios y víctimas donde deliberadamente excluyo hoy situaciones que afectan a victimas y victimarios del terrorismo de ETA

2.1 Un drama belga

Seis chicas de corta edad fueron secuestradas, violadas y asesinadas por el pederasta Marc Dutroux en 1995 y 1996. Fue condenado a cadena perpetua. EL año 2012 la exesposa y cómplice de Dutroux, Michelle Martin, fue puesta en libertad tras cumplir en prisión 16 de los 30 años a los que fue condenada. Fue acogida, a su demanda, por una Comunidad de Clarisas. Se comprende que los padres de esas chicas declarasen que “es difícil aceptar la decisión de la justicia belga”.

También fue difícil para las Clarisas acoger a la mujer más detestada de Bélgica y la propia jerarquía católica tuvo sus debates. El arzobispo de Malinas-Bruselas, Leonard, muy conservador, se desentendió diciendo que "depende de la voluntad de las monjas”. Por el contrario, el Obispo de Lieja, Jousten, declaró que “un ser humano sigue siendo un ser humano” y que, habiendo decidido la justicia su liberación, apoya la decisión de las monjas de acogerla, “como testimonio de misericordia”.

Unas 50 personas se concentraron contra la liberación de Martin cuando ésta llegó a su nueva residencia, rodeada de un cordón policial. Los manifestantes lanzaron insultos y gritos contra Martin a su paso, aunque el vehículo que la transportaba, de cristales tintados, pudo entrar sin incidentes en el recinto del convento. El dispositivo policial había sido reforzado en las inmediaciones del convento a lo largo del día, a medida que crecía la expectación ante la inminente llegada de la reclusa. El día anterior alrededor de un millar de personas se manifestaron en la localidad de Malonne, donde se sitúa el convento que la acogió para mostrar su rechazo contra su nueva "vecina" y recalcaron el hecho de que el convento se encuentre próximo a tres colegios.

2.2. El asesino del Beatle John Lennon

Mark David Chapman, el hombre que asesinó al ex Beatle John Lennon en 1980 en Nueva York, sigue en prisión pues las autoridades penitenciarias estadounidenses rechazaron el año 2012 su séptima demanda de libertad. Argumentaron que "su puesta en libertad en este momento socavaría de manera importante el respeto por la ley". Mark Chapman fue condenado en 1981 a una pena que podía ir desde los 20 años a cadena perpetua por el asesinato a balazos de Lennon el 8 de octubre de 1980. Lleva pues encarcelado más de treinta años. En una entrevista concedida en 1992 a la periodista Barbara Walters, explicó que decidió matar al célebre músico porque pensó que de ese modo "adquiriría su fama". Mas adelante manifestó estar arrepentido por lo que hizo. La viuda del cantante británico, Yoko Ono, ha dicho en reiteradas ocasiones que se opone a la liberación de Chapman y que considera que su vida o la de los dos hijos de Lennon estarían en peligro.


2. 3. Mario Moretti fundador de las Brigadas Rojas y presunto asesino de Aldo Moro


Mario Moretti es uno de los fundadores de las Brigadas Rojas, responsable de su Comité directivo hasta su detención el año 1981 y presumible ejecutor material de Aldo Moro tras haber dirigido su captura y haberlo tenido secuestrado 55 días. El libro “Brigadas Rojas” (ED. Akal 2002), larga entrevista a Moretti, cuando aún seguía en la cárcel, de las periodistas Carla Mosca y Rossana Rossanda me parece un libro de obligado conocimiento para quien quiera conocer, desde dentro, la lógica terrorista.

Para un vasco es difícil no pensar en ETA cuando se lee este libro, pese a las evidentes diferencias entre ETA y las Brigadas Rojas. Solo dos señalaré aquí. Las BR son solamente revolucionarias. ETA nacionalista revolucionario. Las BR no lograron crear un Movimiento organizado de apoyo. ETA tiene al MLNV con notable base social. Pero quiero detenerme en tres elementos similares: el mundo cerrado del terrorista, la importancia de la unidad de los demócratas para vencerles y la necesidad de buscarles una salida, ya vencidos, para liquidar el terrorismo.  

