lunes, 13 de mayo de 2013

Pascal y Žižek para cambiar el sistema


 

Pascal y Žižek para cambiar el sistema
 
(Un resumen muy parcial de este texto se publicó el sábado 11 de mayo de 2013 en El Diario Vasco” (Consulta de pago)

Hay algo de fascinante y desolador en el último libro de Slavoj Žižek: “El año que soñamos peligrosamente” (Akal 2013). Fascinante cuando hace un brillante coctel con Marx, Lacan y Pascal al exponer sus tesis. Fascinante por su confianza total (que no ciega) en el futuro, donde “el Ideal comunista se impondrá”. En efecto estima que “el sistema capitalista mismo no es capaz de encontrar un nivel inmanente de estabilidad autorregulada; esto es, de cómo su ciclo amenaza con salirse fuera del control” (P. 21-22). Poco más adelante repite la misma idea: “un ciclo económico está llegando a su fin; comenzó a principios de los setenta…la monstruosa maquinaria que dirigió la economía mundial desde comienzos de los ochenta hasta 2008” (P.26-27). Ya pensando en los tiempos actuales (el libro está escrito en la primavera de 2012), escribe que “se nos dice  una y otra vez que vivimos en difíciles momentos de déficit y deuda, y que todos tenemos que compartir la carga y aceptar un peor estándar de vida; todos, es decir, con la excepción de los (muy) ricos”.  

El libro es desolador, pues es incapaz de poner fecha a tal futuro. Menos aún en qué se concretará tal futuro: “debemos abstenernos de cualquier intento de imaginar concretamente el futuro de la sociedad comunista” (P.178). En mi archivo encuentro un artículo suyo publicado en “El País” (17/11/11) que concluye así: “cualquier debate que se haga aquí y ahora, seguirá siendo necesariamente un debate en el campo enemigo, y hará falta tiempo para desplegar el nuevo contenido. Todo lo que digamos ahora nos lo podrán quitar (recuperar); todo menos nuestro silencio. Este silencio, este rechazo al diálogo, a los abrazos, es nuestro "terrorismo", tan amenazador y siniestro como debe ser”. Luego, además de fascinante y desolador, “amenazador”. “Como debe ser nuestro terrorismo”, escribe Žižek, sin reparo alguno.

Pero ya es hora de decir que este libro (escrito en junio de 2012) se refiere a  determinados acontecimientos de 2011, “el año que soñamos peligrosamente, el año del resurgimiento de la política emancipatoria radical en el mundo” (P.173), cuyo fracaso obliga a estudiar “cómo combatir el sistema sin contribuir a su  funcionamiento” (P.9). Žižek piensa particularmente en la primavera árabe, la ocupación de Wall street, la insurrección griega y los disturbios estudiantiles en el Reino Unido. El 15 M español apenas es mencionado. Hace tiempo que constato que España solamente interesa, en la actualidad, por su dramática situación financiera. (Ni siquiera ETA en su siniestra historia interesó. Mis intentos para encontrar en Francia estudios sobre el fenómeno ETA resultaron prácticamente baldíos. Basta comprobar la escasísima bibliografía sobre el tema en otros idiomas que el euskera, castellano y algo en catalán). Pero volvamos a Žižek.

Tras afirmar que “lo primero a decir es que el trabajo subterráneo de insatisfacción continúa: la rabia se acumula y una nueva ola de revueltas se avecina” (P.173), pronostica que, si se producen, “los estallidos emancipatorios radicales …en vez de analizarlos como parte del continuo histórico de pasado y presente, deberíamos añadir la perspectiva del futuro, tomándolos como fragmentos limitados, distorsionados de un futuro utópico que yace durmiente en el presente, como su potencial oculto (…) Deberíamos aprender el arte de reconocer desde una posición subjetiva políticamente comprometida, elementos que están aquí, en nuestro espacio, pero cuyo tiempo es el futuro emancipado, el futuro de la Idea comunista” (P. 174) 

