martes, 23 de julio de 2013

Ni verdad absoluta, ni libertad total


Ni verdad absoluta, ni libertad total


Nunca dejará de hacernos pensar Rüdiger Safranski. Recientemente, frente al principio de que “la verdad os hará libres”, en un libro de 1990 - recién traducido con el sugerente título de “¿Cuánta verdad necesita el hombre?” (Tusquets, 2013, página 207)- propone mas bien la máxima de que “la libertad nos hará verdaderos”. La verdad no sería una cualidad de la realidad, como algo que está escondido, cual Santo Grial que debemos encontrar y, en su caso, defender, sino algo que debemos inventar, dice Safranski. La verdad no está fuera de nosotros pero tenemos miedo (miedo a la libertad, decía Fromm en otro contexto) a enfrentarnos con nuestra yoidad, nuestra psique. “Tenemos miedo, continúa Safranski, a caer en el pozo sin fondo de la imaginación subjetiva, reflejarnos en nosotros mismos, sin una orientación segura, sin el apoyo de una verdad sustancial” (p.204). No otra cosa ha venido repitiendo machaconamente Benedicto XVI con su idea de la dictadura del relativismo (La encíclica “Lumen fidei”, firmada por el papa Francisco pero escrita de punta a cabo por Ratzinger, matiza no poco esa idea, pero no quiero entrar aquí en ese tema). No otra cosa acaban defendiendo, también, los iusnaturalistas frente al imperio de la sola ley positiva.

El problema de este planteamiento radica en que, cuando en un momento histórico, un individuo o una sociedad, toma conciencia de haber alcanzado “la” verdad e intenta implantarla (si fuera preciso violentamente, pues “el error no tiene derechos”, se dirá) subviene, y cito de nuevo a Safranki, (p. 211), “un drama aterrador: la verdad como siempre que toma el poder, se torna amenazante”. El siglo XX con la verdad de los totalitarismos nazi y comunista (y entre nosotros los vascos con la verdad etarra) son buena prueba de ello.

Personalmente vengo sosteniendo que la verdad la vamos construyendo día a día. Está en el interior de la persona humana, de las personas humanas y la vamos construyendo con nuestra libertad, una libertad que, ella también, es una conquista cotidiana, conquista frente al miedo a si mismo, a encontrase solo con su realidad - que llegado a un punto quiere no conocer, de ahí el miedo a la libertad y el miedo a la verdad-; conquista frente al miedo al otro, tanto mayor cuanto más desconocido nos sea, o más poder sobre nosotros tenga. De ahí la extrema importancia de la tolerancia activa.

Esa es la condición humana: un desafío constante a más libertad y más verdad. Que debemos luchar para que nunca más, nadie, pretenda poseerlas, la libertad y la verdad, en su totalidad, entre sus manos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario