jueves, 20 de septiembre de 2001

Para una sociología de la violencia juvenil


Para una sociología de la violencia juvenil

 
(Materiales para la Ponencia de Javier Elzo en el VII Congreso Español de Sociología, en el Grupo de Trabajo de Sociología de la Juventud, en Salamanca los días 20-22 de septiembre de 2.001[1])  

 

Desde hace tiempo se viene debatiendo en los medios de comunicación social el fenómeno de la violencia juvenil. Pero a pesar de esta reiterada dedicación al tema, no es fácil encontrar estudios empíricos en el ámbito español que tengan, como objeto prioritario, el fenómeno de la violencia juvenil[2]. Sí existen Jornadas, Coloquios, Congresos y literatura sobre el tema desde las diferentes disciplinas que abordan el asunto con definiciones precisas para cada una de las manifestaciones de violencia interpretadas por los jóvenes. Recuérdense los trabajos de Cohen sobre las bandas juveniles[3], por ejemplo, ya en los años 50 También existen trabajos empíricos donde se trata de medir la actitud y grado de justificación ante determinados actos violentos, pero no parece existir nada sobre el grado de implicación en este tipo de comportamientos, las circunstancias que motivan el comportamiento violento, ni las características sociológicas de los agresores y las víctimas.
 

miércoles, 1 de agosto de 2001

Para una sociología de la violencia juvenil (2001)




(Materiales para la Ponencia de Javier Elzo en el VII Congreso Español de Sociología, en el Grupo de Trabajo de Sociología de la Juventud, en Salamanca los días 20-22 de septiembre de 2.001 [1])   



Desde hace tiempo se viene debatiendo en los medios de comunicación social el fenómeno de la violencia juvenil. Pero a pesar de esta reiterada dedicación al tema, no es fácil encontrar estudios empíricos en el ámbito español que tengan, como objeto prioritario, el fenómeno de la violencia juvenil[2]. Sí existen Jornadas, Coloquios, Congresos y literatura sobre el tema desde las diferentes disciplinas que abordan el asunto con definiciones precisas para cada una de las manifestaciones de violencia interpretadas por los jóvenes. Recuérdense los trabajos de Cohen sobre las bandas juveniles[3], por ejemplo, ya en los años 50 También existen trabajos empíricos donde se trata de medir la actitud y grado de justificación ante determinados actos violentos, pero no parece existir nada sobre el grado de implicación en este tipo de comportamientos, las circunstancias que motivan el comportamiento violento, ni las características sociológicas de los agresores y las víctimas.


domingo, 11 de marzo de 2001

Padres y amigos, la clave socialización etarra


Padres y amigos, la clave

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JAVIER ELZO // EL PAIS 11 MAR 2001

Preguntarse por las causas, razones, motivos o circunstancias que hacen que un chaval (más que chavala) de 15 o 16 años pueda participar en la violencia callejera nos lleva a hablar del contexto en el que ese adolescente ha crecido y, sobre todo, de la socialización que ha recibido. Del contexto diré aquí, solamente, que estos adolescentes y jóvenes vascos han crecido en una sociedad plural, fracturada en mil trozos, aunque considero que la principal, todavía, es la que distingue a los que legitiman el uso de la violencia terrorista para la consecución de sus proyectos políticos de los que consideramos que vivimos en una democracia y que queremos defender nuestras opciones por la vías de la razón, de la persuasión y de la confrontación electoral. Kepa Aulestia habló en su día de una sociedad dentro de la sociedad vasca para ejemplificar este contexto. Yo he utilizado la expresión de dos sociedades paralelas. He sostenido, en este mismo medio, y quiero reiterarlo hoy, que haber situado en el centro del contencioso vasco la confrontación España-Euskadi, nacionalismo-no nacionalismo, nacionalismo vasco-nacionalismo español y, en los últimos tiempos, nacionalismo o soberanismo versus constitucionalismo es un gravísimo error. Deforma la sociología real de la pluralidad vasca como si los ciudadanos reales fuéramos y nos sintiéramos, de forma dicotómica y excluyente, o vascos o españoles, sin posibilidad alguna de sentimientos de identidad múltiples y compartidos. Ciertamente, hay ciudadanos que así se perciben, pero la gran mayoría se dice vasco y español, y en su conjunto, acentuando la dimensión vasca. Situar en el centro del contencioso vasco esta dimensión sólo consigue aumentar los polos, en movimiento centrífugo, lo vasco frente y contra lo español, en vez de aumentar la centralidad plural en el necesario movimiento centrípeto.