domingo, 11 de marzo de 2001

Padres y amigos, la clave socialización etarra


Padres y amigos, la clave

--
JAVIER ELZO // EL PAIS 11 MAR 2001

Preguntarse por las causas, razones, motivos o circunstancias que hacen que un chaval (más que chavala) de 15 o 16 años pueda participar en la violencia callejera nos lleva a hablar del contexto en el que ese adolescente ha crecido y, sobre todo, de la socialización que ha recibido. Del contexto diré aquí, solamente, que estos adolescentes y jóvenes vascos han crecido en una sociedad plural, fracturada en mil trozos, aunque considero que la principal, todavía, es la que distingue a los que legitiman el uso de la violencia terrorista para la consecución de sus proyectos políticos de los que consideramos que vivimos en una democracia y que queremos defender nuestras opciones por la vías de la razón, de la persuasión y de la confrontación electoral. Kepa Aulestia habló en su día de una sociedad dentro de la sociedad vasca para ejemplificar este contexto. Yo he utilizado la expresión de dos sociedades paralelas. He sostenido, en este mismo medio, y quiero reiterarlo hoy, que haber situado en el centro del contencioso vasco la confrontación España-Euskadi, nacionalismo-no nacionalismo, nacionalismo vasco-nacionalismo español y, en los últimos tiempos, nacionalismo o soberanismo versus constitucionalismo es un gravísimo error. Deforma la sociología real de la pluralidad vasca como si los ciudadanos reales fuéramos y nos sintiéramos, de forma dicotómica y excluyente, o vascos o españoles, sin posibilidad alguna de sentimientos de identidad múltiples y compartidos. Ciertamente, hay ciudadanos que así se perciben, pero la gran mayoría se dice vasco y español, y en su conjunto, acentuando la dimensión vasca. Situar en el centro del contencioso vasco esta dimensión sólo consigue aumentar los polos, en movimiento centrífugo, lo vasco frente y contra lo español, en vez de aumentar la centralidad plural en el necesario movimiento centrípeto.



En este contexto, ETA y todo el MLNV se frotan las manos. Por ejemplo, Haika, la fusión de Jarrai y Gazteriak (su equivalente en Iparralde [País Vasco francés]) que se define a sí misma como organización 'joven, de toda Euskal Herria, plural, independentista, revolucionaria e internacionalista', en el manifiesto político leído el día de su presentación que marca las directrices que adoptará en el futuro. Dice que 'Haika nace en un momento muy especial en el que Euskal Herria está en camino de lograr su soberanía. (...) Sin pedir permiso a Madrid y a París, haremos frente a todo tipo de imposiciones y llevaremos hasta el final la construcción de nuestro pueblo'. (Gara, 23.4. 2000). En ese mismo acto, mientras dos encapuchados portaban el logotipo de ETA, se oyó una voz en off, diciendo hablar en nombre de ETA, que alentaba a los jóvenes a continuar 'la lucha por la independencia de Euskal Herria'. ¿Qué más necesitan oír?

En el estudio Jóvenes Españoles 99, de la Fundación Santa María, mostramos que los factores de socialización más importantes en la juventud son, por este orden, la familia y el grupo de amigos, en primer lugar; después, a distancia, los medios de comunicación, y con menor peso todavía, la escuela, teniendo los demás factores un peso irrelevante. En el tema que nos ocupa, el ranking es el mismo. La familia es clave cuando los propios padres comulgan con los principios del MLNV, y más cuando han estado o estén encarcelados. Si en España hubiera una política antiterrorista digna de ese nombre, solamente por el efecto socializador en los jóvenes de las largas marchas en autobuses de familiares de presos a las cárceles de los etarras detenidos, habría otro tratamiento hacia esos mismos presos.

El otro factor socializador es el grupo de amigos y el espacio particular en el que se mueven, sus calles, sus bares, sus acampadas, sus reuniones... Los jóvenes de Haika son pocos. Igor Ortega, su portavoz, ahora detenido, cifra en mil la militancia en Jarrai y cien en Gazteriak (Gara, 1.10. 2000), y tiene razón al hablar de ellos como de militantes jóvenes dispuestos a dar su vida por la causa. Como todo militante, se nutre de sus propias fuentes -Egin en su tiempo; Gara, ahora, de folletos, documentos, hojas parroquiales, pasquines en sus locales...- y del adoctrinamiento de los mayores y sus pares más aventajados. Pero la educación, más que por adoctrinamiento, se realiza por ósmosis, por frecuentación de sitios y personas, en acampadas y, muy especialmente, por ekintzas (acciones). Ya se propugnaba en el documento Oldartzen que 'en nuestra actividad... huelgas de hambre, encarteladas, encerronas... boicots a los productos franceses y otros muchos intentos han servido para fortalecer posturas personales de forma permanente' (punto 359). Son muchos los casos de padres que, de golpe, constatan, con impotente espanto, que sus hijos se van introduciendo en el mundo de la violencia callejera. Si hubiera una política antiterrorista, algo se habría hecho en apoyo de estos padres... y de sus hijos antes de que sea demasiado difícil, si no demasiado tarde.

La afirmación generalizada de las ikastolas como centros que fomentan la subcultura de la violencia y su legitimación no tiene, salvo ignorancia por mi parte, sustento científico. Se podrán aducir ejemplos de profesores y alumnos de ikastolas que legitimen y hasta fomenten el terrorismo, pero la legitimación del terrorismo no es necesariamente mayor entre los escolares de las ikastolas. En un trabajo que yo dirigí, en 5.527 escolares vascos de 7º y 8º de EGB, y su equivalente en ESO, BUP, COU y FP en febrero de 1996, constaté que el 12% del total justificaban el terrorismo, distribuyéndose esta media en un 13,9% entre los que estudian en ikastolas privadas, 12,9% en centros públicos, 12,3% en privados laicos, 10,9% en ikastolas públicas y 9,6% en privados religiosos. Mi hipótesis (insisto, hipótesis, pues no hay investigación, por vergonzoso que resulte decirlo) apunta a la importancia del consejo de padres, especialmente en los centros en los que tienen capacidad de elección de profesorado, sin olvidar que no pocos centros públicos con profesorado aún no estabilizado son proa fácil para un plan de desestabilización prolongada. La prudencia me impide dar ejemplos concretos.

En definitiva, el proceso de inserción en la justificación del terrorismo se realiza en un contexto de radicalización extrema de un conflicto secundario en el imaginario y en las preocupaciones de los vascos, su identidad nacional, radicalización fomentada, principalmente, en su socialización, en unos casos por sus propios padres, en otros por su grupo de amigos. Cuando ambos factores coinciden, estamos en el núcleo duro del militantismo juvenil. Confundir este núcleo duro con su periferia es uno de los tantos errores que han permitido su perdurabilidad. Pero ése es ya otro tema.

Javier Elzo es catedrático de Sociología de la Universidad de Deusto.


No hay comentarios:

Publicar un comentario