Con Žižek, me pasa como con los Althusser, Nikos Poulantzas, Marta Harnecker etc., de mis tiempos de estudiante. Sus  críticas al capitalismo, (ahora al que impera tras los años 80 del siglo pasado), me estimulan, me hacen pensar. Žižek, además, rechaza el comunismo fenecido (el de la URSS) y el todavía vigente (China). Pero el derrumbe del capitalismo, que llevan décadas diciendo que es inevitable, ahora lo supeditan a un hecho fortuito. Es sintomática la lectura de las últimas líneas del libro de. Escribe esto: “todo aquello de lo que podemos estar seguros es que el sistema existente no puede reproducirse indefinidamente (es una idea que repite varas veces en el libro): sea lo que sea que venga después, no será nuestro futuro. Una nueva guerra en Oriente Próximo o un caos económico o una catástrofe ambiental extraordinaria pueden cambiar repentinamente las coordenadas básicas de nuestra situación. Debemos aceptar plenamente esta apertura, orientándonos a partir de nada más que ambiguos signos del futuro” (Página 182). En definitiva es incapaz de pronosticar qué pueda ocurrir en un futuro inmediato.

Ya he indicado más arriba que Žižek referencia a Pascal. Žižek  escribe que “en nuestra época de contingencia (hay que) practicar una suerte de “comunismo absconditus”. Lo hace refiriéndose explícitamente, al “deus absconditus” (Dios oculto) de Pascal con una larga cita de la que trascribo solamente el inicio y el final:

“Dios ha querido rescatar a los hombres y ofrecer la salvación a aquellos que la buscan, pero los hombres se han hecho tan indignos de ello que es justo que Dios niegue a algunos, que se han vuelto tan duros de corazón, lo que concede a otros por una misericordia que nos les es debida (…) Ha quedado al descubierto a los que le buscan de todo corazón, y oculto a los que huyen de todo corazón, ha moderado su conocimiento, de suerte que ha dado señales visibles de Sí a los que Lo buscan, y no a los que no Lo buscan. Hay la suficiente luz para los que no desean sino ver, y suficiente oscuridad para los que tienen la disposición contraria”. (Pascal, Pensamientos, 430)

Žižek aplica esta tesis pascaliana a la actual situación desde su perspectiva comunista. Pide “adoptar una posición subjetiva comprometida; los sujetos que “deseen ver” son quienes pueden identificar realmente el milagro” y concluye afirmando que “lo que define al comunista de hoy es la doctrina (teoría) que le permite discernir en (la versión contemporánea de) un “milagro” (digamos, un acontecimiento inesperado como la revuelta de la plaza Tahrir) su naturaleza comunista, leerlo como un signo del futuro (comunista)”. (P.177-178).

La historia muestra que un hecho puntual (el asesinato del heredero del imperio austro-húngaro en 1914) desencadenó la guerra mundial. Pero nadie era capaz de predecir, menos aun de orientar, el futuro de la sociedad en ese momento. Como Žižek ahora. (No así Lenin en 1917, al que tantas veces acude Žižek, que él sí sabía qué hacer).

Al libro le sobran páginas. En el capítulo V, en base a la distinción lacaniana entre placer y el goce dedica unas páginas al temas de la droga, apareciendo el cannabis como placer y el tabaco como goce, esto es, el placer excesivo que puede llevar al adicto al tabaco a la muerte. Zizec se pierde en los capítulos VIII, en un exhaustivo análisis de una serie televisiva americana “The Wire”), y IX dándole vueltas al Coriolano de Shakespeare hasta hacer de él jefe de una guerrilla izquierdista (las FARC, si no estuvieran corrompidas por el comercio de la droga, por ejemplo).

Pero el interés del libro estriba en que nos muestra cómo razona un neomarxista- leninista anta la actual situación de crisis y el fracaso, durante el año 2011 (“en el que soñamos peligrosamente”), de los movimientos surgidos para afrontarla, para vencerla, para cambiar el sistema capitalista por el comunista aun sin especificar ni una iota en que pueda consistir ese mundo comunista más allá de decir que no será en nada capitalista.

Recomiendo la lectura de Žižek. Encantará a los neomarxistas e interesará a toda persona culta y abierta hacia planteamientos pretéritos que, entre algunos, todavía siguen vigentes. En Euskadi sin ir más lejos.

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