El terrorista vive en un mundo aparte. Moretti refiriéndose a las consecuencias del secuestro de Moro, ya preso en su casa, dice que  “lo que sucede es sorprendente, alucinante”. Observamos “como se compacta de golpe el frente de la firmeza. Es un escenario muy distinto del que preveíamos. Proyectando el secuestro, dábamos por seguro que el enfrentamiento sería durísimo...Preveíamos que los partidos se dividirían...pero cuando el PCI se compacta en la línea de la firmeza, esto nos golpea como un mazazo” (157-58). La línea de firmeza es también rotunda en la Democracia Cristiana. Lo siente con tanta fuerza Moretti que no duda, como tantas veces hemos leído en los comunicados de ETA, en echar la culpa del asesinato de Moro a los demás, a la firmeza de los demás. Moretti menciona al mismo Papa tras pedir Pablo VI la liberación de Moro “sin condiciones”. Tras su conocimiento Moretti añade que “ya no hay márgenes. Nos obligan a una decisión que no es la que queríamos pero que en ese punto es para nosotros la única posible”. Recuerde el lector el asesinato de Miguel Ángel Blanco y verá más de una similitud.

Esta firmeza compacta, esa “unión de los demócratas frente al terrorismo”, en la que, entre nosotros, tantos decían creer y tan pocos practicar, fue el comienzo del fin de las Brigadas Rojas. Nunca ETA estuvo tan débil como, en vigencia del pacto de Ajuria Enea, se produjo la caída de Bidart. Nunca el apoyo social al terrorismo fue tan bajo o, al menos, nunca como entonces percibieron que estaban tan separados de la sociedad: ellos y los demás. Sí, recuérdese: demócratas y violentos. Moretti lo dice con estas palabras: “Cuando nos agotemos no será porque nos hayan derrotado militarme-también esto ha contado, faltaría más- sino porque se ha desarticulado el tejido social que nos alimenta...Esto es lo que hace desaparecer las Brigadas Rojas” (Pág. 186). Si siguen es por inercia, porque ellos, las BR, se han convertido en su referencia. Esa situación autoreferencial es lo que hay que romper para llegar a la desaparición. No solamente del terrorismo sino de su auto legitimación.

De nuevo Moretti: “se bien que es más fácil comenzar ese duro camino (el del terrorismo) que encontrar el modo de abandonarlo, incluso cuando es evidente que no conduce a nada. Juegan tantos factores. Es preciso que te permitan hacerlo sin renunciar a tu identidad, es preciso que no signifique el abandono de los prisioneros a su suerte, es preciso que exista otra opción practicable, es preciso que alguna fuerza política externa sustraiga a los militares la delegación para llegar a una solución...” (Pág. 239).

Convendría recordar, que, aunque nunca hay dos situaciones idénticas, muchos expolimilis, plenamente reinsertados, están hoy en puestos de responsabilidad en nuestra sociedad. Gracias a la inteligencia del ministro Rosón, de Juan Mari Bandrés y de otros muchos, además, desapareció ETA-político militar.

En diciembre de 97, ya las Brigadas Rojas desaparecidas, Moretti, tras 16 años de cárcel, se acogió a la prisión abierta y, en la actualidad, es responsable, en libertad, de una ONG para la reinserción de detenidos.

2.4. Lucien Lèger, 41 años en la cárcel

Lucien Léger estuvo 41 años detenido en Francia por el asesinato de un chaval de 11 años. Entre los años  1985 y 1997, la Comisión de Aplicación de penas, en nueve ocasiones, se había pronunciado por su libertad provisional. Siempre denegada. Entre otras razones se argumentaba que la familia de la víctima había jurado, en repetidas ocasiones, que mataría a Léger si salía de la cárcel. La Justicia decía también que a medida que pasaba más tiempo en la cárcel las posibilidades de reinserción se hacían menores. ¡Triste confesión!. Pero una mujer panadera llevaba 12 años diciendo que le acogería en su casa y el detenido ya tenía trabajo comprometido con la Cruz Roja. Al fin, el 3 de Octubre de 2005, salió de la cárcel. 

Escribía “Le Monde” seis años antes de su excarcelación Como se podía leer en: “¿Cómo es posible que se haya permitido que un preso pase 36 años en la cárcel?. ¿No ha pagado ya por su crimen?. Manteniéndole en la cárcel no se han creado la condiciones para una reinserción imposible?”.
(“Le Monde 18/02/2000)

2. 5. La liberación en Inglaterra de dos jóvenes asesinos y torturadores

En Junio de 2001 nos enteramos que dos criminales, con 18 años de edad, provistos de nuevas identidades, eran puestos en libertad, tras haber apaleado a muerte 8 años antes a un niño de 2 años de edad, drama que sucedió en Liverpool y llenó las primeras páginas de la prensa occidental, como quizás algún lector recuerde. La decisión de la justicia británica plantea, en toda su crudeza, las relaciones entre los asesinos y sus víctimas. Las victimas, los padres del pequeño James, se dicen desolados, piensan que “el crimen es rentable” y que al menos, Jon y Robert, sus asesinos, tenían que haber pasado los 15 años en la cárcel a los que fueron condenados. La justicia británica juzgó que los dos criminales ya estaban en condiciones de ser reinsertados en la sociedad, que su permanencia en la cárcel no solamente no era necesaria, cumplida su finalidad primera de lograr su reinsertabilidad, sino que podría ser perjudicial, máxime si lo hacían, cumplidos ya los 18 años, en una cárcel para adultos.

Escribí unas líneas sobre este tema en El Periódico de Catalunya y concluí afirmando que “la justicia británica nos ha hecho un gran servicio. Las víctimas deben ser reconocidas y ayudadas, moral y económicamente si fuera preciso, pero no debe hacerse justicia desde el exclusivo punto de vista de las víctimas. En muchos casos nunca se sentirían suficientemente recompensadas. Y se entiende. Para unos padres no hay pena suficiente para “compensar” el asesinato de un niño de dos años, su propio hijo, torturado a muerte. Pero el asesino, o el torturador, sigue siendo una persona humana y con capacidad de regeneración. Que la justicia británica lo haya logrado en el caso de Jon y Robert, los asesinos de James, es un gran éxito que les honra. Que haya tenido el coraje de liberarlos honra al género humano”. Terminaba mi reflexión diciendo que “desde mi casa en San Sebastián lo contemplo con envidia y me pregunto cuando podré escribir algo similar de los miembros de ETA. Claro que para ello, estos tienen que empezar por querer insertarse en nuestra sociedad sin pretender imponernos, a base de bombazos y asesinatos, la suya(El Periódico de Catalunya 25 de Junio de 2001) .

Habrán entendido ustedes cual es mi posición en general antes estos temas. Escribí sobre estos temas en mi columna de los sábados de “El Diario vasco” del día de ayer. La concluí con estas palabras.  "La “condena justa” me ha preocupado siempre. Obsesionado, incluso. He leído y reflexionado mucho sobre el tema. Hoy, tras la sentencia revocatoria de la “doctrina Parot” por el Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo (en mi blog expresé mi punto de vista una hora antes de conocerse el fallo), les ofrezco cuatro sentencias diferentes (por espacio no puede incluir la quinta que hoy les ofrezco) a cuatro hechos, ciertamente diferentes, pero que también reflejan diferentes puntos de vista sobre la “condena justa”. Para su reflexión".

Comprendo a los padres de los niños francés e ingles. ¡Cómo no?. Pero no todos han reaccionado así en la vida. Hace unos meses leí que un cura valenciano, Eugenio Laguarda, sobrevivió después de ser torturado y recibir un tiro en la cabeza el año 1936.  Concluida la guerra, los milicianos que le torturaron y dispararon fueron condenados a muerte, pero gracias a una carta que Laguarda dirigió al juez, se les perdonó la vida.

Tengo encima de la mesa el libro coordinado por Esther Pascual Rodríguez, “Los ojos del otro. Encuentros restaurativos entre víctimas y ex miembros de ETA” Edita Sal Terrae 2013, y el de Juan María Uriarte, “La reconciliación”, también de Sal Terrae, 2013, ambos en espera de lectura.

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